La legislación alineada con el Objetivo 55 de transición ecológica de la Unión Europea (UE), de prohibición de venta de coches de combustión a partir de 2035 lleva desde su presentación en febrero varias polémicas por la posición contraria adoptada por Alemania.
Los vehículos de motor representan aproximadamente el 15% del total de emisiones del territorio europeo. Esta normativa ha sido adoptada por la Unión Europea para obligar de forma jurídica a los países miembros a reducir sus emisiones de dióxido de carbono en un 55% con fecha límite en 2030, logrando así la neutralización climática para 2050.
Alemania, como el productor principal de vehículos en Europa, se posicionó en desacuerdo con la legislación a menos que quedaran fuera de la prohibición los coches de combustión si usan exclusivamente combustibles sintéticos, que son climáticamente neutros. Su malestar alentó a otros países como Italia y Chequia a apoyarle, creando así una situación de bloqueo para la normativa europea.
La ley negociada entre los países miembros y la Eurocámara, debía formalizarse a inicios del mes de marzo. Pero Alemania cambió el sentido de su voto en el último momento y bloqueó la ley. La decisión desconcertó a la Comisión y a los países de la UE.
Después de semanas de malestar entre el país y la institución supranacional, finalmente Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea encargado específicamente del Pacto Verde, afirmó vía Twitter: "Hemos llegado a un acuerdo con Alemania sobre el uso futuro de los electrocombustibles en los coches".
Con ello se confirma que Bruselas y Berlín han llegado a un acuerdo para no prohibir los e-fuel, es decir, los combustibles sintéticos que sean producidos a partir de hidrógeno y dióxido de carbono, siempre que sean climáticamente neutrales, es decir que emiten CO2 previamente capturado.