El estudio “Ciudades Energéticamente Sostenibles: La Transición Energética Urbana a 2030”, elaborado por Monitor Deloitte en colaboración con Endesa, estima que, con las medidas ya puestas en marcha, la evolución de las emisiones generadas en las ciudades no permitirá alcanzar los objetivos de sostenibilidad energética. Por este motivo, propone un conjunto de actuaciones que pasan por la sustitución de equipos de calefacción y de iluminación, la inversión en sistemas de control y eficiencia, la renovación de la flota de vehículos o el impulso de la rehabilitación para que los edificios sean energéticamente más eficientes, entre otras medidas. El estudio va más allá y calcula el valor económico de estas medidas. Así pues, estima que se requerirá una inversión adicional de entre 1.000 y 4.000 euros por ciudadano hasta 2030. Además, su implementación generará un ahorro de hasta 2.000 euros por ciudadano, en función de la ciudad, compensando así el coste invertido.
Con los resultados de este estudio encima de la mesa, arrancó el desayuno de trabajo con los principales sectores que tienen voz y voto a la hora de afrontar el reto de la descarbonización de las ciudades para analizar el estado de la cuestión y ver si seremos capaces de alcanzar los objetivos. En este sentido, el director general de Regulación y Relaciones Institucionales de Endesa, José Casas, se mostró convencido en alcanzar el objetivo. “El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, presentado por el Gobierno, es ambicioso, pero alcanzable”, aseguró Casas. Y un signo de ello, es que “la generación eléctrica está muy encauzada. Las fuentes de energía más contaminantes tienen fecha de cierre y todas las inversiones actuales se centran en energías renovables”. No obstante, en opinión del directivo de Endesa, donde queda trabajo por hacer es en el sector del transporte y el residencial, y lamentó que estos ámbitos dependan de las normativas de 17 comunidades autónomas y de 8.000 ayuntamientos. “Tenemos que convencer a los ayuntamientos de que tienen que regular esta inversión en equipos y fomentar el cambio de hábitos de los ciudadanos. Este es el camino”.
El estudio apunta que, en el sector de la automoción, es imprescindible el crecimiento de las ventas del vehículo eléctrico y retirar de la circulación los vehículos más antiguos y contaminantes. De hecho, España presenta una de las flotas de turismos con mayor antigüedad de Europa, donde la edad media del parque es superior a 12 años. En 2030, el parque de vehículos en las ciudades debería ser 70-75% de convencionales y 25-30% de eléctricos, con una reducción de la antigüedad media de 3-4 años.
No obstante, se trata de un objetivo muy ambicioso para la realidad de nuestro país puesto que las previsiones de Faconauto, la patronal de concesionarios de automoción, sitúan que, con el actual ritmo de ventas, la edad media del parque automovilístico español rozará los 14 años en 2025. Es por ello que el director de Comunicación de Faconauto, Raúl Morales, coincide en que para alcanzar los objetivos, “el primer paso es quitar de la circulación los coches antiguos”. Concretamente, la patronal propone “una inversión de 2.500 millones de euros de aquí al 2025 para lograr que, en esta fecha, la edad media del parque se sitúe en los 11,8 años”. Morales, además, destacó el compromiso del sector con la descarbonización y la apuesta por el vehículo eléctrico, pero advirtió que para lograr “una transición justa y ordenada” es necesario realizar una reflexión seria, marcar unos objetivos realistas y alcanzables y “seguir apostando por las tecnologías actuales como el diésel, la gasolina y el híbrido, teniendo en cuenta que son más eficientes desde el punto de vista medioambiental”.
Paralelamente, la digitalización de la economía y la aparición de nuevos modelos de negocio basados en la economía colaborativa están teniendo un impacto relevante en la movilidad urbana. Un punto en el que el presidente de la Asociación de Ciencias Ambientales, Roberto Ruiz Robles, advirtió:“La movilidad inteligente es un factor de oportunidad, pero con el que tenemos que tener cuidado. Iniciativas de carsharing como Zity o Car2go están siendo muy exitosas en ciudades como Madrid, pero hay informes que señalan que en Toronto, Canadá, la uberización ha provocado una caída de 30 millones de viajes al año en transporte público con el consecuente aumento de emisiones y de congestión”. Por ello, Ruiz Robles aseguró que en las ciudades “hay que tener conductores sin coche, más que coches sin conductor”.
Monitor Deloitte también hace mención especial al papel transporte público y señala que, para el año 2030, entre el 15% y 25% de la flota de autobuses municipales debería ser eléctrica y el resto, autobuses de bajas emisiones. En este punto, la gerente de la Fundación Conama, Alicia Torrego, puso encima de la mesa el caso de Vitoria. “Diez años después de lanzar un plan estratégico de movilidad con medidas concretas, inversiones e indicadores, el uso del vehículo privado para los desplazamientos urbanos ha pasado de un 36% a un 23% y el uso de la bicicleta se ha incrementado del 3,2% al 12,3%. Ahora la gran asignatura pendiente de Vitoria son los planes de movilidad al trabajo”.
En el ámbito residencial, el estudio de Monitor Deloitte apunta la necesidad de sustituir calderas convencionales por equipos más modernos y eficientes, un punto en el que se mostró totalmente de acuerdo el presidente de la Asociación de Fabricantes de Generadores y Emisores de Calor, Vicente Gallardo. “Entre el 60% y el 70% de la energía que se consume en el ámbito residencial en España corresponde a los sistemas de agua caliente sanitaria y calefacción. Por ello, es un sector clave para lograr los objetivos que tenemos en las ciudades”. No obstante, Gallardo echó de menos el papel de la Administración y reclamó “una actuación decidida que motive la dinamización del nivel de reposición de equipos”. Según los datos de FEGECA, en Europa hay 120 millones de calderas instaladas, de las cuales el 65% son ineficientes. La tasa de reposición es del 4% anual. En España, en cambio, el parque instalado es de 9 millones y el 65% susceptible de ser sustituido por ser equipos antiguos e ineficientes, pero la tasa de reposición es del 3% anual aproximadamente. “Necesitaríamos entre 25 y 35 años para renovar la totalidad del parque de calderas que tenemos”, lamenta Gallardo.
Conjuntamente a la sustitución de las calderas convencionales, otra propuesta es la apuesta por la bomba de calor. Un punto que generó discrepancias entre los asistentes. Manuel Herrero, adjunto a dirección de laÊAsociación de Fabricantes de Equipos de Climatización, aseguró que si bien es cierto que “la simple sustitución de una caldera por una bomba de calor no va a solucionar el problema, esta tecnología debe ser parte de la solución”. Y auguró: “La tecnología avanza a una velocidad tremenda y estoy convencido de que el autoconsumo va a suponer un fuerte impulso para la bomba de calor, sobre todo en viviendas pequeñas”. A lo que el investigador del Instituto Eduardo Torroja, dependiente del CSIC, Ignacio Oteiza, comentó que “lo primero que tenemos que hacer es reducir los consumos energéticos y la bomba de calor no es la solución más importante”. Según Oteiza, “tenemos que ver cómo pasamos estas olas de calor con menos aire acondicionado y con más ventilación natural y más naturaleza”.
Además, entre las medidas propuestas por Monitor Deloitte, se pone el foco en la implantación de sistemas de control del uso de la calefacción para la conservación de la energía, lo que permitiría reducir hasta un 30% este consumo de calefacción en un hogar. En este punto, Vicente Gallardo destacó que actualmente la tecnología es madura y tiene un precio asequible, pero es necesario “un mayor interés en la comunicación y en la información al usuario sobre los sistemas de control para que se extienda su uso”.
Por otro lado, el estudio aborda los cuatro tipos más importantes de rehabilitaciones energéticas que pueden realizarse en los edificios residenciales: la rehabilitación de fachadas, de cubiertas, el cambio de ventanas y la rehabilitación integral. Pero se trata de intervenciones que si bien suponen importantes ahorros energéticos, presentan barreras económicas para su implementación. El secretario de la Asociación Nacional de Empresas de Rehabilitación y Reforma, Carlos dos Reis, considera que “para desarrollar las actuaciones en rehabilitación y regeneración hay que ser realistas: tenemos que contar con el interés y el apoyo de los ciudadanos, asociaciones de vecinos y, también, de los administradores de fincas. Hemos de ser conscientes que si un edificio no necesita ser reformado, rehabilitarlo sólo con el objetivo de mejorar su eficiencia no es interesante en la mayoría de los casos. La rehabilitación integral de los edificios, aunque es un objetivo deseable, en la práctica es poco realista, ya que las disponibilidades económicas de los propietarios son muy limitadas. Por tanto, en ANERR creemos y defendemos la idea de la rehabilitación de los edificios por fases coordinadas, que se acometan según necesidades y disponibilidad de fondos”.
Por su parte, la secretaria técnica del Green Building Council, Dolores Huerta, afirmó que “si realmente queremos trabajar en el sector residencial, no nos pueden valer las recetas estandarizadas, puesto que, por su uso, clima, ubicación, o construcción, cada edificio es un caso a estudiar”. Más allá de 2030, para cumplir el objetivo de descarbonización total en 2050, la secretaria técnica aseguró que tenemos que lograr que “un edificio necesite para su funcionamiento la menor energía posible. Esto se consigue mediante la rehabilitación integral. No solo será bueno para reducir su emisiones de CO2 y su consumo energético, sino que hará edificios resilientes al cambio climático. Edificios que funcionen a vela aunque tengan motor, edificios que por si solos no hagan daño a la gente que vive dentro”.
En este punto, Joaquín Chico, senior manager de Monitor Deloitte, destacó que“la electrificación es una de las medidas que permite elevadas ganancias de eficiencia energética y descarbonizar completamente el consumo de energía, si tenemos en cuenta el relevante despliegue de renovables que tendremos en los próximos años. Otras vías para reducir el consumo energético en las ciudades, son los sistemas de control y las rehabilitaciones en edificación, así como la mejora de eficiencia de los motores convencionales en los turismos”.
A nivel de ayudas, Carlos dos Reis consideró que “el objetivo es hacer crecer la demanda de la rehabilitación y la reforma eficiente, no con las ayudas gubernamentales como único motor, sino apalancándonos en la necesidad de los edificios actuales en los que más del 50% tiene ya edad de ser intervenidos”. En la misma línea, Ignacio Oteiza, del Instituto Eduardo Torroja, comentó que “en la actualidad un 66% de los edificios son anteriores a 1980 y en el 2030 alcanzará el 80% porque no vamos a seguir construyendo y tendremos que rehabilitar y renovar todos los edificios”. Pero consciente de que la solución pasa por la rehabilitación de los edificios antiguos, el investigador puso énfasis en la pobreza energética y en los edificios situados en los barrios periféricos donde viven familias sin poder adquisitivo para afrontar una reforma. Por ello, Manuel Herrero, de AFEC, destacó que para que las rehabilitaciones integrales sean una realidad es necesario que sean “económicamente atractivas y de fácil implementación. Tenemos que hacer una profunda reflexión para proponer soluciones completas de rehabilitación que mejoren la eficiencia energética de los edificios”. En este punto, Dolores Huerta apostó por la necesidad de “conseguir una estrategia nacional de rehabilitación de edificios, pero para ello es necesario conocer cómo son, en qué situación están y cómo consumen energía. Son datos que existen pero no son públicos”, lamentó la secretaria técnica.
Finalmente una idea muy bien acogida por todos los asistentes es la propuesta que hace el estudio de crear un índice que permita medir el grado de sostenibilidad energética de las ciudades españolas, con el objetivo de fomentar la trasferencia de las mejores prácticas entre ciudades y de comprender el esfuerzo necesario a realizar para alcanzar los objetivos a 2030. En este sentido, el director general de Regulación y Relaciones Institucionales de Endesa, José Casas, comentó que gracias al estudio, “los ayuntamientos podrán tomar conciencia de la situación, tener una hoja de ruta con ideas claras. Y con el índice pretendemos establecer un sistema de benchmarking que permita a los municipios compararse con otros”. Por este motivo, el índice trata de medir el grado de sostenibilidad energética de las ciudades en cuatro pilares: el apoyo de las administraciones públicas, la eficiencia en el consumo de energía, el impacto del consumo de energía en la ciudad y que la energía sea renovable, accesible y asequible a los ciudadanos.