Juan José Negro, director e investigador de la Estación Biológica de Doñana (EIB), creada hace medio siglo para promover la conservación y estudio de este espacio natural protegido y proporcionar refugio a especies en peligro, como el lince ibérico o el águila imperial, asegura que “todo vale” cuando llega el Rocío. Decenas de miles de personas transitan en esos días por el Parque Nacional y a su paso dejan cantidades ingentes de basura, una realidad ante la cual, dice, uno tiene que “taparse la nariz”.
La Estación, adscrita al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fue declarada Patrimonio de la Humanidad y de la Biosfera por la Unesco en 1994. Gestiona las diez mil hectáreas de terreno que suman las fincas de las reservas biológicas de Doñana y de Guadiamar, el corazón del Parque Nacional, donde sólo se permite la entrada diaria de 140 visitantes en recorridos guiados y muy limitados. Excepto en el Rocío. “No estamos por prohibir el paso del Rocío por Doñana, pero sí por regularlo. Si hay una romería tradicional, pues que la gente pase caminando, a caballo o en carreta, pero no en vehículos de motor”, matiza Negro.
Respecto al impacto real que la romería del Rocío tiene en Doñana, Negro apunta que el parque “tiene problemas mucho más graves, como el robo de agua y los pozos ilegales, pero sin duda el tránsito de decenas de miles de personas y de miles de vehículos en una zona protegida y de gran valor ecológico provoca daños, sobre todo la basura y la suciedad que dejan. Nada justifica el estado en que los rocieros dejan en el camino. No es pedir demasiado, es una cuestión de respeto y de pura lógica: a nadie se le ocurriría escupir en una catedral.”
El problema, según el director de la Estación Biológica de Doñana, es que “año tras año las cosas se tapan”. Todo el mundo sabe lo que pasa, pero cuando viene la peregrinación se mira a otro lado. “Es como si esperáramos estas fechas con resignación, como un ciclón inevitable que viene todos los años. Nos preparamos para pasarlo del mejor modo posible y que no deje demasiados destrozos. Viene el Rocío y nos tapamos la nariz, y esto no puede ser”, añade Negro.
A la hora de buscar posibles soluciones, Negro aboga por regular el paso del Rocío por Doñana, “no prohibirlo”. Cabe recordar que el espacio natural tiene 108.000 hectáreas y 56.000 son Parque Nacional, que implica el máximo nivel de protección, “por lo que si hay una romería tradicional, pues que la gente pase caminando, a caballo o en carreta, pero no en todoterrenos, tractores y vehículos de motor”, afirma Negro. “Que se obligue a la gente a tirar la basura en contenedores y que los sellen, no como ahora que la gente ensucia donde quiere. Yo respeto la devoción y las tradiciones, pero el Rocío tiene que ser respetuoso con Doñana”, continúa.
Cada una de las 114 hermandades que existen actualmente tienen, además, derecho a peregrinar por Doñana dos veces al año en fechas distintas al Rocío, “otro problema serio del que nadie habla”, afirma Negro. “Son miles de personas y, aunque son movilizaciones más pequeñas, dejan basura y perturban un área protegida que durante todo el año tiene normas muy estrictas: la Reserva Biológica no es de uso público ni se permite el turismo, pero los peregrinos pasan por Doñana y se saltan las normas a la torera”, destaca el director de la Reserva Biológica del parque. “A investigadores nuestros se les han echado a perder experimentos en los que llevaban trabajando meses y este año estamos investigando los cambios de comportamiento de las cigüeñas que anidan en zonas por donde pasa el tránsito de la romería…”, explica Negro, quien tampoco quiere meter a todas las hermandades y peregrinos en el mismo saco, ya que “hay algunos que son ejemplo de respeto a la naturaleza y a ellos hay que ensalzarlos”.