La organización observa un aumento de la cifra respecto a años anteriores, debido a una mayor calidad de los datos y a una mejor metodología. En este sentido, mientras que el trabajo forzoso impuesto por el Estado está disminuyendo en la mayoría de países, aún impera de manera preocupante en algunos otros. Asia y el Pacífico son las regiones donde más se concentra, el 56% del total general. En países de Europa Central, Sudoriental y Oriental y la Comunidad de Estados Independientes la sufren 4,2 personas por cada 1.000 habitantes.
Ganancias ilegales
La gran mayoría, el 90%, de la explotación de personas a través del trabajo se produce en la economía privada, sobre todo relacionada con el crimen organizado. Sobre el tipo de explotación, en el informe de 2012, se estimó que el 22% de las personas víctimas del trabajo forzoso son víctimas de la explotación sexual y un 68% de la explotación laboral, en agricultura, construcción, trabajo domestico e industria. Unas prácticas que generan, hoy, ganancias de hasta 150.000 millones de dólares, cifra que se ha multiplicado desde la última estimación en 2005, que contabilizaba 44.000 millones.
En este sentido, cabe destacar dos aspectos: las ganancias más elevadas se concentran en economías desarrolladas, con 34.800 dólares por individuo, y, del total de ganancias, se estima que 99.000 millones de dólares anuales se derivan de la explotación sexual comercial. En otros sectores como la agricultura (incluyendo silvicultura y pesca) las ganancias son de 9.000 millones y en otras actividades económicas, como construcción, industria, minería y servicios, de 34.000. Se calcula, además, que en hogares donde se emplean a trabajadores domésticos en trabajo forzoso ahorran 8.000 millones de dólares al año.
Factores de riesgo
El trabajo forzoso se concentra, sobre todo, en sectores e industrias que atraen a trabajadores poco o nada cualificados, como la agricultura, la construcción, la manufactura, los servicios y el trabajo doméstico. Otro factor es el analfabetismo y la falta de educación que, según indican, reducen las oportunidades de encontrar empleo y obliga a aceptar trabajos con malas condiciones. También el género influye: según la OIT, el 55% de las víctimas de trabajo forzoso son mujeres y niñas, aunque los hombres y los niños “corren un riesgo ligeramente mayor”, hecho que atribuyen a la elección de las encuestas y al trabajo en situación de servidumbre o la servidumbre por deudas. Y, por último, destacan a los inmigrantes como principales víctimas de trabajo forzoso.
Según la OIT, la solución pasa por desarrollar métodos estandarizados de recopilación de datos entre países, para realizar estimaciones mundiales, analizar tendencias y comprender los factores de riesgo. Hecho que permitiría, según indican, una mayor calidad de los datos y una mejor y más eficaz formulación de políticas.