La empresa holandesa que da nombre al dispositivo «ético-solidario» presume de ofrecer un producto de alta calidad al mismo tiempo que controla todo el proceso de producción y el trabajo de los empleados que participan en la cadena. El Fairphone selecciona a los proveedores según criterios éticos, usando materiales fabricados en países en vías de desarrollo y excluyendo aquellos contaminantes y que financien algún tiempo de criminalidad, como el coltán en la República del Congo.
El teléfono se fabricará, eso sí, en China, aunque la empresa asegura tener como prioridad la monitorización de las condiciones de trabajo de sus empleados de la cadena de producción así como que sus contratos sean equilibrados y que los turnos de trabajo no sean extenuantes y cumplan con la ley.
El Fairphone está pensado para que algunos de sus componentes puedan ser reciclables y para que que su batería dure más tiempo que la de otros teléfonos y así ahorrar energía. Para ello usa una versión de Android 4.2 modificada por la Kwame Corp., una compañía especializada en aplicaciones de utilidad social. Tiene una memoria interna de 16 GB, ampliable mediante microSD (32 GB de capacidad) y una RAM de 1 GB y un procesador de cuatro núcleos MediaTek 6589.
Smartphone low-cost
De apariencia similar a los terminales de Apple o Samsung, el Fairphone tiene unas dimensiones de 123 x 64,5 x 9,8 mm, su pantalla es delgada y resitente a los arañazos, con una resolución de 960 x 540 píxeles. Presenta, además, una cámara frontal de 1,3 megapíxeles y una cámara principal de 8 megapíxeles con enfoque automático y funciones de grabación de vídeo Full HD de 1080p.
Pese a la cuidados selección de proveedores y el respeto de las condiciones laborales, el Fairphone cuesta 325 euros, IVA incluído, por lo que puede ser incluido dentro de la lista de teléfonos «low-cost». Quizás esto sea lo que haya animado a cerca de 15.000 personas a adquirir el teléfono, aunque esté aún en fase de pruebas y no se espere su venta oficial hasta finales de año.
Producto social arriesgado
El diseñador holandés creador del Fairphone Bas Van Abel, de 36 años, aseguró durante la presentación del producto sentirse "estresado" con la idea de que un desastre natural como un terremoto pudiera hundir su negocio y por ello tuviera que reembolsar el dinero de sus clientes uno por uno. "Cuando pienso en un posible fracaso no puedo ni dormir", comentaba Van Abel durante la presentación del que ha dicho ser "su bebé" y por el que no paró de resoplar durante la puesta en escena del teléfono "justo".