La RSE no es una moda pasajera. A estas alturas ha quedado demostrado. Es una nueva forma de entender y de gestionar la empresa, basada en la integridad, la transparencia, la legitimidad social y en la sostenibilidad de los negocios.
La RSE no es un gasto, sino que, por el contrario, contribuye al impulso de la excelencia en la competitividad. En este sentido, y debido a que está orientada a incidir de forma positiva en los resultados, busca nuevas formas de ingresos. Un punto que está ligado con la adopción de nuevos enfoques de negocio, como pueden ser las energías renovables, la eficiencia energética, el turismo sostenible o los servicios a la tercera edad.
La RSE no supone un riesgo económico para la empresa. El buen gobierno y la reducción de costes son otros de los objetivos que debe incluir toda política responsable: mejora de la gestión y los procesos, ahorro de energía, actualización de los equipos y sistemas, etc…
La RSE no es un factor ajeno o complementario a la estrategia general de la empresa o a su modelo de negocio. La aplicación de códigos de buen gobierno, el desarrollo de los controles internos, el incremento de la transparencia y la consideración de la ética como un principio indiscutible en toda relación económica son algunos de los elementos que deben defenderse desde las empresas responsables.
La RSE no es política de cara a la galería, trabaja con el fin de buscar la satisfacción del cliente, refuerza su fidelidad y la conexión emocional de éste con la marca, siempre mirando el largo plazo, y no sólo los resultados inmediatos.
La RSE no es un activo que pueda quedar fuera de la información a proporcionar a los grupos de interés. Debido a su incidencia en los beneficios tangibles de las organizaciones, es condición indispensable que se reporte de todas y cada una de las prácticas que se desarrollen bajo esta premisa en memorias de RSE. Y, para que estas gocen de la credibilidad necesaria, resulta imprescindible que la información contenida sea verificada por auditores independientes y especializados en la materia.
En definitiva, en medio de la actual coyuntura económica, lejos de convertirse en una inversión prescindible, reducible o secundaria, la RSE se revela como un área esencial. Hoy, más que nunca, el impulso de las prácticas de responsabilidad corporativa garantiza el cambio en las estrategias empresariales y contribuye a la tan necesaria construcción de un nuevo orden económico mundial".
Mario Alonso Ayala, presidente de Auren