Según informa El País, el apicultor Karl Heinz Bablok, junto con otros productores de miel, se enfrentaron al Estado de Baviera, propietario de los terrenos en los que durante muchos años se ha cultivado el maíz MON 810. Dicho maíz fue modificado genéticamente por la multinacional Monsanto para producir unas toxinas que destruyen las larvas de una mariposa parásita.
'En 2005, Bablok detectó ADN del MON 810 y de proteínas transgénicas en el polen y en muestras de miel de las colmenas que tenía a 500 metros de las explotaciones experimentales el Gobierno bávaro', señala El País. Por ello, el apicultor concluyó que los residuos excluían a sus productos del mercado por no ser aptos para el consumo y denunció al Gobierno de Múnich.
¿Los derivados de polen transgénico en un producto obligan a la autorización previa para su comercialización?
El Tribunal ha sentenciado que aunque el polen derivado de una variedad de maíz transgénico no es un transgénico en sí, la miel y otros complementos que contienen dicho polen han sido producidos a partir de un transgénico y, por tanto, deben someterse a la autorización. Es más, en esa autorización obligatoria no se eximen los casos de contaminación intencional ni fortuita.
Asimismo, el Tribunal también señala que la autorización obligatoria es independiente de la proporción de material modificado genéticamente contenida en el producto, -asegura El País- por lo que Bablok deberá disponer de las autorizaciones pertinentes para poder comercializar sus productos.
