La producción se desarrolla en la planta de Virent en Madison (Estados Unidos) que tiene una capacidad para producir 38.000 litros anuales de biocombustible, que se utilizará inicialmente en pruebas de nuevos motores y flotas de vehículos.
El nuevo producto puede mezclarse en altas concentraciones con gasolina y suministrarse en gasolineras ordinarias sin necesidad de equipamiento especial, a diferencia de lo que ocurre con las gasolinas que tienen un porcentaje superior al 10% de etanol. Esto es posible gracias a la tecnología desarrollada por Virent para la transformación de los azúcares presentes en las plantas en hidrocarburos de estructura similar a los del petróleo.
Actualmente se está produciendo a partir de remolacha azucarera, pero el objetivo de ambas compañías es obtenerlo de los residuos de algunos vegetales, como el trigo o el maíz, tras ser procesados para la obtención de alimentos o piensos.