OPINIÓN

Normativa en sostenibilidad: momento de aplicar y dejar de esperar

Begoña Pastor,

responsable de Marco Regulatorio y Relaciones Estratégicas de Ângela Impact Economy

Begoña Pastor

En los últimos dos años se han aprobado importantes normativas a nivel europeo que empujan a las empresas a avanzar en su sostenibilidad corporativa. Pese a esa sensación de “tsunami” regulatorio que tienen las empresas, muchas de ellas se encuentran en un compás de espera, esperando la transposición de la directiva, esperando a ver si otras empresas del mismo sector se mueven o incluso si hay cambios en lo regulado.

Estas reacciones son lógicas, pero contrastan con las de empresas que han sabido identificar el retorno de negocio que estar avanzados en sostenibilidad les puede proporcionar. La mayoría de la regulación que establece el nuevo marco de reporting está aprobada y con claridad en su fecha de aplicación. Las dos principales nuevas normas, la directiva de sostenibilidad corporativa (CSRD) y el Reglamento de Taxonomía establecen el nuevo marco de reporting empresarial y establecen las obligaciones para las empresas.

Entre las principales novedades están dejar atrás los estados de información no financiera (EINF) y empezar a pensar en los nuevos informes corporativos de sostenibilidad aplicando por primera vez estándares europeos que detallan el contenido y suponen un cambio disruptivo en el detalle.

Pero los retos van mucho más allá, junto con el aumento la calidad e interconexión de la información empresarial (entre la financiera y la no financiera), las compañías tendrán que elevar la transparencia a niveles hasta ahora no conocidos e incluir KPIS financieros con el objetivo de fortalecen la sostenibilidad del portfolio y las inversiones de la empresa.


Si bien el marco regulatorio está definido, es un momento complejo para las empresas, respecto a cómo abordar estos cambios y su implementación. El verdadero reto será hacerlo en clave de negocio, es decir, que el avance en la sostenibilidad se integre en la estrategia de negocio y no resida en el mero cumplimiento regulatorio. Pero para abordar esta fase es necesario no dejarse llevar por la confusión que el desconocimiento de la normativa reciente todavía conlleva.

En los últimos meses ha habido publicaciones en las que parece sugerirse que se ha decidido retrasar la aplicación de CSRD, la directiva que regula los nuevos informes corporativos de sostenibilidad que las empresas tendrán que divulgar. Esto responde a que la Comisión Europea ha propuesto retrasar la adopción de los Estándares Europeos de sostenibilidad (ESRS o NESI por sus siglas en español) específicos de sector.

En principio estos estándares específicos de sector estaba previsto que se aprobaran en junio de 2024 y que se sumaran a los estándares generales que ya fueron aprobados en julio de 2023. De hecho, la decisión de la Comisión con esta propuesta es justo reforzar la aplicación de CSRD y los estándares generales en las fechas ya previstas, lo que ya es muy exigente para las empresas, evitando nuevas obligaciones y retrasándolas para facilitar que las empresas se familiaricen con los nuevos procesos.

Por tanto, no hay cambios en la obligación de las empresas de aplicar la directiva con las fechas establecidas: en el informe de 2025 (sobre 2024) las empresas de más de 500 trabajadores y de interés público mientras que para las empresas de más de 250 trabajadores y/o 50 millones de facturación, y/o 25 millones de activos será en el informe de 2026 (sobre 2025).

Más allá del reporting y los consabidos informes anuales, las empresas, independientemente de su tamaño, pero no con la misma intensidad, irán notando los cambios en el mercado que esta y otras regulaciones en el ámbito de sostenibilidad irán produciendo. Estos cambios influirán en las relaciones comerciales entre empresas, en sus compras, en su gestión… En definitiva, en todo su margen de decisiones.

Prácticamente se ha agotado el tiempo para que las empresas se informen de todos estos cambios y entramos en el momento de prepararnos para aplicarlos. Las empresas deberán hacerse algunas preguntar para entender en qué punto están: ¿qué información me va a pedir mi banco en relación con mi sostenibilidad? ¿Qué nuevas demandas y condicionantes tendré por parte de mis clientes? ¿Debo introducir nuevos requisitos en mis protocolos de compras o de contratación? ¿Qué estoy midiendo que se me va a pedir? ¿Qué no estoy midiendo que se me va a pedir? ¿Tengo posibilidad de obtener los datos que necesito para dar la información que se me va a solicitar? ¿Los tengo ordenados?

Pero a continuación necesitarán hacerse otra serie de preguntas más proactivas: ¿cómo gestiono el nuevo volumen de datos que voy a tener que manejar? ¿Necesito nuevas herramientas para gestionarlos de manera eficiente? ¿Cómo deberían ser para que se adapte específicamente a las necesidades de mi empresa? ¿Qué cambios tengo que hacer para hacer una gestión tan profesional de mi desempeño sostenible como hago en otros ámbitos? ¿En qué ámbitos me tengo que centrar y focalizar?

Empieza el momento de las preguntas, o más bien de obtener respuestas. De ello dependerá nuestra competitividad en el mercado. Un mercado que está cambiando.