OPINIÓN

Responsabilidad social, crisis económica y compromiso

Jordi Ribó i Flos,

responsable de Economía Social y Autoempleo de la Confederación Sindical de CCOO

Jordi Ribó i Flos

En los tiempos que corren, hablar de según qué temas puede parecer hasta pretencioso, sobre todo si se habla desde una torre de marfil y no desde una realidad de más de 4,5 millones de parados, sobre buena parte de los cuales se cierne la amenaza de terminar sus prestaciones. Puede parecer superfluo cuando se pretende por parte de determinados poderes económicos y políticos alargar la edad de jubilación a los 67 años y empeorar el sistema público de protección social. Y puede asemejarse a innecesario cuando pretenden estos mismos poderes terminar con la negociación colectiva, con la fuerza vinculante de los convenios, temas estos reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo.

Los sindicatos en general y CCOO en particular somos optimistas por naturaleza, hemos tenido que superar situaciones muy difíciles y lo hemos hecho a veces a riesgo de no ser excesivamente ni comprendidos ni entendidos por una parte considerable de la opinión publicada. Es por esta razón que nos sentimos con fuerzas y ánimos para afirmar que, hasta en tiempos de crisis, la Responsabilidad Social debe figurar en las agendas de los llamados agentes sociales y de los gobiernos, no como sustitutivo de, sino como complemento necesario, aun conociendo y sabiendo las distintas definiciones que sobre el tema RSE coexisten, porque la RSE es una de las cuestiones en las que se concreta en la actualidad con claridad el conflicto capital/trabajo. Hoy, incluso en algunos ámbitos, con muchísimas dificultades se comienza a reconocer a los representantes de los trabajadores y a sus organizaciones como “parte interesada” o stakeholder, tema que en nuestra opinión quedaba meridianamente claro, puesto que las personas, individualmente consideradas no están en condiciones de que sus opiniones puedan, ya no sólo ser tenidas en cuenta y consideración, sino consorciadas y aplicadas.

Multitud de empresas se apuntan a compromisos a los que después, o es difícil comprobar cómo se han aplicado, o no se tiene en cuenta a las partes interesadas y no se refleja en ninguna parte, o simplemente se utilizan como elemento propagandístico. Aquí podríamos hablar largo y tendido y preguntarnos cómo es que al Global Compact se apuntaron muchas empresas españolas y por qué razón sólo una empresa española está adherida a Partening Against Corruption Initiative, iniciativa por la cual las empresas están obligadas a evitar y denunciar cualquier tipo de soborno.

Como se decía en la gran película “Tomates Verdes Fritos”, el secreto está en la salsa. En la RSE posiblemente, uno de los secretos esté en los indicadores, en las memorias de RSE y cómo se confeccionan y se comparten y en cómo se arbitran las medidas correctoras. ¿Podemos actuar en las memorias con criterios de transparencia y de globalidad? En CCOO creemos que si la organización está informada, como somos gentes razonables podemos ayudar a la toma de decisiones y hacerlo abarcando las áreas de influencia, todo el ciclo productivo de la empresa. Si además nos ponemos de acuerdo en los criterios , en la accesibilidad a las informaciones necesarias y a su verificabilidad, habremos dado pasos significativos en la buena dirección.

Es cierto que algunos paradigmas se rompen, es verdad que hasta en nuestra legislación existen residuos del pasado de la dictadura franquista: “La organización del trabajo es facultad exclusiva del empresario”, nos repiten una y otra vez la práctica totalidad de convenios colectivos, que han fusilado este texto de las viejas ordenanzas laborales y que, curiosamente, hasta hoy los agentes económicos (las empresas y sus direcciones) no han cuestionado. Y eso que nuestra Constitución habla del “acceso de los trabajadores a los medios de producción” en uno de sus artículos, que no está nada publicitado. Si no comenzamos una modernización de verdad, lo único que se hará es una adecuación al estilo de un lavado de imagen de métodos de trabajo y sistemas que, para nada mejorarán ni contribuirán al necesario cambio de modelo productivo que los sindicatos españoles hemos reclamado y que ya escribimos en nuestra propuesta de Pacto por el Empleo, la Economía y la Cohesión Social de Julio de 2009.

    Tenemos un debate importantísimo ahora en el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas – CERSE, acerca de temas que hemos trabajado en grupos tales como:

  • - Crisis y modelo productivo

  • - Transparencia y memorias de sostenibilidad

  • - Sistemas de Educación y Formación

  • - Inversión Socialmente Responsable y Consumo

  • - Cooperación y diversidades

Tenemos una agenda para este 2011 en el CERSE en la cual nos hemos citado los integrantes de este Consejo, administraciones, patronales, sindicatos, organizaciones sociales y expertos para llegar a conclusiones, y por tanto estamos trabajando todos, supuestamente, para la obtención de criterios comunes. Si no tenemos éxito, obviamente habremos defraudado ciertas expectativas, pero afirmo con toda responsabilidad, unos defraudarán más que otros, porque las posiciones de unos y otros quedarán meridianamente claras.

Nosotros hemos evitado un riesgo, que era que la ruptura del Diálogo Social no condicionara nuestro trabajo, pero afirmamos que la RSE no es ni un sustituto ni un remedo a la Negociación Colectiva, sino que forma parte de la acción sindical de las organizaciones obreras, aseveramos que nuestro trabajo es mejorable, incluso reconocemos autocríticamente que no hemos prestado excesiva atención al tema, pero que ello refuerza el imprescindible papel de los sindicatos como interlocutores únicos en los centros de trabajo en lo que se refiere a materias de carácter laboral.

Éste es nuestro compromiso con las políticas de responsabilidad social, porque la eficacia de los acuerdos reside en conjugar los intereses de las partes, pero tenemos claro que nosotros defendemos intereses de parte, como no puede ser de otra manera, y esa parte son los trabajadores y trabajadoras, creadores de la riqueza de la empresas y los países.