OPINIÓN

Reflexionando sobre la realidad de la economía circular: realidades y retos que afrontar

Gema Escudero,

directora de Sostenibilidad para la Región Suroeste de Canon Europa

Gema Escudero

En los últimos meses el concepto de economía circular se ha hecho omnipresente en medios de comunicación, charlas y ponencias del sector. Las razones que sustentan el cambio a este modelo son más que conocidas (¡no tenemos 2,5 planetas!), y las bondades y oportunidades que plantea han sido también ampliamente expuestas. Está claro que nos encontramos ante un momento dulce para este concepto. No obstante, debemos ser conscientes que la transición a este nuevo modelo no está exenta de retos y dificultades que no han sido tan abordados y, sin embargo, son de vital importancia para asegurar el éxito de la misma: el primer paso es identificar los riesgos para convertirlos en oportunidades.

¿Qué barreras debe superar la transición a este nuevo modelo?

1. Culturales: son las más intangibles y, sin embargo, muchos estudios las señalan como determinantes en el proceso del cambio.
En el ámbito minorista -o B2C -, sigue existiendo falta de conocimiento e interés del consumidor por la Sostenibilidad: el grueso de los consumidores sigue orientando sus decisiones de compra fundamentalmente en base a la relación calidad / precio. Pese a que sí que se aprecia un incremento en la inquietud de los consumidores por conocer la procedencia de los artículos que compran, su impacto ambiental o las prácticas éticas en su producción, este grupo es todavía muy reducido… La buena noticia es que, a igualdad de precio, sí que empieza a premiar las buenas prácticas.

Además, los modelos de “offer product as a service” (que sí funcionan en el ámbito empresarial) de momento no han despegado en el retail: nuestra mentalidad sigue prefiriendo la propiedad del bien o el producto. Y respecto a la obsolescencia programada, en muchos casos es el consumidor el que prefiere comprar de nuevo (es decir, estrenar) a reparar o reutilizar.

En el ámbito B2B, existe mucho escepticismo con la refabricación y el reacondicionado de equipos y, de hecho, a veces se confunden estos dos términos lo que lleva al cliente, en muchos casos, a asociarlos a una peor calidad o rendimiento. Mientras que el reacondicionado suele consistir en una limpieza y reemplazamiento, en su caso, de piezas desgastadas, el proceso de refabricado implica un proceso completo de manufacturación: desmontaje, cambio de todas las piezas expuestas a desgaste (con independencia del estado en que se encuentren), actualización del software y puesta a cero del contador. En definitiva, y a todos los efectos, se trata de un equipo nuevo (incluso con nuevo número de bastidor).

Además, las barreras no están sólo en el lado de los clientes. En el ámbito empresarial también existen desafíos a considerar como la ausencia de cultura corporativa al respecto, o, lo que es más grave, falta de compromiso con el cambio de la alta dirección.

La falta de una visión integral de riesgos a largo plazo es otra de las causas para no apostar por el modelo: el cumplimiento de objetivos se mide anualmente o, como mucho, en periodos de 5 años pero la realidad es que en demasiadas ocasiones, esa mirada a largo plazo es inexistente en muchas organizaciones. Finalmente, en algunos sectores, la economía circular es percibida como una amenaza intrínseca en lugar de una oportunidad de apertura de nuevos nichos de mercado.

2. Financieras: el desarrollo de un modelo de negocio innovador requiere de un esfuerzo inicial significativo en I+D+i y en CAPEX. En este contexto, el acceso a la financiación es clave y, sin embargo, se trata de modelos de negocio que compiten en el acceso al crédito en cierta desventaja respecto a los modelos lineales o tradicionales: estos últimos no incorporan al business case las externalidades ambientales y suelen tener periodos de retorno de la inversión más cortos, además de, obviamente, una menor incertidumbre en sus flujos de caja. Esto puede hacer que los modelos tradicionales de valoración de rating crediticio penalicen a los modelos de negocio basados en la economía circular.

Además, en muchos casos no hay aún economías de escala que permitan optimizar costes.

3. Regulatorias: si bien es incuestionable que las administraciones públicas están participando activamente del cambio, sigue faltando una visión armonizada de la regulación. Mientras que la legislación tiene un enfoque temático y territorial, lo que se necesita es justamente lo contrario: una visión transversal y un mercado único.

La ebullición normativa en la materia es positiva, pero, en muchas ocasiones genera a las empresas unas enormes cargas administrativas y abre conceptos que, no exentos de dificultades, generan una gran incertidumbre (por ejemplo, debemos reflexionar sobre hasta dónde llega la llamada “responsabilidad ampliada del productor”).

Además, la actividad legislativa necesita de la sancionadora para alcanzar los fines que persigue: es necesario intensificar la actividad de inspección del mercado para asegurarnos que todos jugamos con las mismas normas en el terreno de juego.

Por último, a pesar del respaldo generalizado a la economía circular, las actuales políticas fiscales continúan incentivando un modelo de economía lineal. Este escenario nos lleva, por ejemplo, a preguntarnos si el IVA debe determinarse no sólo sobre el capital financiero sino también considerando los beneficios para la sociedad en términos de capital social o natural. También se abre un debate sobre temas como la legitimación de los incentivos económicos a los consumidores para aumentar las tasas de reciclaje. El debate fiscal no ha hecho más que empezar y las Administraciones Públicas tienen muchas posibilidades que analizar.

4. Técnicas: por último, pero no menos importante, en algunos sectores faltan aún desarrollos tecnológicos e infraestructuras, así como estándares certificables que permitan armonizar el concepto de economía circular.

Nos encontramos en un momento apasionante de cambio de paradigma productivo que debe ir acompañado de una toma de conciencia de la responsabilidad compartida. Los consumidores, previsiblemente, demandarán cada vez más productos o servicios que sean sostenibles y respetuosos con el medioambiente. Las empresas, por su parte, deben dar respuesta a esta demanda y modificar, en consecuencia, sus modelos de negocio. Y finalmente, las administraciones públicas deben legislar, concienciar a la ciudadanía y generar economías de escala a través de los procesos de compra pública.

En la última carta del CEO de Canon Europa a los empleados se trasladaba un mensaje interesante: “Capture the Future… not just tomorrow”. En su misiva plantea la responsabilidad que como entidad tenemos de mirar a largo plazo, más allá del mañana. La cuestión es si como organización, quieres liderar el cambio buscando soluciones a los retos planteados en este artículo o ir en cola, asumiendo las soluciones que otros propongan, sin pensar en el futuro. En Canon tenemos clara la respuesta.