OPINIÓN

Los beneficios globales del valor compartido

Teresa Millán,

directora de Asuntos Corporativos y RSC de Lilly de Lilly

Teresa Millán

A lo largo de las últimas décadas, el desarrollo de la sociedad nos ha demostrado que ni el modelo de responsabilidad clásica de las compañías ni la filantropía, por sí sola, resultan suficientes para garantizar la sostenibilidad de los proyectos de acción social y así responder con efectividad a las necesidades sociales. Este hecho nos obliga a redefinir el propósito de las empresas y su concepto de RSE, atendiendo a la importancia que cobra la generación de valor compartido en el desarrollo de respuestas eficientes para necesidades de índole social.

El valor compartido se crea cuando una compañía aplica sus activos y experiencia única a una necesidad social apremiante en la que la organización tiene un interés creado. Este enfoque difiere de la tradicional responsabilidad corporativa, que a menudo se construye alrededor de cumplimiento de las normas ambientales y sociales, la mejora de la reputación de una empresa, y las donaciones caritativas fuera de foco para una variedad de causas con frecuencia no relacionadas con el negocio.

En el caso de Lilly, hemos decidido iniciar proyectos basados en el enfoque de valor compartido utilizando nuestros activos principales, como es el conocimiento y el talento humano, así como la mejora continua de nuestros procesos internos, para producir utilidades y también para contribuir a la generación de mejores condiciones sociales, económicas y ambientales en los entornos en los que operamos.

Uno de los ejemplos que mejor concreta esta visión de la RSE es la Alianza NCD, un programa para combatir las Enfermedades No Transmisibles en el mundo, entre las que la diabetes es una de las más importantes por su alta incidencia. Suscrito por la compañía a nivel global y con una inversión de 30 millones de dólares, este programa es una parte clave de los esfuerzos de responsabilidad corporativa de Lilly y busca crear valor duradero para las personas y las comunidades. Para lograrlo, trabajamos con socios globales y nacionales en Brasil, India, México y Sudáfrica para descubrir modelos sostenibles y basados en la comunidad, que ayuden a mejorar el cuidado de la diabetes.

Por nuestra experiencia, tanto en el campo terapéutico como en el de la formación a profesionales y pacientes, Lilly tiene la capacidad de abordar la problemática de la diabetes de forma global, aportando soluciones integrales y sostenidas en el tiempo para todos los implicados. Así, aunque mantenemos proyectos filantrópicos y proyectos alineados con nuestra estrategia, programas como la Alianza NCD marca la senda de la responsabilidad social empresarial por la que queremos transitar.

Por tanto, las compañías debemos ir más allá de los proyectos a corto plazo. Únicamente aplicando estrategias de RSE que combinen el ‘core’ de nuestro negocio con el impacto positivo en la Sociedad, conseguiremos generar un beneficio tangible y medible, tanto para las comunidades en donde operamos como para el negocio.