OPINIÓN

La responsabilidad social como respuesta ante las dificultades

Eduardo de Lecea,

director general de SIGAUS, Sistema Integrado de Gestión de Aceites Industriales Usados

Eduardo de Lecea

SIGAUS, el sistema encargado en España de gestionar los residuos de aceites industriales usados, cierra un 2015 en el que hemos superado, un año más, los objetivos ecológicos marcados por la ley para un residuo de la peligrosidad y elevado impacto ambiental del aceite industrial usado. Pese a las dificultades generadas por la imparable caída en los precios del petróleo, que indefectiblemente afectan a los índices de recogida y regeneración, este logro ha sido posible gracias a la labor conjunta de todos los agentes implicados en la cadena de gestión de este residuo.

Con cerca de un 80% del aceite usado recogido convertido en nuevos lubricantes, en este 2016 se nos presenta un nuevo reto: el de seguir manteniendo estos elevados porcentajes y con ello un estándar de protección ambiental del mismo nivel que el conseguido hasta ahora, pese a que esto suponga por nuestra parte un importante esfuerzo de adaptación de las operaciones y sistema de gestión.
Y es que, nuestra labor se ve afectada en buena medida por aspectos externos como la bajada en el precio del petróleo, que se traduce indefectiblemente en una caída en la demanda de los productos procedentes de los aceites usados, afectando negativamente a las empresas gestoras, de carácter privado, dedicadas a la recogida y tratamiento de este residuo peligroso.

Es por ello que, bajo estas circunstancias, nuestra mayor preocupación en estos momentos es la existencia de un riesgo real de no gestión de un residuo con tan graves impactos ambientales y sobre la salud humana, especialmente en aquellos lugares en los que su recogida no es, ni logística ni económicamente rentable: zonas rurales, alejadas de los grandes núcleos de población y con escasas cantidades de residuo a recoger, casi todas ellas con un alto valor ecológico, y en las que un aceite usado abandonado o indebidamente gestionado podría provocar irreparables daños ambientales.

Entendemos que este desafío sólo puede tener una respuesta: la responsabilidad social: un compromiso de acción para poner toda nuestra experiencia y conocimiento del sector, acumulados durante casi una década, al servicio de una garantía real y sin fisuras de prevención y protección de nuestro entorno y de las personas. Sólo así estaremos dando sentido a la labor que cada día nos impulsa a seguir enfrentando las dificultades y los cambios que puedan producirse. Porque sólo así nuestra responsabilidad social de verdad cobrará sentido.