OPINIÓN

Bosques sostenibles, salvavidas medioambiental

Luc Wijnhoven,

director Financiero y responsable de RSC de Océ España

Luc Wijnhoven

La sostenibilidad y garantizar el futuro de la vida en el Planeta son dos de las preocupaciones que debemos tener presentes continuamente en el desarrollo de nuestras actividades de negocio. Deberíamos afrontar problemas urgentes como la falta de agua potable, la pérdida de nutrientes en los suelos o el avance de la desertificación.

Pero esto es así en ciertas partes del planeta. El nivel de desarrollo, concienciación e incluso factores culturales afectan distintamente y dan lugar a resultados dispares. Para apuntalar esta afirmación –que para muchos, puede resultar arriesgada- pongamos sobre la mesa algunos datos. Sólo en nuestro país, y según la Asociación Española de Fabricantes de Envases y Embalajes de Cartón Ondulado (AFCO), la industria papelera española utiliza como materia prima 1,9 millones de toneladas de fibra virgen y unos 4,5 millones de toneladas de fibra recuperada cada año. El consumo de madera para la producción de celulosa registró un ligero descenso en 2005 y desde entonces viene siendo de unos 6 millones m3 anuales.

De este total, unos 4,8 millones proceden de plantaciones de frondosas (eucaliptus, fundamentalmente) y 1,3 millones de resinosas (pino radiata, sobre todo). Sólo un 21% de toda esta madera procede de la importación, así pues, el 79% de la celulosa consumida en nuestro país procede de bosques nacionales. Ahora bien, si ahondamos más en los números, nos encontramos con que el sector del papel y del cartón son uno de los principales interesados en mantener la buena salud de los bosques, su fuente de materia prima, dado que lo contrario conduciría a su virtual desaparición. No es extraño pues, que estas industrias por cada dos árboles talados, planten tres y fomenten las políticas de bosques sostenibles.

Esto ha dado lugar, según esta misma entidad, a que la superficie boscosa de Europa haya aumentado en los últimos años un 10%. Los bosques gestionados han tenido un papel nada despreciable en ese incremento. ¿Por qué? Por el motivo fundamental apuntado anteriormente: sólo un 70% del incremento anual de árboles se tala; el 30% restante se preserva.

La buena noticia es que España, lejos de estar a la cola de este significativo incremento de superficie arbolada, está haciendo bien su trabajo en pro del Medio ambiente. Según la oficina de estadística comunitaria Eurostat, España es el segundo país de la Unión Europea con más hectáreas de bosques: un total de 28 millones de hectáreas o el 57% de su territorio.

Suecia, con 30,9 millones de hectáreas, es el país con más bosques; le siguen España, Finlandia (con 23,3 millones de hectáreas); Francia, con 17,3; Alemania e Italia, ambos con 11 millones, y Polonia, con 9,2.

En cuanto al peso proporcional del área forestal respecto al territorio total, resaltan Suecia (75%); Finlandia (77%); Eslovenia (65%); España (57%) y Estonia (56%). Curiosamente, Francia, el país comunitario más grande, una climatología mucho más húmeda y una producción de madera superior a la española, sólo guarda una proporción de bosques respecto a su territorio total del 17,3%.

No acaban aquí los buenos datos. En España, la extracción anual de madera para todos los usos (aserrío, industria maderera y del mueble, construcción, fabricación de celulosa para papel y cartón, leña, etc.) supone unos 15 millones de metros cúbicos. La fabricación anual de 1.894.000 toneladas de celulosa, es decir, el consumo de madera cultivada como materia prima asciende a 5,8 millones de metros cúbicos.

En consecuencia, y según esta fuente, mientras las talas anuales suman 15 millones de m3, los bosques españoles aumentan a razón de 39 metros cúbicos por minuto, esto es, 20,5 millones de metros cúbicos anuales, lo que arroja un saldo positivo de 5,5 millones.

Los datos del Ministerio de Medio Ambiente lo confirman. La superficie forestal española ha crecido aproximadamente un millón de hectáreas en 10 años, unas 100.000 hectáreas por año. Y en este desarrollo, según la Administración, ha tenido mucho que ver la industria, que contribuye a aumentar y preservar la masa forestal. De hecho, gracias a su actividad existen y se mantienen unas 400.000 Has. de bosques gestionados que, de otro modo, no serían viables.

Pero en esta tendencia esperanzadora tampoco hay que perder de vista acciones puntuales de reforestación –que constituyen una inversión de futuro y toda una inyección de riqueza allí donde se plantean- producto de la RSC de algunas empresas cada vez más concienciadas con el Medio ambiente.

En este sentido, son numerosas las iniciativas de reforestación financiadas por distintas compañías dentro del marco de su política de Responsabilidad Social Corporativa. En muchas ocasiones, consiguen implicar a sus empleados, por lo que la acción tiene un efecto redundante: el hecho en sí de que nazca un bosque. Orange, Correos, British American Tobacco, Océ… es imposible mencionar a todas las empresas que han arrimado el hombro en esta tarea.

También distintas ONGs están plenamente involucradas en este tipo de acciones, pero en este caso su ámbito no sólo se concentra en nuestro país, sino que es mucho más ambicioso y se extiende a nivel global. Ese es el caso de la Organización no Gubernamental “Trees for the Future”, con la que colabora Océ dentro de su programa Océ Eco Start.

A través de esta organización, la compañía está plantando cientos de árboles con el fin de compensar la huella de carbono atribuible a sus operaciones de impresión. Así, cuando una empresa adquiere un sistema Océ, se calcula su uso esperado e impacto en el medio ambiente, y se actúa en consecuencia, plantando los árboles necesarios para compensar en parte sus emisiones.

Paralelamente, Océ presentó el pasado año el primer papel producido con criterios de emisión neutros de CO2, el denominado Océ Black Label Zero. Su principal valor es un mínimo impacto medioambiental, gracias a la reducción de emisiones, un menor consumo de agua y energía, y la utilización restringida de sustancias químicas. Lo que es más, todas las materias empleadas en su producción son certificadas por FSC (Consejo de Administración Forestal), es decir, proceden de bosques de gestión sostenible y responsable, según establece esta organización internacional no gubernamental e independiente. Además, es un papel TCF, pues no emplea cloro en su proceso de blanqueado.

Océ también cuenta con la certificación PEFC (Programa para el Reconocimiento de los Sistemas de Certificación Forestal), que ofrece toda una serie de importantes garantías sobre la sostenibilidad de sus papeles. La empresa ha logrado todo un hito: proporcionar a sus clientes una de las gamas más amplias de papeles sostenibles con certificaciones medioambientales PEFC y FSC, tanto para pequeño como para gran formato. En realidad, más del 75% de los papeles que utiliza en estos últimos tamaños disponen ya de certificación PEFC.

Y es que todas las partes de la cadena son importantes: el sector debe ser responsable y producir en base a criterios medioambientales, pero también los distintos actores deben implicarse y asegurarse de que están comprando los materiales adecuados.

Aún así, sabemos que estas iniciativas son sólo pequeños granos de arena, pero no por ello podemos infravalorar su importancia. Tengamos en cuenta que únicamente Trees for the Future ha ayudado a cientos de comunidades repartidas por todo el mundo a mejorar sus entornos a través de la plantación de 50 millones de árboles, restando de este modo a la atmósfera un millón de toneladas de CO2 cada año.