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La conexión entre ciudadanos y ciencia, alianza decisiva para un futuro sostenible
Jorge Villaverde,
director de Sostenibilidad de Capgemini
A estas alturas de la digitalización, nadie duda del poder de las redes sociales como espacio virtual con un destacado papel en la visualización y concienciación de determinados temas. Es el caso del cambio climático. En lo que va de año, desastres naturales como los intensos incendios forestales, la fuerza catastrófica del huracán Ian en Florida o las inundaciones mortales en Pakistán, han sido objeto de comentarios por parte de los usuarios en torno a nuestro impacto en el planeta y los peligros de la inacción del ser humano.
La irrupción de las redes sociales y su gran influencia han convertido al ecologismo en un asunto universal que se ha traducido en un aumento considerable del apoyo social al movimiento ambientalista. Pero, ¿son las RRSS una plataforma adecuada para identificar y comprender las principales preocupaciones ambientales de la sociedad? ¿Hasta qué punto las organizaciones deben redefinir sus enfoques de acción climática de forma que se adapten a las prioridades de los ciudadanos?
Con una comunidad de 330 millones de usuarios en todo el mundo formando parte activa de distintos debates sobre el cambio climático, es razonable pensar que el nivel de concienciación sobre esta problemática global es muy alto. Aun así, las acciones concretas hacia un futuro sostenible siguen siendo escasas. Ahora, más que nunca, la brecha entre palabras y resultados es motivo de preocupación.
Según un estudio realizado en 2022 por Dassault Systèmes y Capgemini, junto con la startup tecnológica francesa BLOOM, existen determinadas barreras que están frenando la acción climática y sobre las que las empresas deberían construir una estrategia para abordar el reto climático, como la falta de información fiable y útil, que fomenta el escepticismo y la sensación de impotencia entre los ciudadanos; el llamado optimismo inconexo, que premia y centra las ideas ambiciosas -pero poco realistas- de las diferentes soluciones; o la delegación de autoridad, que hace referencia a la sensación de que abordar el cambio climático es tarea de otros.
En los últimos años, la opinión pública ha alcanzado un elevado nivel de madurez en la comprensión de todo lo que conlleva la acción por el clima. Además, las compañías situadas en la primera plana del ecosistema empresarial son conscientes de que deben ajustar sus modelos de negocio hacia una economía más sostenible, siendo más explícitas y transparentes sobre el impacto de sus procesos. Sin embargo, hoy en día no todas están necesariamente preparadas para responder a estas expectativas. De este modo, el reto para ellas es muy ambicioso: trabajar más estrechamente con sus socios y clientes para reponer la credibilidad y la confianza en este debate, e impulsar a todos los grupos de interés hacia una economía baja en carbono.
Si analizamos las distintas redes sociales, TikTok se presenta como la plataforma clave que las empresas deben conocer y a la que deben acceder para establecer su estrategia ambiental a través de la tecnología de la comunicación. No en vano, el 77,5% de los usuarios tiene menos de 34 años, siendo un segmento de la población muy significativo y comprometido, cuyo interés y atención pueden ser una fuente de impulso y progreso hacia un cambio revelador.
Casos como el de la activista sueca Greta Thunberg, con 15 millones de seguidores en Instagram, 5 millones en Twitter y 3 millones en Facebook, y que se ha convertido en un icono del cambio climático y en voz de una generación preocupada por su futuro, demuestran el impacto y el calado de los mensajes virtuales y cómo las plataformas sociales han cambiado definitivamente la forma de comunicar.
Como en todo, también en las RR.SS. hay posicionamientos antagonistas que niegan la realidad del cambio climático. Lo que está aconteciendo con la desinformación climática no pasa desapercibido y las empresas de social media ya están tomando medidas para frenar cualquier narrativa que contenga información errónea, desautorice la ciencia del clima o ignore la urgencia de la situación. El acceso a la información precisa es vital para garantizar que las diferentes comunidades comprendan con claridad los factores que desencadenan e intensifican el calentamiento global.
Por parte de las empresas, también se espera una transición exitosa, manteniendo y fortaleciendo el vínculo entre ciencia, ciudadanos e instituciones públicas. En la era digital, muchas plataformas están movilizando con precisión nuevas capacidades de colaboración, observación y comunicación para comprender las posturas y superar los obstáculos a la acción climática; y evitando las declaraciones engañosas sobre la sostenibilidad de sus productos o servicios, lo que se conoce como greenwashing.
En definitiva, la exigencia de los usuarios y consumidores en materia de sostenibilidad es cada vez mayor. La educación ambiental es un factor imprescindible para concienciar a la sociedad actual sobre la realidad y, para esto, las redes sociales bien utilizadas representan el mejor canal en el que las organizaciones puedan dar a conocer su estrategia y sus procesos de acción por el clima, alineados con las expectativas de los ciudadanos. Ante el impacto cada vez más nocivo del cambio climático, la conexión entre los ciudadanos y la ciencia será decisiva para fomentar un futuro sostenible.
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