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Las empresas, a la búsqueda del equilibrio entre el impacto real de la sostenibilidad y la rentabilidad
Daniel Lois,
director de Sostenibilidad y RSC de Sodexo Iberia
La sostenibilidad se ha convertido en lo que llevamos de siglo en uno de los objetivos prioritarios e imperativos de nuestra sociedad, tanto a nivel particular, como a nivel global. Conseguir el progreso de la sociedad en su conjunto a la par que hacemos un uso responsable de nuestros recursos se ha convertido en algo crítico para asegurar nuestro futuro en el planeta. Así de simple, así de complejo. En línea con esta búsqueda del progreso sostenible, cada vez son más los compromisos de las administraciones y de las empresas en este sentido, que caminan de la mano para mejorar la calidad del entorno en el que nos movemos, interactuamos y vivimos.
La sostenibilidad se postula, sin duda, como el gran desafío de la humanidad, no solo de la presente década sino del siglo XXI, por eso las compañías se afanan en buscar la fórmula para que esta transformación social y empresarial sea, además de una realidad, un proceso rentable para ellas, pues la sostenibilidad básica para cualquier empresa es la económica, que debe ir acompañada de la sostenibilidad social y la ambiental, buscando generar impactos positivos en el entorno.
Pero, ¿es posible lograr un equilibrio entre impacto real de la sostenibilidad y rentabilidad de la empresa? No podemos obviar que la sostenibilidad es un tema de negocio, de saber gestionar riesgos, pero también de saber gestionar oportunidades. Por eso, desde el punto de vista empresarial, es necesario incorporar los criterios ambientales, sociales y de buena gobernanza dentro de las organizaciones, integrando esos cambios en las planificaciones estratégicas de los consejos y comités de dirección, en el core de las empresas, con el objetivo de que puedan asimilar estas transformaciones y las trasladen a la propia cultura corporativa.
Para ello, las compañías han desarrollado diferentes estrategias que permiten medir ese impacto real de la sostenibilidad a nivel de negocio. Pero para que esta medición sea efectiva, no puede quedarse meramente en el dato, sino que los departamentos dedicados al área de sostenibilidad han de buscar el significado del mismo y cómo afecta este a la compañía, a los propios trabajadores y a la sociedad en su conjunto. En este contexto, tan importante es el objetivo final como el camino que se sigue para alcanzarlo.
Con el fin de generar el mayor impacto posible, es necesario involucrar a todos los agentes de la cadena de suministro, desde proveedores a clientes e, incluso, a la competencia, generando alianzas estratégicas y permeables que permitan, no solo diversificar la producción e implementar cambios en la cadena de valor que no afecten a las inestabilidades que pudieran surgir al negocio, sino afrontar retos de forma conjunta y crear un núcleo sólido que les permita luchar ante las adversidades como sector.
En este sentido, es importante que las compañías adopten una actitud proactiva en la gestión de la sostenibilidad. Solo de esta forma puede incrementarse la generación de oportunidades. Así pues, los departamentos de sostenibilidad y ESG deben dar un paso al frente y erigirse en promotores de acciones operativas, tácticas y estratégicas dentro de este ámbito, con el fin de adelantarse a las medidas y legislaciones en materia medioambiental y social que pudieran aprobarse desde las administraciones. Además, esta anticipación de las empresas sirve de acicate para impulsar nuevas normativas en este tipo de políticas.
A través de este tipo de actitudes, las empresas consiguen impregnar de ese espíritu transformador y de adaptación a todos los ámbitos corporativos de una forma integral, desde la alta dirección hasta los mandos intermedios; de esta forma, cada uno de los individuos se pueden sumar de forma individual y se pueden implicar de manera continua en la apuesta por la sostenibilidad, no solo a nivel empresarial, sino en su vida diaria, haciendo efectivos, por tanto, esta transformación y el consiguiente impacto real tan necesarios en las políticas de sostenibilidad.
En efecto, hace falta un cambio para transformar el entorno social y empresarial que necesitamos, y solos no podemos, por eso tenemos que buscar elementos adicionales de valor para evolucionar. La sostenibilidad es una carrera de fondo, no exenta de curvas y de subidas y bajadas, de manera que es fundamental mantener el espíritu de adaptación al entorno y de mejora, impulsando la claridad y la transparencia desde los departamentos especializados. Solo así, las empresas lograrán implementar las facilidades que favorezcan ser ecológicamente integrales y sostenibles y construir relaciones comerciales y alianzas empresariales en este sentido, permitiendo ver las oportunidades que se presentan en cada uno de los desafíos que se plantean en la materia.
El reto de la red empresarial es, por tanto, seguir sumando con equipos comprometidos que lleven a cabo una auténtica transición sostenible y global a través de proyectos de innovación que permitan ser más competitivos y prestar atención a todos los grupos de interés, desde clientes, a colaboradores y proveedores. La única forma de avanzar, la única forma de lograr el equilibrio entre impacto real de la sostenibilidad y rentabilidad de la empresa, es hacerlo todos juntos porque, sí, un mundo y un futuro mejor sí es posible.
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