OPINIÓN

¿Responsabilidad Social Universitaria?

Eduardo Gómez Martín,

Director adjunto a la Dirección General de ESIC Business & Marketing School

Eduardo Gómez Martín

Desde hace muchos años se viene hablando en el ámbito empresarial, incluso de forma recurrente, de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), debido, entre otras cosas, a la reflexión que se ha realizado sobre el papel de la empresa y su responsabilidad ante la sociedad. Algo parecido está haciendo últimamente la universidad española iniciando una reflexión sobre su función social. ¿Es legítimo que asignemos una tarea de este tipo a las universidades y escuelas de formación superior cuando su objeto principal es la docencia e investigación?

Como ocurre a muchas instituciones, la universidad también corre el peligro de elevar el conocimiento científico, investigado y enseñado, a una categoría absoluta olvidándose del sentido último y profundo que tiene: ser útil a la sociedad.

Algo que podemos dar por supuesto es la existencia de consenso sobre la responsabilidad de la universidad a la hora de formar futuros profesionales comprometidos con la sociedad y el entorno buscando, a parte de maximizar sus beneficios, hacerlo del modo más responsable posible.

En este sentido, nos damos cuenta que es necesario afrontar desde el principio la formación integral de los alumnos. Para ello propongo dos herramientas que pueden ser útiles:

- La primera tiene que ver con la enseñanza curricular de la Deontología profesional y/o Ética de los negocios. La formación no puede limitarse a la creación, como si de una fábrica se tratase, de los mejores profesionales, que es necesario, sino que ha de dar un paso más para logar formar ciudadanos que son capaces de dar cuentas a la sociedad de sus preocupaciones y ocupaciones. Esta dicotomía entre -mejor profesional- y -buen ciudadano- no debería dejarse de manifiesto puesto que es obvio que el mejor profesional no sólo es el que consigue la excelencia académica basada en unos resultados numéricos, sino aquel que ha sido capaz de adquirir ciertas competencias y valores que cada materia exige; pero considero que no debemos dar nada por supuesto y apostar por una formación troncal en estas materias, aunque ofrezcamos la adquisición de valores y cierto comportamiento responsable de un modo transversal.

- La segunda herramienta tiene que ver con la promoción del voluntariado en la universidad, lo que conlleva necesariamente a una formación en el compromiso solidario de los alumnos. Esto no es algo nuevo, puesto que muchos centros llevan promoviendo dichas iniciativas desde su creación, pero implica llevarlo a cabo de un determinado modo para evitar ciertos peligros que a mi juicio siempre están presentes. En primer lugar, no podemos desligar el compromiso social de la formación académica, puesto que no constituye algo complementario y/o extraescolar, sino que tiene que ver con la misión de la universidad: ser útil a la sociedad. Se han de crear espacios integradores entre estas dos dimensiones, comenzando por el compromiso del claustro docente en este proyecto. En segundo lugar, es imprescindible que la realización de actividades solidarias conlleve una reflexión profunda por parte del alumno, tanto en el aula como en otros ámbitos, acerca de la cultura actual que nos rodea, la estructura social, los problemas sociales, el hombre y la mujer de hoy como centro de toda sociedad, etc. Sería muy pobre que nos limitásemos a “repartir” voluntarios en distintos lugares para que tengan una experiencia más o a realizar “actividades” sin más, que no tuviesen un proyecto integrador que nos permita saber qué queremos conseguir y cómo lo vamos a llevar a cabo.

La universidad hoy no puede esperar más, ha de educar grandes ciudadanos comprometidos con el hombre y la mujer de hoy. Es responsabilidad suya formar profesionales que sean capaces de curar las heridas sociales existentes, aportando ciencia y conocimiento aplicado para mejorar la vida social de todos. Al mismo tiempo, los ciudadanos, podemos/debemos esperar, pedir e incluso exigir que esta institución tan arraigada a lo largo del tiempo, se tome muy enserio la formación de aquellos que tras cuatro o cinco años en la universidad saldrán al mundo real a desempeñar tareas, seguro que siempre importantes. Es urgente, a día de hoy, formar buenos profesionales y profesionales buenos.