OPINIÓN

RC eres tú, soy yo, es aquél,…

Julia Salsas,

consultora de ConSentidoComún

Julia Salsas

Rezaba el titular de un artículo de hace algunos domingos en el suplemento económico de un diario generalista: “las empresas por un lado, el país por otro”. ¡Qué acertado, qué real! Qué dolorosa diagnosis, tan perfecta y acertadamente resumida en nueve palabras. Una realidad que ha provocado, entre otras causas, la crisis de este nuestro país, parafraseando, por ponerle un poco de humor a esta situación, al por muchos querido Sr. Cuesta. Pero es cierto que debemos tomárnoslo en serio. No quiero decir que debamos andar por ahí enfadados (muchos confunden ambos términos), sino adoptar una posición frente a este hecho más profesional e intentar unir de manera eficaz y eficiente a la empresa con la sociedad que la rodea. No son ni pueden ser indisociables: la una sin la otra no podría existir, y la otra hace que la una pueda crecer. Quizás en un futuro nos ahorramos muchas consecuencias que hoy están arruinando, no sólo a nivel económico sino, y sobre todo a nivel psicológico, multitud de sociedades.

De la misma manera que hace unos años incorporábamos el concepto y el sistema de gestión a las empresas de la calidad, hoy le toca el turno a la responsabilidad corporativa. Pero probablemente, primero hay que explicar al ciudadano, a ése que no se mueve entre consejos de administración, a aquél que desconoce el funcionamiento integral de una organización, qué es eso de la RSC, o RSE, o RC. Porque la RC podrían ser las siglas correspondientes a la Responsabilidad Ciudadana y así RC serías tú, y yo, y aquél, y el de más allá. Sí, la RC empieza por cada uno de nosotros, cada ciudadano debe comprender que también tiene unas co-responsabilidades con su entorno. Y es que, como muy bien apuntaba Argandoña en uno de sus más que didácticos escritos “¿puede ser responsable una colectividad de personas? (…) Las empresas no tienen un alma que se pueda condenar, ni un cuerpo que se pueda flagelar. Por tanto, no se puede decir que la empresa sea responsable en el mismo sentido que lo son las personas”.

¿Por dónde empezar? Por el principio: un ciudadano responsable se consigue a través de una buena educación. También al estudiante hay que empezar a formarle en materia de responsabilidad corporativa. Sin pretender ni querer restar mérito a las escuelas de negocios, éstas deberían replantearse algunos conceptos que inculcan con auténtico esmero como la “competitividad” para dar paso a otros como la “colaboración”, la “cocreación”... La RSC sabe de ello y en muchas de sus políticas fomenta la unión de pares, hasta hace poco tan dispares como la empresa y el tercer sector, los sindicatos y los accionistas, los empleados y el medioambiente... Una de las formas que las empresas utilizan para abordar cuestiones sociales son las alianzas intersectoriales con organizaciones de la sociedad civil, un sistema que busca atender asuntos sociales y medioambientales conjugando enfoques distintos pero siendo capaz de generar beneficios mutuos. Al compartir los conocimientos, recursos y experiencia de cada sector, estas alianzas tienen el potencial de crear soluciones innovadoras para el desarrollo bajo un planteamiento más integrado y sostenible, de forma que generan oportunidades económicas, atacan las necesidades sociales y medioambientales y complementan las estructuras de gobierno. Si algo positivo puede suponer esta crisis es cómo entre todos podemos rediseñar el capitalismo, donde el eje y el motor de cambio se centra en el ciudadano y no tanto en los beneficios.

Es durante la formación de los jóvenes, aquellos que los próximos años dirigirán las empresas de nuestro país, cuando debemos mostrarles y enseñarles el camino más directo para desarrollar una buena gestión empresarial, un gobierno ético de compañías en las que el fomento de buenas prácticas y la inclusión de valores sociales y medioambientales no suene a algo meramente “marketiniano”, sino se contemple como una actitud competitiva – en el sentido positivo de la palabra - y creadora de valor empresarial.

La Innovación ha conseguido ganar adeptos con más facilidad y mayor rapidez entre estudiantes, grandes empresas y PYMES, políticos y sociedad en general que la RSC. Porqué es algo que, de entrada, todo el mundo entiende aunque pocos sepan de verdad cómo y con qué innovar. Pues señores, ser un ciudadano y una empresa responsable, hoy en día, también es innovador. E innovar en la educación es una de las grandes responsabilidades para este 2011. Sentar las bases de un nuevo enfoque educativo para lograr instituciones creadoras de capital social a través de directivos y empresarios competentes, luchadores, líderes que sepan articular competitividad y cooperación, creación de valor para el accionista con la creación de valor para el conjunto de implicados (o stakeholders), que sepan armonizar el corto con el largo plazo. De lo contrario, algún día, ese mismo suplemento económico de ese mismo diario generalista abrirá sus página con un artículo cuyo título podría ser “escuelas de negocio, fábricas de especuladores; sociedad, creadora de seres responsables”. Y siendo así, ¿quién querrá entre sus filas a esos “depredadores sin valores?”.

Comprometámonos este año, cada uno desde su área de influencia, a ser más responsables: el mundo académico a dotar de valores a sus estudiantes, las empresas a fomentar y desarrollar prácticas responsables a través de la unión estratégica con otras entidades, los empleados a ser proactivos y resolutivos en su labor diaria, los medios a difundir a través de sus páginas las acciones que trascienden del marketing social y que surgen del ADN de las empresas verdaderamente comprometidas,…

Porqué no todo es RC, pero RC somos todos, con el permiso de Hacienda.