ENTREVISTA

Los efectos colaterales de la COVID-19 agravan la situación de los países menos desarrollados


Laura Calonge,

responsable de Colaboraciones Estratégicas de Médicos Sin Fronteras

Laura Calonge 22/10/2020

Médicos Sin Fronteras es una organización de acción médico-humanitaria que asiste a personas afectadas por conflictos armados, violencia, epidemias o enfermedades olvidadas, desastres naturales y exclusión de la atención médica. La ONG goza de una independencia de acción gracias a los más de seis millones de personas y entidades privadas que son socias o colaboradoras de la organización en todo el mundo.

 

¿Cómo ha evolucionado la organización en los últimos años?

El próximo año, en 2021, Médicos Sin Fronteras cumplirá 50 años de su creación y en estas cinco décadas nuestra esencia se ha mantenido intacta. Nuestros principios y valores de intervención, recogidos en nuestra Carta Magna, siguen vigentes y se basan en una independencia de acción, respaldada por una independencia financiera, política y religiosa. De hecho, hace unos años, renunciamos a los fondos de la Unión Europea, que apenas alcanzaban el 10% de nuestra financiación total, porque estábamos en desacuerdo con sus políticas de inmigración y con el hecho de que en el Mediterráneo continúan muriendo personas mientras nuestros políticos miran hacia otro lado, eludiendo sus responsabilidades. Gracias a esta independencia, Médicos Sin Fronteras puede llevar a cabo su misión que no es otra que asistir a las personas más vulnerables, las víctimas de conflictos armados, de epidemias, etc. Además, seguimos manteniendo un pilar muy importante que está vinculado a la comunicación y al testimonio para dar a conocer la realidad de las personas que sufren violaciones de derechos humanos y conseguir que produzcan cambios.

 

Pero la organización ha crecido y se ha hecho más compleja…

Hace tres décadas, la atención médica que podíamos proporcionar era relativamente básica. Ahora somos capaces de montar un hospital con todo tipo de servicios, incluso cirugía especializada, en menos de 24 horas. Y lo más importante de todo es que lo hacemos en lugares de muy difícil acceso, muy cerca de donde se producen los combates o en el lugar mismo donde ha habido un desastre natural. Además, hemos avanzado mucho en el campo de la telemedicina

 

Y llegó la COVID-19. ¿De qué manera ha afectado la pandemia a una organización especializada en emergencias sanitarias?

La pandemia de la COVID-19 nos ha llevado a replantear nuestras intervenciones en muy poco tiempo, porque de repente nos encontramos ante una emergencia que afecta a muchos países del mundo de forma simultánea y pone en juego nuestro sistema de actuación y nuestra movilización de personas y suministros. Además, nos ha llevado a anticipar nuestra actuación porque sabíamos que el impacto de la COVID-19 iba ser a a todavía mayor en los países con menos recursos y donde la gente tiene un menor acceso a la salud. No tanto por la enfermedad en sí, que también, sino por las consecuencias y los efectos colaterales que esta pandemia iba a tener en el acceso a la salud o a los recursos básicos. Esto ha provocado que la organización, de una manera muy rápida y flexible, se haya tenido que readaptar para buscar nuevas soluciones y estrategias que nos permitan afrontar la pandemia.

 

También ha llevado a Médicos Sin Fronteras a trabajar en España. ¿Cuál ha sido vuestro papel en la emergencia sanitaria en nuestro país?

Después de la experiencia en Italia y de la información que nos llegaba de nuestros colegas del país alpino, preveíamos que la COVID-19 iba a impactar muy fuerte en España y que las estructuras sanitarias se iban a desbordar. Por este motivo, los equipos de emergencia, que están basados en Barcelona y dan apoyo a todo el mundo, se pusieron en alerta para ver qué podíamos hacer, puesto que tenemos un importante expertise en la gestión de emergencias sanitarias y epidemias masivas, como el cólera o el ébola, en otros países. Lo primero que hicimos fue dar apoyo técnico a instituciones, autoridades y al personal médico que estaba al frente de sistema sanitario para gestionar la avalancha de pacientes en hospitales, centros de salud, etc. Ayudamos a gestionar los hospitales para hacer circuitos seguros y dimos apoyo logístico para la instalación de estructuras semipermanentes, que permitieran acoger a los pacientes que acudían a los hospitales que empezaban a estar saturados. Otro de los ejes de actuación muy importantes fue pensar en los más vulnerables de esta pandemia, es decir, las personas mayores y las residencias. Las residencias no están bajo el paraguas del Ministerio de Sanidad, por lo que en los primeros momentos de la pandemia no fueron estructuras prioritarias. Por ello, con el objetivo de minimizar los casos de coronavirus y su propagación, visitamos muchas residencias para impartir formación técnica, explicarles cómo podían actuar con los recursos que tenían y llevarles equipos de protección. Además, lanzamos una plataforma online a través de la cual organizamos muchos webinar los profesionales que estaban en la primera línea combatiendo la pandemia. En ellos, les explicábamos desde cómo tenían que ponerse un EPI hasta cómo cuidar de su salud mental.

 

¿Cree que la pandemia vuelve a poner de relieve la dualidad entre países ricos y pobres?

La pandemia ha puesto de manifiesto que todos estamos en la misma tormenta, pero contamos con diferentes medios y recursos para sortearla. Evidentemente, la COVID-19 ha monopolizado la información respecto a lo que está pasando en el mundo y, al afectar a los países desarrollados, focaliza la atención mediática en estos países. Nadie puede negar que el efecto colateral de la pandemia es la gestación de una crisis económica importante, pero existen otras problemáticas en el mundo, que venían de antes de la COVID-19, que ahora se han agravado con la pandemia y, además, hay menos espacio a nivel comunicativo para poder hablar de estas realidades.

 

¿Por qué?

Porque por primera vez, la gente se siente miedo a la incertidumbre. Las personas se preocupan de ellas mismas y de sus allegados. Además, como se trata de una enfermedad nueva sobre la que todavía tenemos mucho que descubrir y conocer a nivel científico, sobre su evolución, tratamiento, vacunas…, pues hace que la COVID-19 se convierta en un imán muy poderoso que acapara toda la atención. Por ello, desde Médicos Sin Fronteras intentamos buscar los espacios para poder hablar de otras realidades y de las consecuencias de la COVID-19 en otros países.

 

¿De qué forma está afectando a los países menos desarrollados?

Tanto en África como en América Latina, la epidemia está provocando un cambio de los hábitos de vida de los ciudadanos. La gente no va al médico por miedo a contagiarse, los mercados se cierran para evitar la propagación del virus, las familias ven sus ingresos mermados y no tienen recursos para comprar comida y materiales de protección… Al final, cortas su modus vivendi y ello se traduce en efectos colaterales como menores ingresos de la familia, escasez de comida, mayor desnutrición, no van a los hospitales… Se trata de una serie de consecuencias en cascada que agravan la COVID-19.

 

¿En qué se traduce el hecho de que una emergencia como la COVID-19 acapare toda la atención y todos los recursos?

Te voy a poner un ejemplo. Durante la epidemia de ébola, que afectó a la RD Congo entre 2018 y 2020, el número de niños fallecidos por sarampión fue diez veces mayor que el de niños fallecidos por ébola. Y eso, a pesar de que el sarampión es una enfermedad que puede prevenirse con una simple vacuna. ¿Y qué pasó entonces? Que esas vacunas no se llegaron a poner, porque los recursos humanos y materiales estaban volcados en atender la emergencia del ébola. Eso es algo que está pasando de nuevo en muchos países con la COVID-19, que, por atender una emergencia, se dejan de lado muchas actividades médicas preventivas que son esenciales para salvar vidas.

 

A nivel de concienciación ciudadana con la causa, ¿se mantiene o ha bajado a consecuencia de la crisis?

Siempre que hay una emergencia mediática, en general, se produce un espíritu de solidaridad muy reactivo y en estas situaciones la sociedad española siempre se ha volcado. En el caso de la COVID-19 ha pasado lo mismo porque la sociedad se ha dado cuenta de que la vulnerabilidad nos afecta a todos. Esto ha abier to una sensibilidad y una solidaridad que nos ha ayudado mucho y desde Médicos Sin Fronteras estamos muy agradecidos porque ha habido una importante reacción y la ciudadanía nos ha apoyado para ayudar en esta pandemia. Sentimos que nuestra base social sigue a nuestro lado, aunque somos conscientes de que tanto las personas como las empresas tienen muchas incertidumbres sobre cómo va a evolucionar la pandemia y las consecuencias colaterales que puede conllevar a nivel económico y social. Nuestra perspectiva es que estamos en un nuevo paradigma que continuará en el 2021.

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