ENTREVISTA

Mi sensación es que muy pocas compañías han incorporado los ODS a su estrategia


Alberto Andreu,

profesor de la Universidad de Navarra y senior advisor de Atrevia y EY

Alberto Andreu 04/03/2020

Alberto Andreu Pinillos es doctor cum laude en Economía y Empresa por la Universidad Pontificia Comillas, MBA en el IE Business School y licenciado en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas ICAI-ICADE. Actualmente es senior advisor de EY y de ATREVIA, asesor del Consejo de Calidad Pascual en materia de RSC y associate professor de la School of Economics and Business Administration de la Universidad de Navarra y director ejecutivo del Master de Dirección de Personas de esa Universidad. Andreu es experto en definir el propósito de las compañías y alinear las organizaciones en procesos de transformación a través de funciones como Reputación, RSC / Sostenibilidad, Marca / Identidad Corporativa, y Organización / Cultura Corporativa.

 

 

Responsabilidad Social Corporativa, negocio responsable, sostenibilidad… ¿Continuamos inmersos en el debate conceptual?

El debate terminológico lleva muchos años. Hasta ahora el concepto de RSC se ha vinculado a la parte social y nos ha llevado a proyectos filantrópicos que no eran nucleares para el negocio, mientras que la sostenibilidad lleva asociado el imaginario ambiental, con lo que parecían ser dos especialidades diferentes. Buena parte del mundo académico equipara ambos conceptos y establece que RSC y sostenibilidad son conceptos parecidos siempre cuando se cumplan tres aspectos: cumplir de la ley, minimizar los impactos negativos de la actividad y maximizar los ingresos en aquellos campos de impacto positivo.

 

Así pues, ¿la regulación es un factor que impulsa la Responsabilidad Empresarial?

Cumplir la ley, per se, te hace ser responsable, pero entre el cumplimiento de la ley y dar un paso más allá se encuentra el concepto de RSC, aunque es cierto que las leyes han acelerado determinados comportamientos. En 2014, la Ley de Sociedades de Capital establece que los consejos de administración tienen la responsabilidad indelegable en materia de RSC, lo que significa que tienen que responder por ella del mismo modo que rinden cuentas de la política de dividendos o la estrategia. Después, en 2015, el Código de buen gobierno de las sociedades cotizadas de la CNMV recomienda que el consejo tiene que aprobar una política de RSC, con unos determinados criterios, y debe crear una serie de comisiones. En 2016, la reforma del Código Penal establece que las compañías tienen que disponer de un sistema por el cual deben justificar la diligencia debida y si no, pueden incurrir en ilícitos penales en una serie de ámbitos como, por ejemplo, los impactos ambientales. Y, finalmente, en 2018 se aprueba la Ley de Información no Financiera y Diversidad. Todo esto ya no compone un ámbito de voluntariedad, sino de ordenamiento jurídico, de prácticas de autogobierno y de recomendaciones.

 

Entonces, ¿dónde queda el ámbito de la voluntariedad? ¿Sin la existencia de la ley se hubiera acelerado la RSC?

Yo creo que no. Durante mucho tiempo hemos confundido si la RSC es voluntaria o no. Es voluntario el paso de ir más allá de la ley, es voluntario invertir en programas sociales y eso, en cualquier caso va a continuar siendo así. En India, por ejemplo, todas las empresas con un determinado volumen de facturación tienen que destinar el 0,7% de sus ingresos a financiar casusas sociales. ¿Qué ocurriría si fuese el caso en España? Ese 0,7% lo pagarían los clientes. No creo que los proyectos sociales se puedan imponer por ley, pero sí se puede trabajar legislativamente en todos aquellos aspectos que afectan a la transparencia, a la rendición de cuentas, a la parte ambiental, a los derechos laborales… que de hecho ya forma parte del ordenamiento jurídico español.

 

Y en este escenario, ¿qué papel juegan los ODS?

Muchas empresas utilizan los Objetivos de Desarrollo Sostenible como marco de reporte, pero en realidad son un framework de comunicación, son 17 objetivos y 167 medidas que no tienen indicadores para ser un marco de reporte. Y lo que nos estamos encontrando es que muchas empresas asocian las acciones que ya estaban haciendo a cada uno de los 17 ODS. En este punto, la pregunta es: ¿Las empresas están dejando de hacer cosas y haciendo otras adicionales a consecuencia de la introducción de los ODS en su estrategia? Habrá que investigar. Mi sensación es que muy pocas compañías han incorporado los ODS a su estrategia y que casi todas los están utilizando como un framework de comunicación.

 

Ante la actual crisis climática, se pone en duda el crecimiento ilimitado. ¿Qué opinión le merece?

Me parece legítimo querer incrementar la cuota de negocio, pero también es necesario poner una serie de límites a la hora de ganar dinero, por ejemplo, en cuanto a la mano de obra, la cadena de suministro, la economía circular… Otra cuestión es que nos replanteemos, de manera global, nuestro modelo de economía de mercado. Este es otro planteamiento y, sinceramente, no sé como se puede desarrollar el nuevo modelo capitalista.

 

¿Limitando la capacidad de crecimiento?

Puede ser, pero no lo veo nítido de aquí a un cierto tiempo. Por ejemplo, la descarbonizacion de la economía supone otro modelo de negocio distinto, pero no deja de ser un modelo de negocio. No podemos plantearnos una transición energética a pérdidas, tienes que plantearla a ganancias porque si no, no se va a producir. No sé como se puede replantear el capitalismo para que frene su modelo de crecimiento, quizás lo que se puede plantear es que en el modelo de crecimiento no todo valga y existan una serie de líneas rojas.

 

Al final, la responsabilidad también es la sostenibilidad de la empresa…

Claro. El equilibrio entre lo que gano y cómo lo gano me parece razonable. Lo que no parece razonable es el debate entre gano y dejo de ganar porque al final ese valor que dejas de recibir lo dejas de repercutir en la sociedad. No es un debate fácil. No estamos hablando solo de un modelo de sostenibilidad, estamos hablando de un modelo político y económico distinto.

 

¿Qué cree que tienen que hacer las empresas?

En primer lugar, me parece fundamental una mayor implicación del consejo de administración en materia de RSC. Un segundo elemento es que cumplir la ley es importante pero no es suficiente. En el mundo actual los últimos grandes escándalos reputacionales han venido de compañías que, cumpliendo la ley, de alguna forma se han dejado algunas cosas en el trastero, como por ejemplo una farmacéutica que descubre un posible medicamento que puede frenar el Alzheimer pero, como no forma parte de su core business, decide no desarrollarlo. Un tercer elemento interesante es focalizar en el proceso de toma de decisiones, en la gobernanza, porque al final cuando uno toma una decisión tiene que tener en cuenta una serie de criterios más allá de los puramente económicos. Las compañías toman las decisiones en función de lo que ingresan o pueden dejar de ganar, pero hay una serie de líneas rojas, de criterios o de preguntas que te hacen pensar de forma distinta. Por ejemplo, hay directivos que cuando toman una decisión se preguntan: ¿Qué titular de periódico nunca quisiera que apareciera? ¿Cómo se lo explico a mis hijos? Ese tipo de cuestiones incorporan criterios adicionales. Un cuarto aspecto muy relevante es la introducción de la tecnología en el ámbito de la trazabilidad de la cadena de suministro, el manejo de los datos, el uso de la Inteligencia Artificial de una manera responsable… Es un tema que me parece muy relevante, pero se habla muy poco de ello. Y, finalmente, tenemos que acostumbrarnos al concepto de la rendición de cuentas. Muchas compañías asumen compromisos públicos sobre determinados aspectos pero ¿cuántas luego terminan reportando el nivel de cumplimiento alcanzado? Hay que avanzar en los consejos de administración, ir más allá de lo que exige la ley, mayor gobernanza, tecnología y rendición de cuentas, creo que por ahí vienen las líneas de trabajo

 

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