Sí, pero necesitamos una transición. Con las tecnologías disponibles actualmente como las renovables, la bomba de calor, las baterías… podemos descarbonizar en torno al 70% del consumo de energía de forma competitiva. Esto es lo que ha cambiado. Hace 15 años, lo verde era mucho más caro, pero en la actualidad las renovables son la forma más económica de producir electricidad en el 95% del planeta. También existen otras tecnologías, como el hidrógeno verde que habrá que escalar, pero es un gran cambio y es posible.
El objetivo de triplicar las renovables consiste en que, si ahora estamos instalando 400 GW de renovables en el mundo, tenemos que instalar 1.200 GW. Es un esfuerzo considerable porque es intensivo en inversión, pero luego es la forma más económica de producir energía. Entonces, es posible. Ahora bien, hay que superar unas barreras importantes: que no lo hagan solamente los países desarrollados, sino también los países en vías de desarrollo, hay que desarrollar la red eléctrica, hay que mejorar el permiting…, pero son problemas que se pueden resolver.
Además, cuando hablamos de cambiar el modelo energético basado en renovables nos referimos a cambio de modelo económico. Se trata de virar de una economía de gasto, en la que salen de nuestro país 80.000 millones de euros hacia países productores de petróleo, a una economía donde esos 80.000 se invierten en nuestro país y eso genera valor añadido y empleo.
Los 1,7 billones de euros los veo como oportunidad, no como coste, porque esto es competitivo, con una visión de futuro y generación de empleo. Según la Agencia Internacional de la Energía, en esta transición energética, por cada empleo de fósil que se destruye, se crean dos renovables. En España hay un yacimiento de empleo tremendo y las cifras del PNIEC así lo avalan. ¿Qué hay que hacer? Capacitación a todos los niveles, tanto de titulaciones superiores como de Formación Profesional. En muchos países, hoy en día, la falta de recursos humanos es una barrera para el desarrollo de la transición, por ello nos tenemos que adelantar.
Totalmente, pero es muy importante entender la dimensión de este cambio.
Estamos ante una revolución industrial y España está muy bien posicionada por dos factores principales. En primer lugar, porque por nuestra situación geográfica, somos el país de Europa con más recursos renovables y, por tanto, en este cambio de fósiles a renovables, vamos a tener una energía más competitiva que provocará que empresas industriales se instalen en nuestro país, porque vamos a tener una energía más limpia y barata.
Y, en segundo lugar, tenemos una buena base industrial. Tenemos empresas de construcción, energéticas, de gestión de agua, suministradoras… ¿Por qué en Alemania tiene la industria que tiene? Porque tenía una buena base industrial y porque tenía el gas ruso barato. Eso se ha acabado. Nuestro principal atractivo es que vamos a tener la energía más económica.
Las energías renovables son rentables porque son buenas para el planeta, para la sociedad y para el inversor. Ese es el reto que debemos conseguir. Pero, además, tenemos que compartir valor con las comunidades locales que, a menudo, es lo que provoca el rechazo a las renovables. Aquí, el papel de los medios de comunicación y de las ONG es fundamental para explicar, por ejemplo, que muchas veces no vemos el impacto de los fósiles cuando circulas en tu coche de combustión, pero en cambio, si tienes un aerogenerador cerca, ves el impacto visual que tiene.
Las empresas del GECV queremos hacer cosas que, además de ser buenas para el planeta, sean buenas para las comunidades locales, porque tiene esto tiene que beneficiar a todo el mundo. Creemos que hay que potenciar el empleo local, potenciar que industrias y suministradores vayan cerca de los parques eólicos o fotovoltaicos. Tenemos que conseguir que, además de ser bueno para el clima, sea bueno para la economía local y sea bueno también para la biodiversidad. Tenemos que hacer posible la convivencia de la transición energética con la transición justa y la transición justa incluye a esas comunidades locales que se tienen también que beneficiar.
Apoyamos políticas de transición justa, de no dejar a nadie atrás, y también pedimos defensa a la industria española que está sujeta a la competencia global de otros países que no apuestan tanto por el medio ambiente. A esa industria, hay que protegerla.
Por ejemplo, el cierre del carbón en los últimos cinco años se ha hecho muy bien porque hemos trabajado con las empresas, administración central y comunidades autónomas para elaborar convenios que ayuden a asegurar los puestos de trabajo en el entorno. Además, se han hecho cosas muy bonitas de cocreación de soluciones con las comunidades locales. En algunos sitios se ha sustituido por renovables, en otros se ha generado industria, en otros se ha apostado por el turismo… Todo esto ha sido muy positivo y es una lección que tenemos que aprender.
Creo que España será un país donde el efecto de la transición va a tener efectos positivos netos, o sea que se va a generar más y mejor trabajo. Ahora bien, va a haber sectores, algunas regiones y partes de la sociedad que se van a ver negativamente afectadas y, por tanto, es muy importante ayudar a esas comunidades. Hay perdedores y hay que ayudar a esos perdedores. Y luego tienes que asegurar a la población el acceso a las soluciones limpias, como por ejemplo los vehículos eléctricos, y por ello es importante que existan ayudas y estas sean fáciles de acceder.
Totalmente, la IRA ofrece ayudas directas. Por eso se mezcla política climática con política industrial. Otro punto es el tema ideológico. Como GECV, organizamos encuentros con políticos y vemos que existe alguna diferencia en los detalles, pero no en el fondo de la cuestión. En definitiva, la economía verde no es ideología, es economía y son oportunidades.
Hacen falta políticas nacionales que hagan viables los objetivos, porque esto es lo que guía a las empresas. Las empresas estamos haciendo cosas, pero hay que acelerar y los gobiernos tienen que aprobar políticas pragmáticas porque, por ejemplo, en el caso de la electrificación de transporte España va la cola de Europa. Aquí el problema no es la falta de implementación política, sino la implementación de esas políticas. Por ejemplo, Portugal, un país de nuestro nivel económico y cultura similar, se compran el doble de vehículos eléctricos por cada 1.000 habitantes que en España porque tiene un sistema de ayudas más efectivo. En definitiva, hacen faltas políticas y una política fiscal que aplique el principio que quien contamina paga.
Pues paga por ahorrar. Eso se llama poner precio a la externalidad en economía. Cuando utilizas un coche diésel, tienes una externalidad porque estás provocando un daño al medio ambiente. Entonces ¿por qué te compras un coche diésel? Porque ese coste a la sociedad no se está internalizando en el precio, sino que es un coste real a la sociedad. En el GECV somos partidarios de una reforma fiscal aplicando al principio de mantenimiento la presión fiscal. Si tú pones impuesto sobre cosas malas, como contaminar, y quitas impuestos sobre cosas buenas, como contratar a gente, un en un marco de neutralidad recaudatoria estás dando la señal de contratar a gente y de dejar de contaminar.