ENTREVISTA

Las empresas más competitivas son aquellas que creen en los principios de la sostenibilidad


Luis M. Jiménez Herrero,

presidente de Asociación para la Sostenibilidad y el Progreso de las Sociedades (ASYPS)

Luis M. Jiménez Herrero 10/02/2015

¿Las ciudades deben ser sostenibles o resilientes?

La idea de sostenibilidad está centrada en un proceso de adaptación a un cambio permanente de equilibrios, reequilibrios, adaptaciones, readaptaciones… La sostenibilidad no es un estado fijo de armonía, es un camino que se va construyendo con parámetros de función más sostenible, de consumos más racionales, pero no es un modelo definido porque lo que es sostenible ahora dentro de 20 años puede no serlo. En esta idea de cambio y de transformación está intrínseco el concepto de resiliencia. En este sentido, con los problemas de cambio global las ciudades deben ser resilientes para resistir a esas fluctuaciones que se van a avecinar con el cambio climático como los cambios bruscos, las inundaciones, las olas de calor… Bajo esta idea de resiliencia se están empezando a hacer nuevos planes de desarrollo urbano sostenible y participativo, donde la ciudadanía puede expresarse.

¿Esta sería la gran diferencia respecto a las revoluciones urbanísticas anteriores?

Hasta ahora el planeamiento urbano ha sido muy autoritario. Los técnicos y los urbanistas han planificado a base de escuadra y cartabón, pero no ha planificado una ciudad viva, habitable, resiliente, sostenible, convivencial, que fomente el bienestar…

¿Qué debe caracterizar a la ciudad del futuro?

Hoy en día se apuesta por las Smart Cities como si fuera la solución definitiva, pero sabemos que es una solución parcial. Aspectos como las Smart Grids o la movilidad sostenible están muy bien, pero no son suficientes porque si al final aumentas el efecto volumen pierdes las ganancias en sostenibilidad.

¿En qué sentido?

Los coches pueden ser cada vez más eficientes, consumir menos combustible y emitir menos emisiones, pero si se sigue aumentando el número de coches en las ciudades, los atascos o el estrés urbano no se eliminan. Entonces las Smart Cities son una parte de la solución, pero no la solución definitiva. Por ello las ciudades tienen que disponer de elementos tecnológicos y a la vez ofrecer mucha información al ciudadano para que pueda cambiar sus hábitos de compor tamiento y participar en la construcción de la ciudad. Ya no se trata de construir urbanizaciones sino de construir una ciudad habitable, convivencial, donde la gente interaccione y tenga espacio público. En este sentido, Naciones Unidas considera que para que las ciudades puedan definirse como sostenibles al menos un 50% del espacio público tiene que ser urbano. Eso se traduce en que hay zonas más peatonales, más espacios abiertos donde la gente puede disfrutar. Además, las ciudades del futuro tendrán que ser mucho más eficientes en el uso de los recursos lo que significa cambiar el metabolismo urbano. En la actualidad es un metabolismo abierto donde entran los flujos en forma de materias, alimentos y recursos y salen en forma de deshechos. Hay que cerrar el ciclo para que los subproductos y los deshechos se transformen en nuevas materias primas, del mismo modo que sucede con la industria.

Las ciudades le deben mucho al campo, por ello las ciudades serán sostenibles cuando no se basen en la explotación de otros ecosistemas circundantes o lejanos para su propia sostenibilidad. Una ciudad del futuro tiene que ser una ciudad sostenible dentro de su territorio, o sea tiene que apostar por la cohesión territorial y por la sostenibilidad de los pueblos porque construir la sostenibilidad de las ciudades a costa de la insostenibilidad del campo es una barbaridad, tenemos que construir un compromiso estratégico de que el campo siga aportando y las ciudades también y al final haya esa dualidad, ese beneficio mutuo… hay que lograr el equilibrio entre pueblo y ciudad porque sino las ciudades no se podrían sostener, les faltaría tener ese equilibrio con el territorio. Por eso el concepto de cohesión y sostenibilidad territorial es fundamental para las ciudades.

En esa visión la administración pública y las empresas tienen un papel importante puesto que se concentran en núcleos urbanos…

Las ciudades ocupan entre el 1% y el 2% del territorio a nivel mundial, pero consumen el 75% de la energía, producen el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y concentran el 85% del PIB. Es decir, las ciudades concentran la riqueza económica, concentran los problemas, pero también tienen la capacidad de generar las soluciones. Si no hacemos que las ciudades sean sostenibles no hay ninguna esperanza para que la sostenibilidad del plantea sea una realidad. En Europa cerca del 80% de la población vive en ciudades y se calcula llegar al 90% dentro de unas décadas. A nivel mundial, se calcula que el 70% de la población será urbanita en el año 2050 y este crecimiento urbano parece que es imparable.

¿Qué deberían hacer las empresas para contribuir a la sostenibilidad de las ciudades?

En primer lugar, las empresas tienen que establecer una estrategia clara de sostenibilidad porque en ella radica su supervivencia competitiva. Si las empresas no empiezan a plantearse que su competitividad a largo plazo pasa necesariamente por establecer una estrategia de sostenibilidad están abocadas al fracaso y la sostenibilidad es mucho más que la Responsabilidad Social Corporativa. La RSC es un instrumento operativo para lograr una mejora de imagen o una mejora de las relaciones con los stakeholders entre otros, pero eso no es suficiente. La RSC tiene que estar dentro de un marco estratégico basado en la sostenibilidad empresarial que significa tener una visión a largo plazo con un enfoque integrado de lo económico, lo social y lo ambiental. Las empresas más competitivas del presente y del futuro son aquellas que creen en los principios de la sostenibilidad. Si una empresa es sostenible y tiene una producción limpia y eficiente que disminuye el uso de los recursos, que disminuye la generación de residuos, que ahorra en gastos de descontaminación, que ahorra en seguros de riesgos ambientales… todo eso al final se transforma en capacidad competitiva. La empresa es más innovadora porque para ser más ecoeficiente, para producir más y mejor con menos recursos y con menos impacto ambiental tiene que tener un proceso de ecoinnovación permanente y al ser más innovadora al final es más competitiva. Es una regla de oro básica.

Al fin y al cabo tiene una traducción directa en la cuenta de resultados…

Directísima. En la esencia de la sostenibilidad empresarial está en entender que los procesos  son ecoeficientes y eso significa producir mejor con menos recursos, menos contaminación y menos gasto y eso entra directamente en la cuenta de resultados de la empresa. Y, además, apor ta valor añadido porque ser ecoeficiente y ecoinnovador significa ser más competitivo porque te estás adelantando a la competencia. Ahora ya entendemos que no contaminar es rentable y que la sostenibilidad se traduce en términos de negocio. Eso hay que decírselo así a las empresas para que se replanteen toda su estrategia competitiva.

¿Qué es lo que frena a las empresas a apostar por la sostenibilidad?

La perspectiva de la sostenibilidad necesariamente es a largo plazo e integrando la dimensión socioambiental en el proceso productivo, pero en la actualidad impera el cortoplacismo porque las empresas están sujetas a los objetivos, a la cuenta de resultados. ¿Qué hacen las empresas? Producir para dar valor al accionista, es lo que decían todos los manuales de las escuelas de negocio. No es así, no es solo así. Las empresas tienen que dar un valor social sostenible al conjunto de los stakeholders pasando por los accionistas, porque tienen que estar bien retribuidos en sus inversiones, pero tienen que tener un valor sostenible para la sociedad, la comunidad local, el medioambiente, al entorno laboral, la cadena de suministro... En este valor sostenible lo importante no es maximizar la rentabilidad sino optimizar el valor.

¿Cómo se combate el cortoplacismo?

La clave del cambio radica en que existan líderes resilientes. Hace falta líderes, pero es necesario un liderazgo resiliente que sepa entender que lo importante es mantener la capacidad de autorganización y de adaptación de las empresas frente a los cambios ambientales y sociales permanentes. El líder debe entender ese concepto de resiliencia o de sostenibilidad empresarial que le permita cambiar la estrategia competitiva con esa visión de negocio que no está basada en la maximización del corto plazo sino en la optimización a medio y largo plazo en clave de sostenibilidad. La empresa que tenga una estrategia de sostenibilidad con ese enfoque integrado (económico, social y ambiental) y esa visión a largo plazo, necesariamente aborda procesos de ecoeficiencia y ecoinnovación que actúan como fuerzas motrices que generan valor añadido, mejoras de productividad y, con ello, una ganancia competitiva sostenible.

Asociación para la Sostenibilidad y el Progreso de las Sociedades

Siguiendo la estela del Observatorio de la Sostenibilibilidad en España (OSE) y de sus planteamientos sobre sostenibilidad integral, la Asociación para la Sostenibilidad y el Progreso de las Sociedades (ASYPS) se crea para servir de instrumento de análisis, investigación y foro de debate. Una plataforma de comunicación y centro de observación permanente sobre los procesos de sostenibilidad, desarrollo sostenible y progreso de las sociedades desde una visión global e integrada de las interacciones ambientales, económicas, sociales, culturales e institucionales. La finalidad básica de ASYPS es reforzar la conciencia social, definir sistemas de indicadores y modelos, facilitar la toma de decisiones y favorecer el cambio y transición hacia nuevos modelos de desarrollo socioeconómico, bienestar social y progreso basados en los principios de la sostenibilidad, la ética ecológica y el respeto al medioambiente, la diversidad cultural, la cohesión social y la equidad, y la solidaridad intra e intergeneracional.

  Enviar entrevista






CAPTCHA Image