ENTREVISTA

Las fundaciones son el cauce idóneo para que las personas y las Administraciones orienten su generosidad


Carlos Álvarez,

miembro de la Junta Directiva de Asociación Española de Fundaciones (AEF)

Carlos Álvarez 11/07/2011

Tradicionalmente, las fundaciones se han erigido como entes de la sociedad civil que velan por la consecución de las crecientes demandas sociales. Ayudadas por particulares, pero también por Administraciones Públicas, desempeñan una importante labor social. Para conocer mejor su funcionamiento y sus peticiones, charlamos con Carlos Álvarez, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Fundaciones (AEF).

La Asociación Española de Fundaciones nació en 2003 fruto de la unión del Centro de Fundaciones y la Confederación Española de Fundaciones. Cuéntenos sus orígenes.

El Centro de Fundaciones es, históricamente, la más antigua de las dos entidades. Nació en 1977 como una asociación de directivos de fundaciones y, con el tiempo, evolucionó hasta ser una asociación. Su función se circunscribía a la defensa de los intereses de las fundaciones y ejercía como punto de encuentro entre ellas. Este sentido es el que ha permanecido en la actual Asociación Española de Fundaciones, que juega un rol parecido al de los colegios y asociaciones profesionales: favorecer un marco legislativo que permita el desarrollo de unas determinadas actividades profesionales con la mayor eficacia posible.

Tenemos tres objetivos principales: el primero, la representación de las fundaciones españolas ante la sociedad; por otro y a nivel interno, prestar servicios a las entidades asociadas en aquellos aspectos en que puedan requerir asesoramiento, tanto del campo financiero como del legislativo, organizativo o formativo; y por último, articular y fortalecer el sector fundacional mediante la promoción del conocimiento mutuo y la colaboracion, que permiten la creacion de redes territoriales (Consejos Autonómicos) y sectoriales (grupos sectoriales).

¿Considera que España es un país de fundaciones?

Claramente sí. Podemos afirmar que el sector fundacional es importante en España si lo comparamos con el entorno europeo, en el cual destacamos como el tercer país en número de fundaciones. Se calcula que existen 95.000 en Europa y 9.000 en España. Aunque se trata de una estadística que no resulta excesivamente rigurosa ni reveladora, sí pone de manifiesto que el mundo de las fundaciones es un ente vivo en nuestro país. En el ranking mundial, debemos estar situados entre los diez primeros países. Pero evidentemente, como decía, existen otras cuestiones de carácter cualitativo a tener en cuenta.

¿Qué evolución histórica han experimentado las fundaciones en España?

Las hay centenarias: las más antiguas tienen fecha del año 1500, cuando todavía no existía siquiera la forma actual de una fundación. En sus inicios se creaban mayoritariamente para dar asistencia a los pobres. Más adelante, sobre 1800, nacieron muchas con el fin de dar respuesta a los problemas de alfabetización de la sociedad de la época. Pasado el tiempo y una vez satisfechas las necesidades sociales más básicas de sanidad y educación, las fundaciones han ampliado su campo de acción.

Las demandas sociales van siempre por delante de la capacidad de respuesta de un Estado, que no puede hacer frente a todo lo que se le pide y, de hecho, tampoco tiene por qué hacerlo. En caso de que lo haga, recordemos, es siempre previa recaudación de impuestos, así que antes o después y de una forma u otra se acaba pagando. El Estado, en definitiva, requiere de la coordinación con la sociedad civil para lograr completar algunas de las demandas sociales. Y es ahí donde las fundaciones juegan un papel primordial.

¿Cuál es el perfil de una fundación española?

Resulta difícil categorizar las fundaciones de nuestro país, pues tienen objetivos muy diversos. Cada una de ellas se siente diferente al resto. Sin embargo, sí podemos hacer alguna distinción o clasificación entre ellas. Por un lado, están las patrimoniales, que viven del rendimiento de su patrimonio; por otro, las que se sustentan en las subvenciones que perciben de organismos públicos y cuentan con patrimonios reducidos; otras desarrollan su actividad gracias a los donativos de 200.000 ó 300.000 personas. En cualquier caso, las fundaciones representan el cauce idóneo para que las personas, y también las Administraciones, puedan orientar su generosidad. Las instituciones públicas, de hecho, deben destinar el 0,7% de sus presupuestos al desarrollo. Igualmente, el dinero recibido de las declaraciones de la renta da respuesta a fines sociales. Tiene que haber un compromiso colectivo, así como organización y estructura, que es lo que aportan las fundaciones. Es por ello que al Estado le resulta rentable destinar dinero a quienes tienen medios, organización y un espíritu de generosidad.

¿En qué casos se recomienda la constitución en asociación y en qué otros en fundación?

En muchos casos, el papel que desempeñan las asociaciones es idéntico al de las fundaciones. La relación entre ambas es tal que algunas fundaciones no han nacido ex novo, sino que se han transformado de asociaciones. Sin embargo, para distinguirlas hay un aspecto esencial: la fundación es un patrimonio puesto al servicio de un fin con un capital mínimo de 30.000 euros, que puede ser desembolsado en cinco años. En cambio, una asociación es un conjunto de intereses comunes que se dedican a una actividad o un fin y no requieren para ello de un capital mínimo.

En este punto hay un cierto reclamo social, ya que determinadas asociaciones demandan convertirse en fundaciones para recibir subvenciones (aunque algunas ya lo hacen) y, así, poder beneficiarse de la legislación fiscal. Sin embargo, encuentran una barrera económica en la cantidad a depositar para su constitución.

A nivel fiscal, ¿qué diferencias hay entre ambas?

La ley 49 de Mecenazgo recoge las exenciones fiscales de las que pueden beneficiarse las fundaciones. Las asociaciones también pueden solicitarlas en tanto que sean consideradas entidades de interés publico, si bien es cierto que cada vez resulta más complicado lograr dicha titularidad de entidad pública. ¿Por qué? Tiene una razón de ser: las fundaciones están más controladas que las asociaciones, pues cuentan con unos estatutos adaptados a las leyes, deben cumplir con un protectorado, presentar cuentas… Por todo ello, el destino de los fondos otorgados a las fundaciones parecen estar más controlados por el sistema que en el caso de las asociaciones.

Para la AEF, el concepto de asociación no es algo lejano. De hecho, nuestra naturaleza jurídica es una asociación. Sabemos, por ello, la problemática que tienen tanto las asociaciones como las fundaciones. Pero cabe decir que, en cuanto a la concurrencia de ayudas apor tadas por unas y otras entidades, si los proyectos son adecuados, se puede encontrar en igual situación a una asociación que a una fundación.

Los problemas que ha habido últimamente son de carácter territorial. Nos encontramos con que las Administraciones, en algunos casos, sólo otorgan ayudas públicas a aquellas entidades que cuentan con el domicilio social fijado en un municipio determinado, sin tener en cuenta la labor que se está desarrollando en ese territorio con independencia de donde figure el domicilio social.

¿Cómo valora los incentivos (fiscales y de otro tipo) para invertir en una fundación?

España es un país que puede sentirse aceptablemente satisfecho de su sensibilidad fundacional, a pesar de que la legislación fiscal no incentive suficientemente la creación de fundaciones. Una de las reivindicaciones que tenemos desde la AEF es que los beneficios fiscales (35% en el caso de las personas jurídicas y 30% en las físicas) sean objeto de revisión. En Francia, donde los beneficios fiscales son mayores que en nuestro país (66% en las personas jurídicas y 60% en las físicas), se ha demostrado que las aportaciones que empresas y ciudadanos realizan a temas de carácter general representan un ahorro importante al Estado. Este tipo de medidas suponen, en un primer momento, menos ingresos para las arcas públicas, pero en una segunda etapa se demuestra que la sociedad civil se moviliza.

Asimismo, también pedimos al Estado una mayor sensibilidad en relación a la fiscalidad de las becas, ya que, actualmente, se penaliza más a quien las otorga.

El IVA también es especialmente preocupante. Cuando la Comunidad Europea la aprobó pensaba en las empresas mercantiles, pero no en cómo podía afectar a las fundaciones. Cuando se realizan exposiciones benéficas o se da de comer a quienes lo necesitan, el mayor gasto asumido no repercute en el consumidor final -ya que no paga nada-, sino en quien lo organiza, esto es, las fundaciones. Estas casuísticas, obviamente, van en contra del espíritu del IVA. Y por eso lo estamos trabajando con intensidad en el ámbito europeo.

¿Qué papel ha jugado la legislación en el ámbito fundacional?

La constitución de 1978, la ley de 1994 y, posteriormente, la del año 2002 han tenido un efecto progresivo en la creación de fundaciones. De hecho, el 66% de las fundaciones actuales en nuestro país fueron creadas con posterioridad a 1994. El ritmo de crecimiento ha sido vertiginoso desde entonces, si bien es cierto que en 2009 y 2010 ha habido una cierta desaceleración. La ley vigente del 2002 es un marco mejorable y tenemos numerosas propuestas en torno a la ley 49, que recoge los temas fiscales de mecenazgo, y la 50, que rige el funcionamiento interno de las fundaciones. Estamos aprovechando la opor tunidad para introducir mejoras de una mayor sensibilidad para que las fundaciones se encuentren más cómodas. En definitiva, para contribuir a una sociedad mejor.

Precisamente para contribuir a una sociedad mejor, muchas empresas desarrollan políticas de RSE, a las cuales se otorga mayor importancia y más recursos. ¿Cómo lo valora?

Es un modelo que representa un compromiso mayor. Se puede decir que, tradicionalmente, las empresas han sido generosas: han ayudado económicamente a las entidades que acudían allí donde había dinero para reclamar fondos para fines sociales. Aunque tal vez este compromiso es ahora mayor, la RSE no deja de ser la denominación que ahora se da a una preocupación social ya existente por parte de las empresas, que se orientaban al cliente y al empleado. Bien con un cierto paternalismo bien con un sentido de responsabilidad general.

Las claves de la Asociación Española de Fundaciones

• La AEF, con la naturaleza jurídica de una asociación, tiene como objetivo la defensa de los intereses de las fundaciones españolas.
• La entidad aboga por incrementar los incentivos fiscales al estilo de lo que ya ocurre en Francia: 66% para las personas jurídicas y 60% para las personas físicas.
• Otro de los caballos de batalla en el campo fiscal es el IVA, poco “atento” a las fundaciones. Se ha presentado el Libro Verde del IVA, con el que se espera una futura reforma europea de este impuesto.

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