La sostenibilidad se está empezando a ver como un agente de competitividad empresarial y, con las diferentes crisis que estamos afrontando, se posiciona como un área estratégica de dentro de la empresa. Eso nos ha ayudado a acercar el Pacto Mundial de la ONU a más empresas y se ha traducido en un aumento de socios.
Además, este último año se ha acelerado no sólo el contexto normativo, sino también todos los grupos de interés presionan más a los empresarios y a las grandes organizaciones. Ello ha provocado que la sostenibilidad se vea como algo necesario y las empresas busquen organizaciones de referencia en las que apoyarse.
Por supuesto, creo que hay un sentimiento de urgencia y no sólo por las normativas. Es cierto que, en 2023, todos los que trabajamos en el mundo de la sostenibilidad hemos hablado mucho de normativas y legislación europea y española, pero no ha sido la única palanca que ha traccionado la sostenibilidad. Hay otros grupos de interés muy relevantes como, por ejemplo, los inversores que constituyen una de las áreas en las que se ha avanzado mucho. Y, luego, la sociedad está cada vez más concienciada y sensibilizada y, por supuesto, se traslada a las empresas.
Desde Naciones Unidas, todos los estudios apuntan cuáles los grandes desafíos y las urgencias a las que nos enfrentamos como sociedad y como planeta. El mensaje es muy claro: hay una urgencia climática, pero también social y todas los ciudadanos y personas que forman parte de las empresas tienen un papel en esa emergencia.
Llevamos mucho tiempo diciendo que hay que pasar de los compromisos a la acción y en el Pacto Mundial de la ONU España tenemos todas las herramientas y programas necesarios para hacer ese clic dentro de las empresas y acelerar esa ambición. ¿Cómo? Con programas serios y con el establecimiento de estrategias, con indicadores, compromisos cuantitativos y un límite de tiempo, ya sean en temas de descarbonización, igualdad, diversidad, transparencia, etc. Ya no sirven los compromisos generalistas del CEO o de la alta dirección en el que digan que se comprometen con la lucha contra el cambio climático. Tiene que ser un compromiso cuantitativo, basado en la ciencia y que empuje la empresa a hacer esa transición.
Paralelamente, también hay una urgencia en seguir colaborando. Y hablamos de gobiernos, que no sólo empujen con legislación, sino en plantear acciones concretas y soluciones más prácticas que ayuden a las empresas a dar ese ese paso. Existe margen de mejora por parte de todos los actores de la sostenibilidad.
No debe de cundir el pánico. Todas estas normativas de la Unión Europea tienen unos procesos de implementación, de transposición de la ley… Es decir, no estamos hablando que de la noche a la mañana las empresas deban tener, en el caso de la debida diligencia, unos procesos súper desarrollados. Va a ser un camino. Además, las organizaciones que ya venían trabajando en materia de derechos humanos y empresa conocen bien cuáles son esos procesos de debida diligencia y desde el Pacto Mundial de la ONU España tenemos programas para ayudar a la empresa a diseñar los procesos, implementarlos, etc. Las empresas tienen que respirar y ponerse a trabajar.
Pero todo ello está teniendo un impacto muy positivo vinculado a las pymes porque las empresas ya saben que la gestión de la cadena de suministro va a tener que hacerse de una manera mucho más completa, profunda y aplicando criterios de sostenibilidad. Y esto es una palanca, a su vez, para las pequeñas y medianas empresas, para las cuales la legislación es voluntaria.
Sólo veo beneficios en este sentido. Todos estamos remando hacia la misma dirección y la legislación no supondrá una falta de competitividad de la empresa europea, que es uno de los miedos que tienen, sino que ayudará a las empresas a asegurar una gestión de calidad, más eficiente y aportará un valor añadido a sus productos y servicios.
Nosotros empezamos a hablar de cadena de suministro hace muchos años y, ahí, la empresa siempre se topaba con unas dificultades al no poder controlar toda esa parte externa de la cadena de valor. Las nuevas directivas de la Unión Europea ponen el acento en la gestión de la cadena de suministro, pero sigue siendo complejo y difícil.
Hemos lanzado la segunda edición de proveedores sostenibles que consiste en capacitar a las empresas proveedoras de las grandes empresas españolas que forman parte del Pacto Mundial. El año pasado formamos a 2.500 empresas en un programa de seis meses de duración y este año abierto la segunda edición y tenemos el objetivo de formar hasta 5.000 pequeñas y medias empresas.
Sin duda, la inversión, las normativas y la gestión de la cadena de suministro son las grandes palancas de las que vamos a estar hablando en los próximos meses en el 2024. También, a nivel internacional, nuestra matriz UN Global Compact está desarrollando diferentes proyectos con cadenas de suministro y las pymes proveedoras están cada vez más habituadas a que les pidan este tipo de información. El desafío no los tiene solamente las pymes, sino también las grandes empresas, en qué plataformas, cómo gestionar todas esas bases de datos vinculadas a la sostenibilidad y no solamente a la información comercial del proveedor. Esa colaboración y trabajo interno que tienen que hacer desde los departamentos de Compras y de Sostenibilidad también es un reto y cómo se va a recopilar toda esa información, cómo se va a presentar y cómo se va a trabajar con aquellas empresas que vean que tienen más necesidad de aprender.
Los ODS 1 -Fin de la pobreza-, ODS 2 -Hambre cero- y ODS 5 -Igualdad del género- son indicadores muy pesimistas a nivel global que, sin embargo, en la región europea están en buen camino y estamos avanzando. Paralelamente, a nivel global, se ha avanzado mucho en educación y es posible que en mortalidad infantil lleguemos a 2030 con unos índices aceptables.
Por su parte, España está avanzando en la parte energética y los ODS medioambientales, como la economía circular y la biodiversidad, están en las agendas políticas y corporativas. Además, las empresas también trabajan mucho en la igualdad de género y poniendo en marcha iniciativas para avanzar en ello.
Naciones Unidas considera que el sector empresarial puede tener un mayor impacto, en cinco temáticas concretas: igualdad de género, acción climática, salario digno, resiliencia del agua y finanzas e inversiones sostenibles. A través de Forward Faster, queremos que las 22.000 empresas que forman parte del Pacto Mundial de la ONU trabajen específicamente estos contenidos, con unos objetivos cuantificables y con un límite de tiempo.
Hay que ser realistas. Por una parte, los datos científicos y oficiales nos marcan un cierto pesimismo, pero, como iniciativa de la ONU, nuestra misión y objetivo es incentivar, ilusionar, motivar…
Es cierto que el 2030 marca un antes y un después. Habremos conseguido algunos avances importantes en algunos ODS y en otros, desgraciadamente no se habrá avanzado. Pero seguiremos trabajando y promoviendo ese tipo de actuaciones. Este año, coincidiendo con la Asamblea General de Naciones Unidas, celebraremos la “Cumbre del Futuro”, donde propondremos al sector empresarial soluciones concretas y concisas para acelerar ese último empujón hasta el año 2030. Ahora estamos trabajando en los indicadores, objetivos y metas para cumplir el mayor número de retos que tiene la Agenda.