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No basta con la voluntad de cambiar el mundo. Hay que ser pragmático
Elena Correas,
directora del Programa Venture & Fellowship España de Ashoka
08/07/2011Ashoka nació en Estados Unidos hace tres décadas concebida como una red de apoyo a las personas que, de forma pionera, buscaban dar respuesta a los grandes problemas de la sociedad. Desde hace ocho años, Ashoka colabora también con los emprendedores sociales de nuestro país. Elena Correas, su directora del Programa Venture & Fellowship España y directora del Lanzamiento Ashoka Portugal nos cuenta las claves del funcionamiento de la entidad.
¿Cómo nació Ashoka y con qué objetivos?
La iniciativa surgió hace 30 años de manos del estadounidense Bill Drayton, un emprendedor nato procedente de la actividad privada que desarrolló, entre otros sistemas innovadores, el mecanismo de mercado de intercambio de títulos de CO2 en EEUU, previo al Protocolo de Kyoto. Drayton identificó que gran parte de los mecanismos existentes para poner en marcha las iniciativas de los emprendedores de los negocios tradicionales no tenían cabida en el terreno social, aun a pesar de que éstos pudieran entrañar un verdadero motor de cambio social.
En este contexto, Ashoka nació para identificar y ayudar económica, técnica y profesionalmente a aquellas personas que favorecen un cambio sistémico, es decir, que conllevan un desarrollo social duradero y sostenible.
¿De qué modo contribuye Ashoka al desarrollo de estas iniciativas sociales?
En primer lugar, creamos un sistema de identificación de los emprendedores sociales y sus proyectos. En segundo término, otorgamos ayuda a los emprendedores sociales que están proponiendo soluciones innovadoras y sistémicas a importantes problemas sociales. Durante los tres primeros años de desarrollo del proyecto, damos una beca económica al emprendedor social, que le permite dedicarse a tiempo completo a su iniciativa, lo cual permite incrementar el ritmo de trabajo y, en consecuencia, el nivel de desarrollo del mismo logra ser más alto. Desde Ashoka, también aportamos acompañamiento específico profesional y técnico y una red de Emprendedores Sociales de Ashoka en todo el mundo, que se extiende a lo largo de toda la vida.
Ashoka cuenta con el apoyo de empresas colaboradoras y socios. ¿Qué aportan cada uno de ellos?
Desde el punto de vista de la financiación, no trabajamos con fondos públicos. Contamos con la colaboración de socios estratégicos, bien sean empresas o particulares. El 48% de nuestros fondos son donaciones de personas, el 34% proviene de fundaciones y el 7% restante, de otro tipo de corporaciones.
Además de ello, está la implicación de lo que conocemos como “Ashoka Support Network”. Se trata de diferentes personalidades que han tenido carreras exitosas en el mundo de los negocios y que, por tanto, se identifican perfectamente con el espíritu emprendedor que defendemos. Dan apoyo a los emprendedores sociales de Ashoka con su experiencia y, así, contribuyen directamente al desarrollo de los proyectos impulsados.
¿A qué se debe que no acepten ayudas públicas?
Es una cuestión vinculada al espíritu fundacional de la entidad, que tiene que ver con los propios orígenes de Ashoka. En algunos países en desarrollo algunos de los temas que se plantean no son bien recibidos por parte del sector público, ya que tratan, por ejemplo, sobre transparencia en la gestión publica u otros temas sensibles. Es así, pues, para no comprometer la independencia de la actividad y las innovaciones de los emprendedores sociales.
¿Dan apoyo a los proyectos de emprendimiento social con independencia de que entrañen o no beneficios empresariales?
Para nosotros, lo importante es el potencial de impacto que tenga una iniciativa. La forma que adopte -empresa con ánimo de lucro o sin él, fundación, asociación, etc.- no nos parece relevante, siempre y cuando sea la más adecuada, es decir, que logre maximizar el impacto del proyecto. La viabilidad económica del proyecto da, incluso, sostenibilidad al proyecto mismo. Pero lo cierto es que, a menudo, las voluntades de cambiar el munmundo no siempre van ligadas a saber hacer negocios. Dos formas de multiplicar el impacto, sin necesidad de generar beneficios empresariales necesariamente o perseguir el crecimiento de tu propia organización, consiste en incidir en política pública, o conseguir que tu propuesta se convierta en el estándar de actuación o pensamiento de todo un sector social. Por ejemplo, el 54% de los Emprendedores Sociales de Ashoka después de 5 años de haber sido seleccionados, han logrado algún tipo de impacto en política pública. El porcentaje se incrementa hasta el 74% pasados diez años.
¿En qué casos es más aconsejable la fórmula empresa?
Depende del tipo de problema al que se focalice el emprendedor. La innovación depende enormemente del área en el que se quiera incidir. En los casos de fallos del mercado, las empresas sí pueden tener algo que decir.
Muchos de los emprendedores sociales trabajan en la base de la pirámide creando empresas nuevas para garantizar servicios o productos a los cuales no tiene acceso la población.
¿Qué criterios se siguen en la selección de proyectos?
Elegimos entre tres y cuatro proyectos al año basándonos en los criterios que ha habido durante los 30 años de vida de Ashoka. El sistema se basa principalmente en cinco criterios que garantizan la calidad de los proyectos y que confirman los ratios de éxito registrados.
En primer lugar y como condición base, la idea propuesta debe ser innovadora. Debe plantearse una solución dirigida a la raíz, no sólo a solucionar el síntoma de un problema, es decir, debe tratar de introducir un cambio sistémico. Para ello, consultamos con expertos en diferentes materias.
Dos aspectos clave son la creatividad del emprendedor social y su calidad emprendedora. Los emprendedores sociales se enfrentan cada día a problemas y lo raro es que salgan adelante. Queremos que sean capaces de dar una solución rápida, estratégica a los obstáculos que se les presentan; que tengan una tenacidad demostrada. Se requiere de una trayectoria probada de algún tipo de emprendimiento.
Por otro lado, destaca el potencial de impacto social de la propuesta, que debe ser muy alto. Necesitamos a gente con vocación de expandir su iniciativa al ámbito nacional e internacional; que se ha haya pensado en grande.
Por último, exigimos calidad ética a nuestros candidatos. Se trata de un aspecto más difícil de valorar, pero tanto en la realización de las entrevistas como en otras fases, pedimos a nuestros colaboradores que evalúen este aspecto. Se tienen que movilizar muchas voluntades, así que la confianza es clave en ello.
¿Por qué canales o de qué modo llegan a Ashoka las diferentes candidaturas?
De forma proactiva. Seleccionamos cada año temáticas que creemos que son relevantes: hacemos mapeos de cómo esta el sector, dónde están los vacíos, qué tendencias hay... aunque es cierto que esto no siempre coincide con los proyectos que luego se presentan. Es importante destacar que las candidaturas no compiten entre sí, sino que pasan por mérito propio.
Contamos con una potente red de nominadores, que nos conocen y conocen también la realidad social existente, que nos hablan de presonas concretas que podrían llegar a cumplir los criterios de Ashoka. Y, por otro lado, está la vía de la autodenominación: personas que directamente se presentan a Ashoka con una propuesta debajo del brazo.
¿Qué vinculación mantienen los emprendedores sociales con las temáticas en las que investigan?
Todos los emprendedores sociales conocen a la perfección los temas en los que trabajan, bien porque llevan un largo período de tiempo trabajando en él, bien porque han vivido de cerca situaciones o problemáticas ligadas a ciertas realidades sociales. Otro común denominador es que todos ellos han dado muchas vueltas al modelo para que finalmente funcione. A veces hay ideas que no parecen innovadoras ni rompedoras, pero que, sin embargo, plantean pequeños cambios que permiten la aplicación de metodologías. No basta con tener una idea o una buena idea ni la vocación utópica de querer cambiar el mundo, sino que hay que llevar a término un proyecto, salvar los frenos que surgen por el camino. Los emprendedores sociales son terriblemente pragmáticos.
Aparte de los emprendedores individuales, ¿existen casos de proyectos desarrollados en equipo?
Detrás de estos emprendedores, hay equipos de personas. Pero es cierto que, al principio, emprendedor e idea es un tándem bastante indisoluble. Dependiendo del campo de acción y de la madurez del emprendedor, se dan también casos de organizaciones y equipos más sólidos en el desempeño de un proyecto.
¿En cuántos proyectos está inmersa Ashoka en nuestro país?
En cartera tenemos a 21 personas que están trabajando en proyectos de ámbito diverso: educación y juventud, cambio en el mundo rural, pesquero y entorno natural, desarrollo económico y local, sistemas de salud y calidad de vida, microcréditos, participación ciudadana, etc. Lo cierto es que cubrimos prácticamente todos los temas.
¿En qué áreas es más necesario que existe emprendimiento social?
Aunque todos los campos son susceptibles de ser innovados desde el punto de vista social, dadas las circunstancias actuales y las consecuencias que acarrea, en temas de empleo nos gustaría que se ahondara más. Uno de nuestros emprendedores, “Pericles”, está inmerso en transmitir y desarrollar valores de emprendimiento entre jóvenes. De este modo, no sólo se pueden generar ocasiones de autoempleo, sino también fomentar la innovación interna en el seno de las corporaciones empresariales.
Ashoka y el emprendimiento social
• En reconocimiento a las tres décadas de trabajo de Ashoka y a la propia dedicación personal de su fundador, Bill Drayton ha sido recientemente distinguido con el prestigioso Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional 2011.
• En nuestro país, Ashoka ha apoyado a 21 Emprendedores Sociales, en áreas diversas. Enmarcados en áreas diversas, destacamos entre otros, los dos siguientes:
- Andrés Martínez ha construido una infraestructura de telecomunicaciones para conectar puntos remotos de las selvas y otros parajes recónditos de Colombia, Perú, Ecuador y Cuba y, así, facilitar el acceso de la población a los centros de salud, en ocasiones, situados a más de diez horas por río.
- Isabel Guirao etá mejorando sustancialmente la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y la de sus familias a través de un ocio digno, inclusivo y solidario. Con la expansión de su modelo, Isabel, a través de FEAPS, ha alcanzado a una población de 97.000 personas con discapacidad, 20.000 profesionales y 800 organizaciones asociadas.
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