El desperdicio alimentario es un buen ejemplo de sostenibilidad porque si trabajas en su reducción abordas la vertiente económica, social y medioambiental. Por un lado, si compramos un producto que luego tiramos perdemos dinero, además afecta a la vertiente social porque hay colectivos en situación de vulnerabilidad que tienen dificultades para acceder a la compra de alimentos. Y, por último, tiene un impacto ambiental porque para que un alimento llegue a un lineal significa que ha ocupado una tierra de cultivo, se ha extraído del mar, ha sido transformado, transportado, envasado… Es decir, representa un consumo de recursos naturales y de energía muy importante y, si al final lo tiro, contamina. Por todo ello, estamos trabajando en nuestros procesos internos para continuar reducir el desperdicio alimentario, aunque siempre hay una pequeña fracción.
Aquellos productos que son aptos para el consumo, pero no para la venta, los donamos a los bancos de alimentos. Pero también hemos establecido una colaboración con Too Good To Go, mediante la cual definimos unos packs que ofrecemos diariamente a nuestros clientes a un 60% por debajo del PVP. Además, hemos establecido una rebaja de precio para aquellos productos que están próximos a su fecha de caducidad. Para ello, hemos trabajado con nuestro servicio de calidad y de seguridad alimentaria para garantizar el buen estado de los alimentos e informamos al cliente que son productos que deben ser consumidos de forma inmediata.
El sector de la distribución es muy eficiente. De hecho, un estudio apunta a que solo el 5% del desperdicio alimentario corresponde a la distribución, mientras que donde mayor desperdicio se produce es en el sector productivo y en los hogares. No obstante, la fracción de alimentos que finalmente no puede ser comercializada, ni donada, pasa a ser un residuo. Residuo que es segregado para garantizar su reciclado, transformándose o bien en compost o bien en alimento para animales. De hecho, tenemos un compost de marca propia que tiene un 10% de nuestro residuo orgánico para favorecer este concepto de Economía Circular.
Efectivamente, tenemos 26 centros que son Residuo Cero. Es decir, ningún residuo va a vertedero y el 100% de los residuos se recicla y se transforman en materias primas secundarias que vuelven a entrar en el proceso productivo o bien los convertimos en combustibles sólidos con un poder calorífico semejante al del carbón que se utiliza en la industria pesada. Nuestro objetivo es que en el año 2025 el 100% de los hipermercados y de las plataformas de Alcampo sean Residuo Cero.
Hemos utilizado el plástico para todo y de la noche a la mañana lo hemos demonizado. El plástico es un material que tiene muchas propiedades y hemos conseguido una gran evolución en muchos sectores, pero es cierto que hemos abusado del plástico de usar y tirar. No se trata de sustituir el plástico por otro material que quizás tenga un impacto medioambiental superior, lo que tenemos que hacer es cambiar nuestro modo de consumo y es en este ámbito dónde estamos trabajando.
Evidentemente nuestras bolsas son reutilizables y hemos introducido un 80% de plástico reciclado. Trabajamos con Saica Natur que recoge nuestro plástico, lo transforma en plástico reciclado y vuelve a formar parte de nuestras bolsas. También hemos eliminado todo el Porex de nuestras frutas y verduras porque es un plástico muy difícil de reciclar. Y ahora estamos trabajando en otros proyectos para reducir los envases de plástico y garantizar que el plástico sea reciclable contenga plástico reciclado. En este sentido, hemos lanzado una malla de cebolla de nuestra marca Alcampo Producción Controlada, donde hemos eliminado totalmente el plástico, y estamos trabajando en el ámbito de los cítricos y haciendo pruebas para cambiar las barquetas de pescado y de carnicería hasta que tengamos la certeza de que su impacto medioambiental sea inferior al que tenemos ahora.
En la última década hemos reducido más de un 20% el consumo de electricidad por metro cuadrado de sala de venta. Y, concretamente, en 2018, cuando alcanzamos un nivel que considerábamos óptimo decidimos que el 100% de la energía que comprábamos tenía que proceder de fuentes sostenibles con certificado de garantía de origen.
Uno de los focos más importantes que tiene la industria alimentaria en cuanto a emisiones directas debidas a su actividad está relacionada con el uso de gases refrigerantes porque tenemos que mantener los alimentos refrigerados entre 2ºC y 4ºC y los congelados a -18ºC.
En 2010 publicamos nuestra primera huella de carbono y gracias a la sustitución de estos gases refrigerantes por otros con menor poder de calentamiento atmosférico hemos reducido en torno al 80% las emisiones de CO2. Una vez que hemos llegado a un punto que entendemos que es óptimo, hemos empezado a trabajar y a medir la huella de carbono de todos los productos que comercializamos.
Como compañía no podemos hacer nada si no trabamos en alianza y de forma colaborativa con un grupo de interés tan importante como son los proveedores. En primer lugar, tenemos un Código de Ética Comercial, basado en los 10 Principios del Pacto Mundial de Naciones Unidas, al que tienen que adherirse todos nuestros proveedores. Además, disponemos de un proceso de homologación de proveedores donde verificamos la seguridad alimentaria, la calidad, la dimensión social y la dimensión medioambiental. También, en nuestras marcas propias y en la marca Alcampo Producción Controlada, participamos en la definición del producto para garantizar que éste está alineado con nuestros requisitos.
Abogo porque la RSC y la Sostenibilidad no sea un departamento concreto, sino una forma de hacer negocio y uno de los pilares fundamentales es potenciar a los proveedores locales. Es un punto muy importante porque contribuye a la creación de riqueza en el entorno donde estamos, contribuye a resolver el problema de la España Vaciada y al mantenimiento de la cultura y la tradición de cada uno de los territorios. Alcampo es una empresa multinacional, pero llevamos a cabo una política glocal. Es decir, tenemos una estrategia global de apoyo a los proveedores locales. Tenemos que entender qué necesidades y qué productos hay en el entorno y potenciarlos para que esos productos llenen una parte importante de nuestros lineales. Todo ello es una clara muestra de sostenibilidad desde la triple vertiente económica, social y ambiental.