ENTREVISTA

Intentamos que nuestros alumnos realicen cuanto antes el salto a la empresa ordinaria


Albert Alberich,

director de Fundación Formació i Treball

Albert Alberich 29/04/2011

La fundación Formació i Treball es una entidad sin ánimo de lucro centrada en la formación e inserción laboral de personas con dificultades de integración en el mercado laboral y en la entrega social –de manera subvencionada– de ropa, muebles y otros equipamientos a personas en situación de escasez de recursos. Albert Alberich, el nuevo director del organismo, asegura que su mayor caballo de batalla es conseguir que las empresas acojan a los estudiantes en periodos de prácticas para fomentar su aprendizaje y desarrollo.

¿Cuál es la actividad principal de la fundación?

La Fundación continúa la actividad de recogida de ropa que desde hace muchos años realizaba Cáritas Diocesana de Barcelona. De la recogida voluntarista de los inicios ha evolucionado a una actividad prácticamente industrial: gestionamos 400 contenedores de ropa en las provincias de Barcelona y Tarragona.

Con el tiempo incorporamos nuevas actividades como la recogida de electrodomésticos y muebles, hasta el punto de que, a día de hoy, gestionamos esta actividad en media Ciudad Condal.

Por otro lado, en ese punto de partida, la fundación procuró desde su nacimiento integrar laboralmente a las personas en riesgo de exclusión. La entidad creció y llegó un momento en que fue capaz de impartir cursos de formación ocupacional reglados por la Generalitat.

¿Cómo se financia la entidad?

Nos financiamos en un 95% a partir de las actividades que realizamos: la venta de ropa y muebles de nuestras tiendas, la gestión de dos puntos de recogida de residuos de Barcelona y los servicios de limpieza o jardinería –entre otros– que ofrecemos a ayuntamientos y entidades privadas.

Por otro lado, la Generalitat financia la impartición de los cursos que realizamos en nuestra sede. Todo ello nos permite estar en un presupuesto actual de casi cinco millones de euros. Nacimos con la mentalidad de ser una empresa más, no quisimos depender del subsidio ni de la protección. Nuestro objetivo es que los estudiantes vivan un escenario lo más real posible desde su primer día en la fundación.

¿Cuál es el perfil del usuario de la fundación?

Antes de 2009 el perfil era el de un hombre, mayor de 45 años y mayoritariamente de procedencia magrebí. A partir de ese año empezamos a contar con más mujeres, de origen sudamericano y de menor edad. Además, a raíz de la crisis, disponemos de un perfil nuevo: español, con estudios superiores y en paro. Este grupo necesita mayoritariamente orientación para reubicarse en el entorno laboral.

La gente no viene a pasar el rato, sabe que es una oportunidad de reinsertarse en el mundo laboral.

¿Cuáles son las fases por las que pasan?

El equipo de inserción les realiza una entrevista para evaluar su empleabilidad y, a partir de ahí, hacerles un seguimiento. La primera gran labor es trabajar los hábitos de puntualidad, limpieza y convivencia, porque acude mucha gente de entornos muy desestructurados. Los tutelamos de una manera inflexible desde su entrada a la fundación hasta su salida, porque el entorno que se encontrarán fuera no será en ningún caso protector. Se les dirige hacia determinados cursos de formación desde los cuales podrán realizar prácticas laborales. La idea es que salten a la empresa ordinaria cuanto antes.

¿Cuál es el índice de inserción laboral?

El año pasado conseguimos insertar a 163 personas. Sin embargo, nuestro caballo de batalla sigue siendo el contacto con las empresas, a las que visitamos diariamente con el fin de establecer acuerdos de prácticas con ellos. Queremos recuperar la figura del aprendiz, que nuestros alumnos –una vez finalicen los cursos– puedan desarrollar sus conocimientos en un entorno laboral real. Nos adaptamos a las necesidades de las empresas y buscamos las fórmulas que hagan falta para que puedan acoger a nuestros estudiantes, que tienen muchas ganas de trabajar.

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