Germán Granda
06/04/2021

Las empresas tienen la oportunidad de alinear su propósito con el ambiental y social

Germán Granda , director general de Forética

Aumentar la ambición, acelerar la acción y ampliar las alianzas es ‘la triple A’ que marca la hoja de ruta de Forética para los próximos años y es que, según su director general, Germán Granda, se trata de las palancas clave que ayudarán a la recuperación sostenible. En esta entrevista analiza los aspectos clave que pueden contribuir a ello: un liderazgo basado en valores e impulsado por los Consejos de Administración, la legislación europea y española enfocada a potenciar la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad, y el impulso de la financiación sostenible.

Más del 80% de las empresas aseguran que están ajustando sus políticas de sostenibilidad. ¿Qué destacaría de estos ajustes?

Las empresas han comprendido que tienen una oportunidad única de alinear el discurso de su propósito con los propósitos ambientales y sociales de una forma más decidida. Además, a raíz de la pandemia y postpandemia, ya podemos anticipar que las demandas sociales y ambientales de la sociedad hacia las empresas van a crecer, así como las demandas de los inversores y de los reguladores, por lo que no solo ha sido agilizar ese propósito, sino también estructurarlo de una forma más clara y tangible. Paralelamente, esta estructuración ha venido impulsada por una comprensión mucho más relevante de los aspectos ESG en los Consejos de Administración de las empresas, con la creación de comisiones específicas o estructuras internas muy claras a las que se les añaden estas competencias. Todo ello acelera un cambio en la gobernanza de las empresas donde los aspectos ESG son clave y, por ello, hay una valoración mayor y más estricta de los riesgos no financieros.

 

¿Qué otros aspectos han acelerado este cambio?

La pandemia ha puesto sobre la mesa que las vulnerabilidades de aspectos no financieros provocan un shock extra financiero que afecta a RRHH, proveedores, productos, servicios, logística y anticipa el shock que puede provocar el cambio climático. Esa evaluación de riesgos no financieros también ha venido acelerada por el impulso de la Unión Europea con en sus regulaciones vinculadas al ámbito de finanzas sostenibles, por herramientas como el TFCD que es uno de los estándares en el ámbito de los riesgos climáticos que impulsaron los bancos centrales y ahora las grandes empresas están aplicando y, finalmente, el impulso económico con la llegada de los fondos de inversión.

 

Desde Forética han defendido que la RSE y la sostenibilidad pasaría de un ciclo inicial al de la convicción y, finalmente, al ciclo pragmático. ¿Se ha cumplido este pronóstico?

Efectivamente esta transición se va cumpliendo y, hoy, ya hay líderes empresariales que están muy enfocados en la sostenibilidad, pero todavía quedan muchas empresas, como las pymes, que no habían visto la sostenibilidad como un elemento estratégico de negocio y se empiezan a dar cuenta de que la Sostenibilidad o la Responsabilidad Social añade reputación a la empresa y valor al negocio.

 

El poder del consumidor debería dar el empujón final. ¿Su exigencia de mayor sostenibilidad repercutirá en empresas más responsables?

Creo que la Estrategia de Economía Circular Europea supone un punto decisivo. Cuando los ciudadanos ven un accidente ambiental, una playa llena de mascarillas o una isla de plásticos en el océano, se apela a la comprensión del consumidor por este tipo de aspectos. La responsabilidad individual del consumidor tiene que existir, pero este año hemos visto como muchas de las empresas de gran consumo o de alimentación trasladaban todos estos cambios al consumidor, por ejemplo, reduciendo los gramajes de los plásticos en el packaging para hacer más circular toda su producción. Esto es el resumen práctico de cuando se ha acelerado este enfoque y se ha trasladado de los departamentos de sostenibilidad, hacia las áreas comerciales y de marketing porque perciben que el consumidor quiere que los productos tengan este elemento claro y demostrado de sostenibilidad sin que les cueste más dinero. Una vez que la sostenibilidad está democratizada, es cuando la empresa es capaz de producir productos y servicios sostenibles sin tener que afectar al coste e incluso reduciendo los costes internos al consumidor.

 

De hecho, hace unos años eran impensables declaraciones como las del presidente de BlackRock, Larry Fink, asegurando que penalizaría a las empresas que no incluyeran los criterios ASG en su agenda…

Desde el punto de vista del sector financiero, esta tendencia se ha producido en los últimos tres o cuatro años. Aunque efectivamente se insistía en los fondos de inversión responsable, en el momento en el que Europa pone encima de la mesa el Plan de acción sobre finanzas sostenibles, el Green Deal, la taxonomía y las Directivas, tanto la de transparencia como las de derechos de los accionistas a largo plazo, el mercado tiene un elemento de impulso adicional en esa línea. Además, ha sido una traslación global porque estamos viendo movimientos muy interesantes en todos los niveles: damos la bienvenida de nuevo a Estados Unidos al acuerdo climático, se empiezan a generar movimientos en los estándares de reporting con la fusión y adquisición de diferentes plataformas, como por ejemplo la alianza entre GRI y SASB.

La Sostenibilidad o la Responsabilidad Social añade reputación a la empresa y valor al negocio

¿Qué grandes cambios veremos en el ámbito del reporte?

Dos cosas principalmente. Por un lado, aumentará la masa crítica porque a partir de 2021 asistiremos a la extensión del informe de los aspectos ESG a todas las empresas de 250 empleados. Con lo cual vamos a encontrar en toda Europa, y eso va a atraer a todo el mundo, una generalización del reporte que lleva a cualquier empresa a registrar no solo los datos económicos sino también sociales, ambientales, de transparencia y buen gobierno. Y el paso de las grandes a las medianas va a provocar algo obvio: habrá que hacer esta contabilidad. Y el segundo factor será el tema de calidad y frecuencia del reporte. Actualmente, las empresas reportan una vez al año, con lo cual los reportes ofrecen una foto fi ja de los aspectos sociales y medioambientales que ya han pasado, pero con la evolución de las tecnologías podremos tener datos a tiempo real y ello provocará que la frecuencia del reporte cambie. Antes se tardaba casi seis meses en hacer reportes de sostenibilidad, ahora con los datos que tenemos se hacen en dos o tres meses y, además, con la nueva legislación en el primer trimestre hay que tener presentado el informe de gestión no fi nanciera. Todo ello provoca que el proceso de reporting se acorte y conlleva que las empresas se tengan que centrar en su calidad, en la materialidad, en qué es lo relevante para cada empresa.

 

¿Cree que la pandemia ha supuesto un cambio de las prioridades empresariales?

Obviamente, la pandemia supone un foco en las personas, una vuelta a ciertos proyectos sociales de colaboración con ONG, a programas de salud y bienestar de la organización… Obviamente, en el corto plazo estos elementos van a seguir, pero en el medio y largo plazo el enfoque es claramente el cambio climático como prioridad. Necesitamos generar nuevos empleos con nuevas capacidades y habilidades y, obviamente, eso provoca que desde el punto de vista de la responsabilidad tengamos que enfocarnos en la empleabilidad de las personas, es decir, analizar si tenemos a la gente joven preparada y qué va a pasar con aquellas personas que no se adapten porque si no lo atacamos puede generar un elemento de desigualdad. Paralelamente estamos en pleno debate sobre la brecha de desigualdad salarial de género, con legislación incorporándose, y otras brechas de desigualdad que trabajamos con las empresas en nuestro Clúster de Acción Social como es el impacto entre lo rural y lo urbano y la España vaciada. Desde luego nadie quiere que esa brecha cree una sociedad donde no haya equidad, no se generen oportunidades y creemos dos capas de sociedad muy diferenciadas, puesto que es una fuente de confl ictos.

 

Aumentar la ambición y acelerar la acción es el eslogan de Forética para los próximos años. ¿En qué consiste?

Efectivamente, es la estrategia de Forética que empieza el 1 de enero que engloba a este grupo de 200 empresas y organizaciones en estas tres patas que resumimos en aumentar la ambición, acelerar la acción y ampliar las alianzas, es la triple A que buscamos. Aumentar la ambición supone decir claramente en qué año, cómo y qué voy a cambiar internamente. Es decir, más allá de poner una fecha y un objetivo de reducción, se trata de ser ser cero emisiones netas o, si puedo, ser neto positivo y convertirse en una empresa regenerativa en una fecha anterior al 2050 para seguir los mandatos de la ciencia y no superar el grado y medio. o, por ejemplo, para cerrar la brecha salarial de género. Se trata de aumentar la ambición en los temas sociales, ambientales y de gobernanza para que de aquí a 2050 consigamos vivir 9.000 millones de personas con calidad de vida dentro de los límites del planeta. En segundo lugar, acelerar la acción supone precisamente esos cambios de operaciones que lleven a la generación de nuevos productos y servicios dentro de la organización. Eso supone una comprensión clara del Consejo de Administración, que esté bien defi nido que esto es relevante en el propósito de la compañía y que a la hora de remunerar a los consejeros y a los empleados se tengan en cuenta los criterios sociales y ambientales. Y luego estaría la parte de las alianzas. Hace 10 o 15 años, cuando hablábamos de Responsabilidad Social nos referíamos a qué puede hacer la empresa en esta materia, pero ahora, cuando hablamos desde una perspectiva alineada a los ODS, nos referimos a un cambio de sistema y yo no puedo hablar de ser responsable si estoy en un sistema en el que la energía tiene muchas emisiones o en un sector de la alimentación que crea gente obesa y a la vez gente desnutrida. Hay sistemas como el sistema alimentario, el fi nanciero o el energético que tienen que cambiar y una empresa no lo puede hacer por si sola. Las compañías tienen que comprender que deben trabajar con todo el sector específi co y con otros sectores, con la administración o con ONG, cuando hay elementos relevantes en esa línea como conseguir la consecución de los ODS.

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