Nos encontramos en entornos más complejos de gestionar

Jaime Gregori,

director de Captación de Fondos de Cruz Roja Española

20/02/2017

Con 150 años de historia a sus espaldas, en la década de los 90 se produce la gran modernización de Cruz Roja y su adaptación a los nuevos retos que plantea la sociedad española. Por un lado, la consolidación de la intervención social con los colectivos vulnerables y, por otro, el espectacular incremento de los programas internacionales que ha supuesto.

 

¿Cuál es el principal ámbito de actuación de Cruz Roja en estos momentos?

Cruz Roja tiene dos grandes áreas de actuación. Una, gira entorno a las emergencias y al socorro, y otra, centrada en los temas sociales. Dentro de este ámbito social, el gran proyecto de referencia en estos momentos es el Plan de Empleo que trabajamos desde distintas líneas: formación, mediación en la inserción laboral, financiación de emprendimiento, trabajos en prácticas o, simplemente, que alguien se acerque a una de nuestras sedes y le ayuden a  hacer un curriculum.

 

¿Quiénes son los principales beneficiarios de este proyecto?

La crisis afecta de forma muy desigual a la gente y hay personas que tienen unas condiciones más complejas para salir del entorno en el que se encuentran. Ahí es donde actuamos con este proyecto de empleo y nos sentimos muy satisfechos. A menudo, las personas que entran en nuestros itinerarios necesitan, incluso, un apoyo personal para empoderarse y entusiasmarse consigo mismas. Por ejemplo, uno de los colectivos que atendemos en el Plan de Empleo es el de las mujeres víctimas de la violencia de género. Una de las salidas para una mujer víctima de violencia de género es buscarle un trabajo en una empresa que esté dispuesta a dárselo, pero además es necesario trabajar con la persona para que vuelva a entusiasmarse consigo misma.

 

¿Podríamos decir que hay un perfil tipo de beneficiario?

Depende. Antes de la crisis estábamos especializados en colectivos de discapacitados, inmigrantes, personas mayores… pero la crisis ha provocado una aparición masiva de nuevos vulnerables que nos ha llevado a trabajar de una forma mucho más transversal. Nos llega gente que antes de la crisis no  tenía problemas económicos y que ahora lo está pasando muy mal, o la misma persona mayor de antes que ahora tiene la problemática añadida de tener que ayudar a sus hijos. Al final, para nosotros la crisis ha sido una oportunidad de renovación y ha supuesto adaptar nuestro trabajo a una realidad nueva que ha venido para quedarse porque, estemos o no saliendo de la crisis, ahora nos  encontramos en entornos más complejos de gestionar en cuanto a precariedades.

 

Antes tener trabajo era sinónimo de vida digna y ahora ya no…

Exactamente. Es cierto que hay una parte de empleo nuevo, muy vinculado a las nuevas tecnologías y sistemas de información, pero también hay una masa social que está accediendo a puestos de trabajo con unas condiciones más precarias. Al fin y al cabo, hemos hecho un cambio ideológico donde lo primero es la persona. Esta transformación también ha afectado, por ejemplo, a nuestras sedes y a nuestros puntos de atención que ahora se sitúan en sitios de cercanía. En este sentido, hemos diseñado un plan de expansión que  contempla duplicar nuestros puntos de atención en los próximos tres años para estar más presentes en la vida de la gente y, si en un momento dado necesitan algo, puedan recurrir a nosotros.

 

¿Qué balance hace de esta transformación de la organización?

El balance es muy positivo por dos razones. Por el impacto social que ha tenido en cifras, en el número de personas que hemos contribuido a que lo pase mejor, y por el apoyo de la sociedad, ya sea como voluntarios, socios y  donantes. En estos momentos tenemos prácticamente 1.300.000 socios que es una cifra muy bonita por lo que significa, no solo a nivel económico, sino de apoyo social. Nos hace sentir muy orgullosos.

 

¿Considera que la crisis ha favorecido la sensibilización de la sociedad?

En torno a la crisis ha habido tanto ruido mediático que ha hecho que la gente sea más sensible a este tipo de causas y, a pesar de que hay mucha gente en paro o con menos ingresos, hemos logrado seguir creciendo porque el mercado de la filantropía en España era un mercado muy joven.

 

Sin embargo, en la financiación de fondos públicos ha ocurrido lo contrario…

Los ajustes para cumplir los objetivos de déficit han provocado una caída generalizada de las subvenciones que provienen de todas las administraciones y para acceder a la financiación que llega, vía licitaciones, tenemos que competir con el sector privado para la prestación de servicios y para nosotros es complicado. No obstante, a nivel central, tenemos una subvención de referencia, a través del IRPF, que es muy cuantiosa y esa no ha cambiado. Al contrario, ha crecido.

 

¿Cómo ha ayudado en este ámbito el aumento de las desgravaciones fiscales a la donación?

Son medidas muy importantes porque ahora se ha fijado una desgravación del 75% de los primeros 150 euros donados, de forma que a medida que la gente haga la declaración de la renta y vea que si da 100 euros le devuelven 75, se animará a seguir colaborando. Pero hay que decir que la fiscalidad no es la principal motivación del donante. La motivación principal del donante español es colaborar con alguna causa, satisfacer una necesidad personal de sentirse bien y, al mismo tiempo, contribuir con el interés general.
Otra fuente de financiación del Tercer Sector es el mundo empresarial. ¿Qué tipo de relaciones establecen con las empresas?
Cada relación es un mundo totalmente diferente porque detrás de las empresas hay personas y su sensibilidad influye mucho en este tipo de temas, pero si hay un patrón común a lo que está ocurriendo ahora mismo en todas las empresas es que las colaboraciones tienen que tener un mínimo claro de aportación de valor para la organización y, por supuesto, para la ONG. Sino, no hay colaboración.

La pura filantropía o el buenismo seguirá existiendo, pero todo lo que viene del mundo empresarial, decidido por sus ejecutivos que se preocupan por el día a día de la empresa, de la marca, de sus empleados…, cada vez busca más aportación de valor y eso se hace tangible en operaciones donde la empresa interactúa y se implica cada vez más con el proyecto a través de empleados, de los propios directivos o, incluso, con los accionistas y clientes. Es decir, las operaciones aisladas donde un directivo toma la decisión de realizar una donación son cada vez menos sostenibles.

 

¿De qué manera colaboran?

Hay empresas que nos difunden llamamientos por emergencias, otras financian proyectos o llevan a cabo acciones de voluntariado corporativo, operaciones de donaciones en especie… hay mil formas de colaboración. Un caso paradigmático es que conjuntamente con la Fundación Vodafone hemos creado la Fundación Tecnologías Sociales –TECSOS con el objetivo de investigar qué tecnologías de futuro serán las ideales para mejorar la vida a los colectivos vulnerables y personas mayores. Este tipo de colaboración cada vez es más intensa y está muy relacionada con la aportación de valor.

 

Plan de Empleo de Cruz Roja

Las actuaciones del Plan de Empleo de Cruz Roja están dirigidas a apoyar a las personas más vulnerables en su camino hacia el empleo, desde la orientación a la búsqueda de trabajo hasta la propia inserción laboral, pasando por acciones formativas en competencias que les permitan trabajar en un sector determinado.

Los servicios del Plan de Empleo de Cruz Roja están presentes en todo el territorio y, sólo en el 2015, más de 88.000 personas participaron de sus acciones y proyectos, de las que un 27% han sido personas mayores de 45 años y un 33% jóvenes menores de 30 años. Un total de 15.000 personas, de las que más de 9.600 son mujeres, han accedido a un empleo de la mano de Cruz Roja en el año 2015.

El Plan de Empleo de Cruz Roja cuenta con la cofinanciación, entre otras entidades, del Fondo Social Europeo y el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, a través del Programa Operativo de Inclusión Social y de la Economía Social (POISES) para el periodo 2016-2019.