De pequeño quería hacer cosas chulas. Empecé a tocar el piano, dibujando el piano en la mesa, me encantaban los videojuegos y dije, quiero hacer el videojuego perfecto. Con ocho años me puse a programar por mi cuenta, de forma autodidacta. Escribí un libro también. Y, ya a los 16, empecé con esas ganas de hacer energía, en este caso, con motores de combustión externa. Hice uno que de hecho mejoraba un sistema de la NASA en un 60% y, a raíz de eso, la NASA me incorporó a la Singularity University.
En BIOO, generamos energía a partir de la propia tierra y lo hacemos con baterías biológicas que van debajo de cualquier zona natural. Imagínate tener un jardín, pones estas baterías biológicas que son como un “hotel” para los microorganismos. Y dentro de la batería bilógica lo que hacen estos microorganismos es lo mismo que hacen en la en la naturaleza: comer materia orgánica, liberar electrones e hidrógeno en el proceso. De esta forma, cazamos los electrones en una corriente eléctrica con unas esponjas de carbono y también el hidrógeno. Entonces, de forma natural, se combinan con el oxígeno que hay dentro de estas baterías y se crea un vapor de agua que utilizamos para irrigar el propio sistema.
Al final estás ahorrando mucha agua. Aquí, en Barcelona, estamos trabajando en un edificio en el que ahorramos más de medio millón litros de agua al año. Hay otro en Taiwán en el que logramos ahorrar 3.000.000 de litros de agua anuales. Y, además, esta agua no sólo se utiliza para irrigar, sino que va a través de la propia tierra convirtiéndose en aire acondicionado natural.
Es decir, bajamos la temperatura cuando hace calor porque se enfría con la propia tierra, o la subimos cuando hace frío, porque la batería está caliente, tiende a 21ºC. Si te das cuenta, esta batería es un microverso de vida porque tienes organismos vivos que hacen su día a día sin ser conscientes de que están generando energía. Para nosotros es como Matrix.
Cualquier edificio donde puedas poner verde en general, pero es que incluso lo estamos aplicando en interior. Ya no sólo en cubierta vegetal o en parques alrededor del edificio, sino que también lo estamos poniendo en interior, en los techos. Imagínate estar en una oficina y tener plantas colgantes viniendo del techo que generan energía para iluminar la luz que tienes encima y purificar el aire al mismo tiempo. Es decir, sólo con cubrir el 10% del techo ya tienes suficiente para purificar de media las toxinas que genera una oficina.
Los interruptores biológicos utilizan una planta viva. Las plantas, de forma natural, tienen una frecuencia que no puedes captar con el oído, pero sí se pueden captar con ciertos aparatos de esa frecuencia, que varía según lo que la planta capta en su entorno. A partir de esa frecuencia, puedes detectar si la planta tiene sed, necesita sol, tiene una enfermedad como un hongo… Y lo que hacemos es captar específicamente la frecuencia humana, de forma que tú tocas una hoja de una planta y puedes activar luces, sonidos, pantallas… En definitiva, domótica con la propia naturaleza.
Tenemos una línea de lifestyle donde estamos empezando a poner biología no solo en edificios, sino en los hogares, que para que lo primero que te ilumine cuando te despiertas sea el contacto con la naturaleza, teniendo al lado el bio switch en tu mesita de noche. También hemos hecho una mesa de mezclas bio switch, que tocó David Guetta en Ibiza, y hemos llegado a jugar a videojuegos con plantas. Pero esta tecnología va más allá de eso. Ahora, a partir de esas frecuencias que emiten las plantas, estamos desarrollando un diccionario del lenguaje de las plantas, porque al final, cada una de estas ondas representa algo diferente y lo que queremos es podernos comunicar con ellas.
Para un propósito que tiene bastante lógica, por ejemplo, en la agricultura. Ahora se ponen sensores que nos informan de la temperatura, el PH, etc. Con esta información puedes saber si hay que regarlas o hay que echarles fertilizante.
Queremos hacer un sensor que directamente mida estas ondas del campo y saber realmente las necesidades que tienen las plantas. Otro proyecto que estamos haciendo son los parques urbanos 2.0, parques biotecnológicos en los que dedicamos un área a hacer una biblioteca viva para guardar la memoria de la humanidad en la naturaleza. Imagínate tocar una planta y escuchar mensajes de voz de gente que haya querido dejar un legado para generaciones presentes o futuras. Al final, es como recrear “Avatar”, pero en la vida real.
Ahora mismo, cuando alguien va a construir un edificio, hace un presupuesto para todo y luego lo que le sobra lo utiliza para poner verde. Nosotros hemos visto este problema, ya que cuesta mucho que la gente ponga verde que no sirve para nada, entre comillas. En BIOO estamos consiguiendo, por primera vez en la historia, que las plantas den dinero. Es decir, si tú pones una batería biológica que te genera agua, te reduce el calor o el frío y te da energía para iluminar puntos de luz, a la hora de la verdad, recuperas la inversión realizada en seis, siete, ocho años, dependiendo de la instalación.
Así, después de ese tiempo, la instalación verde te ofrece rentabilidad, que es un concepto totalmente diferente. Creo que eso es absolutamente imprescindible para la ciudad del futuro, una ciudad donde incluso el más egoísta o la empresa más egoísta tenga motivos para poner verde porque le salga rentable.