Tal y como recoge la versión digital del diario ABC, los investigadores detectaron, después del derrame de 2010, diversas poblaciones de corales recubiertas con un limo de color oscuro en el que encontraron crudo del derrame, pero también residuos de los dispersantes. Y es que, tal y como argumenta el profesor asociado de Biología en la Universidad de Temple, Erik Cordes, en el vertido de BP fue la primera vez que se testó el aplicar los dispersantes en profundidad. “Se quiso hacer inmediatamente algo sobre el petróleo que salía del pozo pero en realidad no se sabía cuál podía ser el resultado”, explica Cordes.
El estudio, liderado por Danielle DeLeo, consistió en qué los investigadores expusieron a los corales a un rango de concentraciones, tanto de petróleo como de dispersante. El objetivo era determinar qué dosis es la letal para el coral en cada uno de los casos. Según aseguran haber demostrado, el dispersante es tóxico para los corales en concentraciones más bajas que el petróleo. “Se necesita menos cantidad de dispersante que de petróleo para matar a un coral”, añade Cordes.