30/03/2015 08:40:12

RSE y cadenas híbridas de valor: estrategias y oportunidades para 2033

El informe 'Más valor social en 2033' analiza cómo tendrán que evolucionar las ayudas sociales en el futuro

Vivimos una época de cambios y las ayudas sociales no escapan a esta tendencia: las necesidades evolucionan y los recursos no son los mismos. El informe "Más valor social en 2033", elaborado por la Fundación de PwC en colaboración con Ashoka, analiza cómo tendrán que evolucionar las ayudas sociales en el futuro. En los próximos años, habrá nuevas necesidades sociales -derivadas de circunstancias como el crecimiento de la población, el cambio climático o los avances tecnológicos- que exigirán nuevas respuestas, con unos recursos que poco tendrán que ver con los actuales.

El informe analiza tres aspectos clave que deberán tener muy en cuenta los proyectos sociales si quieren lograr sus objetivos: una respuesta conjunta por parte de todos los agentes implicados, lo que supone que se impliquen los primeros directivos y responsables de cada organización que participa, especialmente en el caso de las grandes empresas; soluciones innovadoras para enfrentarse a nuevos retos; y soluciones económicamente sostenibles para lograr objetivos de forma más rápida y a gran escala; la rentabilidad de una acción es la mayor garantía de continuidad.

Se amplía el foco de la ayuda social

El planteamiento conocido hasta ahora cambia, y estamos iniciando un recorrido que en el entorno de 2033 habrá transformado por completo la visión que tenemos de la ayuda social. En primer lugar, los beneficiarios no son los mismos. Según apunta el informe, estamos acostumbrados a que sean los países desarrollados quienes ayuden a los países pobres y desfavorecidos. Pero la globalización ha cambiado esto. Hemos comprobado que se reduce la pobreza en los países que participan de manera emergente en la economía mundial y, al mismo tiempo, crecen las desigualdades dentro de los países industrializados, de forma que cada vez es más necesario dirigir parte del esfuerzo hacia nuestro propio entorno, pues las necesidades se encuentran muy cerca de nosotros y eso está provocando que muchos de los proyectos se pongan en marcha en países como España y otros de nuestro mismo nivel y entorno.

Auge de la iniciativa privada

En segundo lugar, también cambia la estructura de los donantes. El sector público debe seguir liderando la gestión de las ayudas, pero entra en juego, con pleno protagonismo, la iniciativa privada.

Tanto las grandes empresas como las pymes empiezan a asumir cada vez más responsabilidad en esta materia. Y también cobran importancia los denominados emprendedores sociales, personas que tienen proyectos de impacto social, con soluciones innovadoras y que buscan la manera de ponerlos en marcha, muchas veces apoyándose en capital privado.

Soluciones más sostenibles, rentables y beneficiosas

Uniendo las dos circunstancias anteriores, el informe señala un tercer aspecto nuevo: el objetivo ahora es conseguir modelos para dar respuesta a las necesidades sociales que sean sostenibles. Un modelo en el que la ayuda ya no está basada en la pura donación a fondo perdido, con un perfil caritativo, sino que avanzamos hacia soluciones que sean sostenibles, rentables y beneficiosas para todas las partes implicadas, hacia modelos de creación de valor conjunto.

“Más valor social en 2033” destaca las llamadas “cadenas de valor económico-social”, o “cadenas híbridas de valor”. Se trata de iniciativas con impacto social, económicamente rentables para los inversores, que son, por tanto, sostenibles en el tiempo y escalables a otros entornos y realidades. El hecho de que un proyecto cuente con los recursos, el conocimiento y la profesionalidad de las empresas le permitirá ser más eficiente y, por tanto, generar más impacto social.

5 retos globales

En las próximas dos décadas nos enfrentamos a retos globales con solución local, según señala el informe:

  1. La salud y el bienestar de una población que envejece rápidamente, lo que conlleva una mayor incidencia de enfermos crónicos y de dependientes.
  2. La alimentación y el agua en un mundo cada vez más poblado y con nuevas exigencias nutricionales, impactado a la vez por los efectos del cambio climático.
  3. La energía, ya que aumenta la demanda pero a su vez queremos reducir el impacto medioambiental, lo que nos va a obligar a ser más eficientes.
  4. La búsqueda de una sociedad inclusiva, que integre perfiles diversos y en donde hay un mayor porcentaje de personas en riesgo de exclusión, en ese sentido la crisis económica ha hecho estragos.
  5. La seguridad, ya que la globalidad y los avances tecnológicos provocan la aparición de nuevas amenazas, como los delitos a través de las redes o el terrorismo internacional, entre otras.

El desarrollo de las citadas cadenas de valor económico-social en España se encuentra en una fase muy incipiente. Sin embargo, el informe destaca el interés y la anticipación conjunta de todos los actores implicados: el sector público; empresas, tanto grandes corporaciones como pymes, ONGs y emprendedores sociales. Un proceso en el que es necesaria la implicación de los directivos y responsables de cada organización que participa, especialmente en el caso de las grandes empresas. La política social no puede quedar arrinconada entre las tareas del departamento de RSC, sino que debe formar parte de la agenda global de la compañía, de los objetivos estratégicos, apunta el informe.

¿Cómo desarrollar “cadenas de valor económico social” en España?

De hecho, uno de los principales obstáculos con los que se encuentran estos proyectos es precisamente la falta de trabajo conjunto entre empresas y agentes sociales y que en España las leyes no están adaptadas a este tipo de realidades y complican el desarrollo de proyectos sociales. Por ello, el informe propone cinco estrategias para desarrollar estas cadenas de valor económico social en España:

  1. Fomentar espacios de colaboración, para que se produzca un mayor conocimiento y entendimiento entre los actores implicados.
  2. Realizar cambios en la legislación, para que estos proyectos cuenten con mecanismos adaptados a su realidad,v como ocurre en otros países. Es algo que facilitaría mucho la tarea de los emprendedores sociales y aumentaría las posibilidades de éxito.
  3. Incorporar las cadenas de valor económico-social a la estrategia de las empresas, como una línea de negocio más y como parte del objetivo de negocio. Urge superar la visión de la política de RSC como elemento de marketing.
  4. Lograr que el sector público lidere la tendencia, facilitando la infraestructura, el conocimiento y poniendo medios; así como constituyendo un ejemplo para las organizaciones.
  5. Implicar a universidades, empresas, consultoras y medios de comunicación en el fomento de las cadenas de valor económico-social, las tareas de educación, divulgación y concienciación a toda la sociedad juegan un papel decisivo en el éxito de ciertas tendencias.

Descarga en informe completo aquí.

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