Desde 1945, el Museo de Ciencias Naturales del Parque de la Ciutadella tiene un apiario, donde un equipo de apicultores se hace cargo de las colmenas periódicamente. Ellos llevan a cabo el mantenimiento, controlan que las abejas tengan el espacio que necesitan, que tengan reservas de alimentos, de medicamentos y, en definitiva, que dispongan de las condiciones más favorables para la producción de miel.
A una de estas colmenas, el Grupo Open Systems, que forma parte de la Oficina de Ciencia Ciudadana del Barcelona Lab, un proyecto impulsado por el Instituto de Cultura de Barcelona, la equiparon con todo tipo de sensores que controlan los movimientos y los comportamientos de las abejas. Hay un sensor de temperatura, uno de peso, uno de sonido y otro de control de entrada y salida de abejas. Todos ellos envían la información recopilada al catálogo de datos abiertos del Ayuntamiento, accesible a cualquier persona.
El hecho es que cada vez hay menos abejas y que están variando su comportamiento natural porque, dicen, están estresadas. Según Josep Perelló, profesor de Física de la Universidad de Barcelona y miembro del proyecto Open Systems, explica que “las abejas son tan sensibles a la contaminación que pueden servir como indicadores de la calidad de vida de las ciudades”. Aseguran desde el Ayuntamiento que el análisis es primario aún y solo se han podido observar en estos insectos cambios de actividad que dependen de las condiciones climatológicas de la ciudad. La idea es conseguir datos concretos que puedan ayudar a que Barcelona sea una ciudad más sostenible, informan desde el Ayuntamiento.