20/10/2014 09:43:07

Luchar contra el cambio climático y la pobreza pasa por la transición hacia economías bajas en carbono

Oxfam Internacional acaba de publicar un informe donde alerta que es necesario que el 80% de las reservas conocidas de combustibles fósiles permanezcan bajo tierra

El cambio climático ya provoca hambre, principalmente a causa del consumo de combustibles fósiles, que constituye la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. De continuar la evolución actual, a finales de este siglo la temperatura mundial habrá aumentado entre 4ºC y 6ºC; el incremento superará los 2ºC en el transcurso de la vida de la mayoría de nosotros. Son datos del último informe Alimentación, Combustibles, Fósiles y Fondos Sucios presentado por Oxfam Internacional, que alerta que todo ello provocará “desastres humanitarios sin precedentes y agravará la pobreza y el hambre”.

La organización argumenta que, pese a las medidas llevadas a cabo para frenar el cambio climático, la transición necesaria se está viendo bloqueada por un “triángulo tóxico” compuesto por la inercia política, una visión financiera a corto plazo y los intereses creados en torno a los combustibles fósiles. Por ello, pide a los gobiernos comprometerse a eliminar las emisiones generadas por los combustibles fósiles para principios de la segunda mitad del presente siglo, siendo los países ricos quienes deben liderar este proceso.

Pobreza extrema
Más de 800 millones de personas pasan hambre todos los días. Y esta situación se verá empeorada por los efectos del cambio climático. Para evitar que el calentamiento mundial supere el peligroso límite de 2°C, es necesario que el 80% de las reservas conocidas de combustibles fósiles permanezcan bajo tierra. de no ser así, alerta Oxfam, la temperatura mundial superará incluso los “peores supuestos” indicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático(IPCC, por sus siglas en inglés).

Las consecuencias del cambio en el clima podrían exponer a 400 millones de personas de algunos de los países más pobres del mundo al peligro de padecer una grave escasez de alimentos y agua hacia mediados de siglo, por lo que podría haber 25 millones más de niños menores de 5 años con malnutrición, una cifra equivalente a la población total de menores de 5 años de Canadá y Estados Unidos juntos.

Cambio climático: grave amenaza para la economía y las empresas
Este aumento de temperatura también constituye una grave amenaza para la economía y el sector empresarial, ya que las consecuencias del cambio climático ya empiezan a percibirse tanto en los países ricos como en los pobres, causando daños materiales, limitando la producción agrícola y reduciendo la productividad laboral. De hecho, Unilever ha declarado que pierde 300 millones de euros (415 millones de dólares) al año a causa de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y frío extremo. Asimismo, el cambio en el clima puede suponer una amenaza para la salud mundial.

Transición hacia economías bajas en carbono
Una transición de estas características es necesaria en todo el mundo. Gobiernos de todo el mundo están empezando a enfrentarse a esta realidad: el Presidente Barack Obama anunció recientemente nuevas normas para reducir en un 30% las emisiones de las centrales eléctricas en 2030; actualmente la Unión Europea está negociando un “paquete de energía y cambio climático” que establezca nuevos objetivos de reducción de emisiones para 2030; China ha sugerido que establecerá “topes absolutos de emisiones de carbono” a partir de 2016. Se trata de medidas positivas en la dirección adecuada, pero siguen siendo insuficientes, declara Oxfam.

Tal y como se explica en el informe, a falta de una legislación sólida sobre cambio climático, los fondos siguen fluyendo sin descanso hacia el sector de los combustibles fósiles. Al ritmo actual de gasto de capital, durante la próxima década se destinarán más de 6 billones de dólares al desarrollo del sector de los combustibles fósiles. Sólo en 2012, las empresas de combustibles fósiles invirtieron 674.000 millones de dólares en proyectos de prospección y desarrollo. Esta financiación privada se beneficia de fondos públicos, incentivos y desgravaciones fiscales; se calcula que alrededor de 1,9 billones de dólares engrasan cada año la maquinaria del sector de los combustibles fósiles a nivel mundial; esta cifra incluye el coste de sufragar los enormes daños que causa el sector.

Sólo en 2013, las industrias de los combustibles fósiles destinaron cerca de 213 millones de dólares a influir sobre los responsables políticos de Estados Unidos y la Unión Europea; esta cifra supera con creces el medio millón de dólares diario, y asciende a cuatro millones de dólares semanales.

Triángulo tóxico
El “triángulo tóxico” que conforma la inercia política, una visión financiera a corto plazo e intereses creados en torno a los combustibles fósiles supone un obstáculo para la transición necesaria hacia un nuevo modelo energético. Los Gobiernos no muestran voluntad de abandonar los combustibles fósiles, lo cual se traduce en una inversión continua del sector financiero mundial en este tipo de combustibles. La continuidad de la inversión se basa en la suposición de que los combustibles fósiles están aquí para quedarse, y está impulsada por la retórica de la propia industria de los combustibles fósiles. Todo ello a pesar de que un futuro con bajos niveles de carbono es tan deseable como posible, tanto en el Norte como en el Sur, gracias a que el precio de las tecnologías sostenibles con bajas emisiones de carbono se está reduciendo rápidamente, de modo que estas tecnologías están empezando a competir con las energías contaminantes.

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