La Boundary Dam Power Station, de la empresa SaskPower, incluye un sistema que permite aprovechar industrialmente algunos de los gases generados por la planta, mientras que la mayor parte de CO2 que se produce durante la combustión será almacenado en un deposito geológico subterráneo, a más de 3 kilómetros de profundidad. Cuando la planta esté plenamente en funcionamiento producirá electricidad equivalente al consumo de unas 100.000 familias y almacenará bajo tierra cada año el CO2 equivalente al producido por la circulación de 250.000 automóviles. La nueva central ha sido construida remodelando completamente uno de las plantas de Coundary Dam que quemaban carbón con la tecnología tradicional (sin recuperación de carbono en la postcombustión).
En el acto de inauguración de la planta, el ministro de Economía de Canadá, Bill Boyd, aseguró que el proyecto Boundary Dam es especialmente importante "porque es aplicable a aproximadamente el 95% de las plantas de carbón del mundo". "A medida que las naciones desarrollen las normas de control de las emisiones contaminantes tendrán que adoptar soluciones como las Boundary Dam para poder utilizar el carbón de una manera ambientalmente sostenible", indicó el ministro canadiense.
En el mundo existen en la actualidad medio centenar de plantas piloto o centrales de pequeña escala con sistemas CCS. Entre los principales inconvenientes para extender esta tecnología destaca el coste relativamente elevado de las instalaciones de recuperación y almacenamiento (Boundary Dam ha supuesto una inversión de más de 1.000 millones de euros) y la escasa experiencia internacional en el almacenamiento subterráneo de CO2 (que utiliza procedimientos similares a los del polémico almacén de gas Castor, en la costa de Castellón).