18/06/2014 11:49:30

¿Qué pueden hacer los padres para fomentar la solidaridad ensus hijos?

Los expertos de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) ofrecen una serie de consejos sobre cómo educar el valor de la solidaridad en niños menores de 6 años

Con frecuencia, al hablar de solidaridad nos referimos a identificarnos con los necesitados, éstos suelen ser personas anónimas a quiénes desconocemos. También hablamos de ser solidario con países del tercer mundo o con sociedades que han sufrido alguna catástrofe.

Ser solidario en estos casos es muy positivo, pero la solidaridad debe comenzar por el comportamiento con las personas cercanas de nuestro entorno y por las acciones concretas con personas que, muy cerca de nosotros, necesitan ayuda.
Hoy resulta fácil fomentar la sensibilidad y el respeto por el medio ambiente o por los animales. Sin embargo, parece más complicado desarrollar la sensibilidad y solidaridad con las personas que sufren y lo pasan mal. Nos hemos acostumbrado a escuchar comentarios o a ver imágenes de las desgracias ajenas, lo consideramos un mal habitual, perdemos la sensibilidad y mostramos poca reacción emocional.
En los últimos tiempos se ha impuesto la competitividad generalizada. Esta actitud conduce al individualismo, al egoísmo y a la “moral del éxito” donde “todo” vale para el triunfo personal, donde se considera al otro como un enemigo potencial que puede disputar aquello que se desea. Los propios sistemas educativos son competitivos y discriminatorios. No se valora el esfuerzo, la bondad, la generosidad, el altruismo y otros valores de nuestros niños, sólo el rendimiento escolar: las notas. No se estudia por placer, por enriquecimiento personal, sino por lograr unas notas. Los niños interiorizan que las notas miden lo que valen, no lo que saben; que deben destacar, vencer y triunfar sin importar los medios que utilicen; cualquier cosa es válida si se consigue fama, poder y dinero. Los medios de comunicación y la sociedad en general contribuyen a fomentar este espíritu bélico y este tipo de violencia. La rivalidad estimulante es positiva para el niño, sin embargo, debe compatibilizarse con una forma de vida cooperativa y solidaria.
Los niños necesitan recibir ayuda de sus padres para establecer relaciones positivas con las personas de su entorno y reforzar las conductas solidarias hacia ellas. De este modo, contrarrestan el ejemplo que reciben constantemente de conductas negativas y contravalores como el egoísmo, la envidia, la intolerancia, la ambición, el autoritarismo, el abuso, etc. En el entorno del niño hay demasiados modelos de comportamiento insolidario: tratar de acaparar todo para uno mismo, incluso el cariño y las atenciones; fastidiar y atacar a los demás con acciones y palabras; ver sólo los defectos de los otros y nunca las virtudes; las críticas destructivas y los falsos testimonios; imponer el propio criterio por la fuerza, física o verbal, etc.

¿Qué pueden hacer los padres para fomentar la solidaridad? Sobre todo transmitir este valor a través de sus actuaciones diarias y cuidar sus actitudes en las relaciones interpersonales, pero también:
• Colaborar con el educador de su hijo pidiendo información sobre mensajes y acciones comunes que conviene transmitir al niño.
• Leer cuentos, fábulas y narraciones cuyo argumento esté basado en la solidaridad.
• Comentar las situaciones insolidarias que se dan en las informaciones de televisión u otros medios de comunicación.
• En situaciones cotidianas en las que el niño se muestre poco solidario, provocar su reflexión con frases como: “Si eso te ocurriera a ti, ¿te gustaría que te tratasen igual?, ¿Cómo te sientes tú cuando te hacen eso a ti?.
• Acompañar al niño a una entidad de ayuda a indigentes o a una residencia de ancianos necesitados para llevar algún alimento, colaborar poniendo la mesa, etc.
• Animarle para que regale algún juguete a otros niños que carecen de recursos.
• Pedir que entregue algún alimento que le guste mucho a una persona indigente que se encuentre en la calle.
• Ofrecerle orientación sobre acciones cotidianas concretas como cuidar de animales y plantas, desarrollar hábitos de ahorro de energía, colaborar en la selección de basuras, ayudar en las tareas domésticas y cuidando los elementos del hogar.

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