En 2012 cada ciudadano español generó, de media, 464 kg de residuos urbanos, según un informe de Eurostat. Aunque parezca una barbaridad, esta cifra se encuentra un poco por debajo del resto de Europa (492 kg). Sin embargo, de esa cantidad de basura sólo una pequeña parte se recicla (17%), se convierte en compuesto (10%) o se incinera (10%). El resto, la gran mayoría, acaba en el vertedero. Los datos referentes al conjunto de la Unión Europea son un poco más optimistas: el porcentaje de residuos reciclados o convertidos en compuesto se ha duplicado en los últimos quince años, hasta llegar al 42% actual.
Entre los países que más basura generan por ciudadano encontramos a Suiza, Dinamarca y Luxemburgo (por encima de de los 650 kg cada uno), mientras que en el otro extremo hay Estonia, Letonia y la República Checa, donde cada habitante produce alrededor de 300 kg de residuos urbanos al año. En el ranquin de los miembros de la UE más respetuosos con el medio ambiente destacan Alemania, Austria y Bélgica, así como Grecia, Eslovaquia y Malta reciclan poco más de una décima parte de toda su basura.
Finalmente llama la atención que Rumanía, Bosnia, Serbia, Macedonia y Turquía son los países más contaminantes (el 99% de sus residuos no se reciclan), y que los nórdicos (Noruega y Suecia) son los líderes en incineración: la mitad de su basura termina en los crematorios.