Reportaje

polémica abierta

El horizonte de la memorias de sostenibilidad

15/07/2010 Ocupar un cuarto lugar en el ranking mundial de países con mayor número de empresas que cuentan con informe de sostenibilidad coloca a los profesionales de la RSE en España en posición de plantear qué, o qué no, debe aceptarse como reporting de RSE. Y es que tras un tiempo de posicionamiento que ha dado pie a una especie de “todo vale por estar ahí”, por tener presencia, llega el momento de pautar qué es un informe de sostenibilidad. ¿Simples memorias narrativas o herramientas de gestión? ¿Reportings certificados o dossiers de comunicación? ¿Datos cuantitativos, cualitativos o ambos?...

Declaraciones

Una empresa puede no ser completamente responsable y no haber transgredido ningún indicador GRI

Justo Villafañe
socio de Villafañe & Asociados
“Aquí la prueba de algodón es el GRI. Te da criterios de evaluación, si bien hay que partir de que cualquier método de reporting de la responsabilidad corporativa es un método imperfecto. Los que trabajamos con indicadores tratamos de que éstos sean lo más omnipresentes posibles pero, no nos engañemos, una empresa puede no ser completamente responsable y no haber transgredido ninguno de los indicadores del GRI. Sin embargo, insisto, la mayor fiabilidad la aporta el Global Reporting Iniciatives, que además pasa por la validación de un auditor. Es el mínimo exigible”.

El informe debe ser una herramienta de gestión que recoja información evaluable

José Luís Blasco
socio responsable de Global Sustainability Services de KPMG España
“Pensemos en una cuestión. Al fin y al cabo, cuando estoy hablando de informe financiero estoy hablando de euros que están en el banco, o en bonos, o en avales; pero ¿y el humo, y el agua, y el bienestar de los empleados, y la diversidad? ¿Dónde están? Nos falta un primer paso: cómo medir esto. Necesitamos protocolos que, evidentemente, serán diferentes para el sector petrolero o para un banco. El informe debe ser una herramienta de gestión que recoja la información para poder evaluarla y tomar decisiones; ése es el objetivo”.

Los estándares de reporte voluntario son suficientes

Ramón Guardia
presidente de Valores & Marketing
“¿Realmente hay necesidad de regular qué o qué no debe contemplar un reporte? Actualmente hay estándares con indicadores a los que las empresas pueden acogerse de un modo voluntario. Creo que suponen más que suficiente; lo realmente importante es que la empresa adopte la filosofía de la responsabilidad social empresarial en todas sus dimensiones y la adapte a su sistema de gestión; es mucho más importante que los indicadores a los que se acoja”.

Algunos países de la UE ya obligan a sus cotizadas a reportar

Victor Saiz
portavoz del Observatorio de RSC
“El debate en torno al reporte de la responsabilidad social en Europa está ahora en pleno auge. Actualmente, algunos de los países miembros, como por ejemplo Francia, Inglaterra o Suecia, obligan ya a sus empresas cotizadas a reportar. Aunque todavía no existen mecanismos de seguimiento ni estándares concretos al respecto, es indudablemente un primer paso importante. Por su parte, la Comisión Europea ha organizado grupos de trabajo multistakeholder”.

Cada vez es más habitual que en círculos especializados al hablar de los informes de sostenibilidad se plantee la necesidad de regular su contenido y se ponga sobre la mesa la cuestión de si deben evolucionar hacia la obligatoriedad. Ante ambas disyuntivas no está de más fijar el punto de partida para que las ramas no nos impidan ver el bosque, tal y como aconseja Josep M. Lozano, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de ESADE en su blog (http://www.josepmlozano.cat/Bloc0/PersonaEmpresaySociedad/tabid/218/EntryId/972/Querer-no-siempre-es-podersobre-todo-si-solo-quieren-algunos.aspx). “No olvidar el propósito de los informes. Recordarlo no es ninguna tontería. A veces, la prisa por hacerlos o la discusión de cómo hacerlos nos puede hacer olvidar que el debate debe centrarse en el para qué hacerlos. En un mundo en cambio, con unos retos imponentes a escala planetaria, en el que todos (también las empresas, pero no sólo ellas) debemos acometer grandes cambios, lo primero que hay que considerar es qué papel juegan los informes de RSE en el proceso de transformación de las empresas. No suceda que al final tengamos cada vez más informes y cada vez menos cambios significativos. Ello conlleva que el debate sobre los informes no puede ser un debate sólo sobre técnicas e indicadores, ha de ser también un debate basado en principios.”

Respecto a este debate Germán Granda, director general de Forética, y Beatriz Berruga, analista de RSE, avisan de que “aunque la creación de un estándar para el desarrollo de las memorias de sostenibilidad puede parecer la respuesta a la aproximación de ‘todo vale’, es crucial que cualquier estándar impuesto disponga de flexibilidad y proporcione un margen para poder ser adaptado porque cada empresa desarrolla una aproximación a la RSC basada en sus propias prioridades”. A su parecer, “para el desarrollo de memorias de RSC, los factores más impor tantes que una empresa debe considerar son las áreas directamente relacionadas con sus operaciones diarias. Es decir, se deben identificar los temas y áreas materiales para la empresa. Lo que se denomina un análisis material. Esto, normalmente, se debe capturar desde un principio dentro de la estrategia de RSC de la empresa. Una vez se identifican las prioridades es importante elegir un sistema de reporting que sea compatible con éstas.”

“Desde mi punto de vista ya existe un buen estándar para informes de sostenibilidad, que es el elaborado por GRI –Global Reporting Initiatives–, aunque este tipo de herramientas siempre es mejorable. Lo que falla realmente es el sistema de verificación por tercera parte independiente, ya que no existe un modelo único a aplicar cuando las empresas aspiran al nivel “plus” otorgado por GRI. O dicho de otra forma, las compañías que deciden elaborar informes de sostenibilidad y verificar externamente su contenido deberían jugar con las mismas reglas de juego, y estas reglas deben garantizar el rigor y la veracidad en el contenido de los nformes”, nos dice Juan Pedro Galiano, presidente de Forética y director de Reputación Corporativa y Marca de ADIF.

“Hoy en día prácticamente todas las empresas cotizadas cuentan con políticas de responsabilidad social y han asumido compromisos medioambientales o de respeto a los derechos laborales y sociales de manera explícita. Sin embargo, la forma de materializar estos compromisos y de reportar al respecto sigue siendo extremadamente irregular”, admite Víctor Saiz del Observatorio RSC. “Esto se debe en parte a la inexistencia de una normativa que establezca con exactitud los asuntos sobre los que las empresas deben reportar, las herramientas que pueden utilizar y los estándares que deben servir de referencia. No existe unanimidad en cuanto a los estándares ni indicadores, aunque existen algunos bastante extendidos, como el GRI o la Norma AA1000, pero se trata siempre de estándares privados que pueden o no ser utilizados y que no han sido validados por organismos multilaterales representativos”. Entonces ¿debe llegarse a una regulación que establezca un estándar universal para los informes? ... La respuesta es sí; a estas alturas del proceso de desarrollo de la RSC “es fundamental el establecimiento de estándares claros de reporte y también de normativas que aclaren los limites sobres los que cabe exigir a un reporte”.

En una línea similar se expresa Justo Villafañe, socio de la consultora Villafañe & Asociados: “Una norma que dijera qué debe contener un informe no resolvería el problema. Soy bastante poco reglamentista en este sentido; realmente creo que una empresa se valida en el día a día ante todos sus grupos de interés”.

Respecto a los estándares, Víctor Saiz, portavoz del Observatorio RSC, considera que “el estándar ISO 26000 que en la actualidad se encuentra al borde de ser consensuado y aprobado puede ser la base sobre la que se desarrolle un futuro estándar certificable y generalmente aceptado a nivel global, pero en la actualidad aún queda para que esto se materialice”.

La comparabilidad, clave para la evolución

Cuantificar la valoración de los parámetros que se utilizan para medir la sostenibilidad es, en opinión de todos los entrevistados, esencial para obtener valores comparables que acaben por convertir los informes en auténticas herramientas de gestión. O como muy bien lo expresó uno de nuestros interlocutores, para pasar “de los cuentos a las cuentas”. En este sentido, considera Javier Garilleti, director de PricewaterhouseCoopers que las memorias “deben ser auditadas o certificadas de algún modo y deben facilitar la comparabilidad, pero para ello hace falta segmentar y contar con indicadores cuantitativos. Sólo así se logrará una memoria no narrativa”. con rotundidad esa idea Justo Villafañe, “evidentemente, si se homologaran los parámetros se aportaría comparabilidad.”

A la misma línea apunta, desde el Observatorio RSC, Víctor Saiz, “… no existe acuerdo sobre estándares de reporte ni obligaciones al respecto, pero parece haber argumentos suficientes para pensar que ocurrirá. Sin duda es urgente que aquellas empresas que están haciendo esfuerzos reales por mejorar la eficiencia en sus actividades puedan diferenciarse de las que únicamente utilizan la RSC y el reporte como herramienta de comunicación y marketing. Es lícito que quien cumple con sus responsabilidades pueda beneficiarse de ello”.

¿Hacia un informe único?

“La memoria de gestión y la económica financiera se unificaran. ¿De dónde vendrá la iniciativa? O lo hacemos desde Europa o no se hace. Dependerá de la vocación política o de organismos internacionales, pero no será algo inmediato”, afirma sin ningún género de duda Justo Villafañe que, en cuanto a previsión de futuro apunta: “Un horizonte de cinco a diez años, me parece una previsión optimista”.

Desde el Observatorio RSC se admite también Europa como punto de partida de la iniciativa: “... creemos que es la Unión Europea la que debe liderar este proceso. En EE UU el debate sobre la RSC se encuentra menos desarrollado y existe menos acuerdo en cuanto a la importancia de la RSC como herramienta para la creación de un nuevo modelo de gestión empresarial. De hecho, el uso de GRI, por ejemplo, está mucho menos generalizado. En cuanto a la empresa privada, si bien ha entrado con fuerza en el debate y asume públicamente la necesidad del reporte y de implementar políticas de RSC, no puede ser por si sola la que defina las normas de juego, ese papel le corresponde a los estados y las Administraciones públicas. En este proceso es también muy destacable el papel que están jugando las organizaciones de la sociedad civil, que están dinamizando el debate aportando su punto de vista sobre este importante asunto”.

Otro consultor, José Luis Blasco, de KPMG, apunta que: “El camino del reporte único es cuestión de tiempo. Deberá introducir un análisis de riesgo sobre indicadores clave que pudieran influir en la variable financiera. Considero que convivirán un tiempo en paralelo el informe financiero y el de sostenibilidad para acabar evolucionando hacia uno solo. Sin embargo, para que eso sea posible hace falta previamente:


  1. Ponerse de acuerdo en los indicadores clave.

  2. Contar con sistemas de medición.

  3. Que estos indicadores tengan la misma fiabilidad que los financieros.

Respecto a estas previsiones Forética considera que “aunque es difícil saber si la tendencia de fundir los informes financieros con los de RSC será la manera predominante de hacer reporting en un futuro, este estilo tiene dos objetivos predominantes. La unificación de estos dos tipos de comunicaciones surge para proporcionar la imagen entera de su rendimiento a los diferentes grupos de interés, típicamente con énfasis en los inversores o accionistas. Aún más importante es que este estilo de hacer reporting de RSC reconoce el papel clave que tiene la actuación social y medioambiental en el éxito o rendimiento de una empresa. Tradicionalmente, el rendimiento económico era el único factor a considerar. Este tipo de reporting subraya el valor añadido de actividades empresariales dentro del entorno social y medioambiental como herramienta para incrementar su competitividad”. A lo que añaden, “es muy difícil predecir si este estilo de reporting será la forma dominante de comunicación por parte de empresas. Sin embargo, el liderazgo hacia una aproximación más consistente e integrada de comunicar la RSC será liderada por parte de las empresas privadas, Europa y instituciones públicas. Conforme mas empresas empiecen a integrar las memorias económicas con la de RSC y más grupos de interés demanden tales publicaciones, la tendencia ira al incremento”.

“Es lo que se ha venido a llamar la triple cuenta de resultados”, apunta Víctor Saiz. “Se trata de que a la hora de analizar una posible inversión se tomen en cuenta aspectos sociales y medioambientales además de los puramente económicofinancieros. La rentabilidad de una inversión debe ser medida en su totalidad, valorando las rentabilidades económicas, pero también los impactos sociales y medioambientales. Esto lógicamente debe incluir la forma de reportar. Actualmente existe una gran diferencia entre el reporte financiero, que se encuentra regulado y se presenta estandarizado y con alto grado de detalle, y por otro lado el reporte sobre aspectos sociales y medioambientales. El nivel de exigencia se debe igualar al nivel del reporte económico financiero.”

Como portavoz del Observatorio RSC, apunta Saiz que: “Existen informes, como el del parlamentario europeo Richard Howitt, que abiertamente recomiendan regular el reporte, de manera que el debate está en marcha, y cabe esperar que en un plazo no muy largo podamos ver el reporte regulado en alguna medida en Europa”. Germán Granda apunta otro ejemplo sobre el fomento del conocimiento de la RSC por parte de las instituciones públicas: la integración de criterios medioambientales y sociales por parte de estados miembros de la Unión Europea en su proceso de contratación y licitaciones”

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