OPINIÓN

Hacia una banca con valores o banca 3.0

Marcos Eguiguren,

Miembro del Consejo de Administración de Triodos Bank

Marcos Eguiguren

No hace falta que me esfuerce en afirmar que el sector bancario no está pasando por sus mejores momentos. Los bancos están padeciendo un grave desprestigio y están sometidos a una creciente presión social y ciudadana para que vuelvan a cumplir con su cometido económico y social, el que nunca debieron abandonar, y para que reparen los errores cometidos en los últimos tiempos. No seré yo quien discuta la pertinencia o no de ese sentir ciudadano en tantos y tantos países del mundo. La ciudadanía es soberana y tiene derecho a tener la opinión que desee, pero sí es cierto que generalizar es siempre muy peligroso: ni todos los bancos son iguales ni sus errores han tenido las mismas repercusiones.

Las entidades financieras que forman el sector son diversas y de la misma forma que hay bancos que han creado un grave perjuicio social, también podemos encontrar otros que siempre fueron distintos y que entendieron su papel de forma diferente, poniendo a las personas en el centro de la actividad empresarial y de la razón de ser de la economía. La Alianza Global para una Banca con Valores (Global Alliance for Banking on Values, GABV) aglutina a más de una veintena de bancos y entidades financieras de los cinco continentes que tienen como elementos comunes situar el desarrollo humano y el respeto al medio ambiente por encima de la mera consecución de resultados económicos, aunque sin descuidar este importante apartado.

La quinta convención anual de la Alianza que se celebró en Berlín y en la que pude estar presente, reunió a banqueros de diversos países para debatir sobre temas que les sorprenderían. Temas relacionados con la misión que debemos cumplir como banqueros al servicio de la sociedad, con el impacto que tiene nuestra actividad y la de los clientes a los que financiamos en el medio ambiente y el futuro del planeta, con la relación entre la actividad bancaria y la creación de riqueza en la economía real o la erradicación de la pobreza en los países menos desarrollados. Y, lógicamente, se abordó la sostenibilidad de nuestros respectivos negocios y la necesaria consecución de márgenes que posibiliten continuarlo en el largo plazo.

Este grupo de bancos, ese que siempre ha sido distinto, es un grupo de entidades financieras con valores o, como a mí me gusta llamarlos “bancos 3.0”. Son bancos que cumplen con tres características imprescindibles. Son bancos transparentes, ya que la información sobre el destino que se da al dinero depositado por sus clientes, tipos de proyectos y actividades que se financian, razones y valores intrínsecos que sitúan al ser humano en el centro de la actividad económica y que son los que impulsan las decisiones de financiación, etc., están a disposición de los propios clientes. Estos pueden decidir libremente si continúan o no depositando su confianza en la entidad, también desde el punto de vista cualitativo de la utilización que esta hace de su dinero.

Son bancos sostenibles dado que sus modelos aplicados de negocio tienen como eje fundamental la consecución de rentabilidades razonables y más o menos estables en el tiempo que permitan la continuidad de un negocio sano. Esa sostenibilidad tiene también como factor común un perfil de riesgo conservador y muy basado en actividades centradas en la economía real, huyendo de cualquier tipo de concesión a la especulación.

Por último, son bancos diversos, sitos en muy diversos países y con tamaños y modelos de negocio también distintos que, en unos lugares del globo están enfocados a apoyar la erradicación de la exclusión o de la pobreza desde la aportación que se puede hacer a través de los servicios bancarios, y en otros quieren contribuir a una utilización más consciente del dinero por parte del ahorrador y a promover determinados sectores de la economía real. En cualquier caso, esa diversidad está enmarcada en una característica común: todos ellos ponen al ser humano en el centro de su actividad.

La recuperación del prestigio de la actividad bancaria es un elemento fundamental para una salida estable a la crisis global en la que vivimos. La banca en general tiene que recuperar su papel central, su actividad como órgano que bombea savia a la economía real, incorporando a las personas como centro de su modelo de negocio y pensando en la rentabilidad como algo que no hay que maximizar incurriendo en riesgos innecesarios, sino que hay que hacerla sostenible y estable en el tiempo. “Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe”. Esta frase del maestro José Luis Sampedro, nos indica el camino para una actividad económica distinta, para una banca nueva, renacida, con valores.