OPINIÓN

Hoteles ciudadanos, otro relato es posible

Cristian Palazzi, Jordi Ficapal,

jefe de proyectos y director respectivamente de Observatorio de Turismo Responsable, de la Facultad de Turismo y Dirección Hotelera Sant Ignasi

Cristian Palazzi, Jordi Ficapal

La relación con la comunidad es, siempre lo ha sido, un aspecto importante en la vida de los hoteles de Barcelona, pero son muy pocos los establecimientos que hoy incorporan en su relato la conciencia y la responsabilidad de ser un agente transformador del medio sociocultural en el cual están instalados. El relato predominante define el valor de un hotel desde el punto de vista exclusivamente económico, atendiendo meramente a sus aspectos cuantificables: la tasa de ocupación, el ADR, el REVPAR, el GOPPAR, el EBITDA y algunos acrónimos más. Sin embargo, más allá de los sellos de calidad y los estándares, otro relato sobre la hotelería barcelonesa es posible.

Tras haber analizado 322 establecimientos de la ciudad (la mayoría de los hoteles de tres, cuatro y cinco estrellas) en el marco de una investigación sobre las buenas prácticas en Responsabilidad Social Empresarial de los hoteles de la ciudad, hemos podido constatar que si bien existen establecimientos conscientes de su importancia con el entorno próximo, son muy pocos los que lo han incorporado a su manera de explicarse. En este sentido, redibujar la manera en que los hoteles se explican a sí mismos, destacando el impacto social que generan, representa una oportunidad de futuro que el sector debería estar meditando.
Las dificultades y resistencias son evidentes. Los hoteles de Barcelona se enfrentan a un doble reto: por un lado, mantener su carácter cosmopolita, coherente con el posicionamiento de Barcelona como destino turístico global y, por otro, responder adecuadamente a los requerimientos de su entorno sociocultural inmediato, un entorno que en las últimas décadas ha prescindido de los hoteles, demasiado ocupados en la promoción por encima de todo, a la hora de tejer las complicidades ciudadanas con las cuales construir mejores lugares para vivir.
Ciertamente, el encaje no es fácil. Y no ayuda para nada la instrumentalización política de los retos de gestión que tiene Barcelona sobre la mesa como consecuencia del enorme crecimiento de la llegada de turistas. Sin embargo, la nueva hotelería ciudadana lo tiene claro: quiere seguir evolucionando, sabiendo que no podrá hacerlo de espaldas a la ciudad. Construir un futuro conjuntamente es el único camino que nos queda, a ellos como hoteleros y a nosotros como ciudadanos.