OPINIÓN

El impulso del buen gobierno en las fundaciones

Francisco Abad,

fundador de Fundación Empresa y Sociedad

Francisco Abad

Creo que la sociedad civil tendrá un mayor protagonismo en la nueva era que está empezando. Hay mucha ilusión que estimular y mucha imaginación que capitalizar porque los desafíos son de una dimensión impensable hasta hace poco. Pero el reto no puede volver a quedar sólo en manos del resto de las instituciones.

El sector fundacional siempre está llamado a reflexionar sobre cómo transformar la realidad social.
Para ello, es clave que las fundaciones optimicen perspectivas tan valiosas como las de los fundadores, el patronato, la transparencia, los financiadores, los beneficiarios, la gestión interna o la autoevaluación. Por eso, la última Asamblea General de la Asociación Española de Fundaciones ha presentado unas pautas para ayudar a sistematizar su análisis desde el ángulo del buen gobierno y la buena gestión. Se trata de una herramienta que no es meramente técnica sino de alto alcance para ayudar a que cualquier fundación Eumpla mejor sus fines más ambiciosos.

Las fundaciones comparten peculiaridades, como la figura de los fundadores, la orientación hacia ciertos fines de interés general, la vocación de permanencia en el tiempo o la adaptación permanente a la realidad, en algunos casos anticipándose e incluso dibujándola. Unas bases complejas cuya gestión requiere especialización y transparencia sobre sus fines, actividades y uso de recursos, no sólo ante el entorno de cada una sino también ante la sociedad en general, ya que cuentan con un privilegiado tratamiento fiscal.

Por otro lado, el sector fundacional es muy heterogéneo. No es lo mismo el ámbito cultural que el asistencial, el laboral, el educativo o el medioambiental. Ni ser una fundación pública que privada, estar fundada por una empresa, una familia, una persona o varias. Tampoco lo es tener un volumen de ingresos u otro, ni contar o no con financiación pública o con voluntarios, ni ser prestadora directa de servicios o canalizadora de fondos para terceros.

Las pautas que propone la AEF tienen la virtud de ofrecer un sistema común útil como inspiración para fundaciones de cualquier tipo, ya que permiten guiar un proceso básico de reflexión, que cada fundación puede desarrollar a su medida en función de sus peculiaridades.

En los próximos años cabe esperar avances significativos en las fundaciones más complejas y pioneras. Entre ellas me parecen especialmente importantes las relacionadas con sociedades que cotizan en Bolsa por su visibilidad y potencial de efecto demostración.

Por si les anima a dar el primer paso, les recuerdo el ejercicio que hizo la Fundación de Estudios Financieros en20O4, que ya entonces generó su Código de Principios de Responsabilidad Social Fundacional, Buen Gobierno y Transparencia Informativa. En su exposición de motivos dice que "la sistematización del Gobierno Corporativo y la Transparencia Informativa se ha revelado como un instrumento eficaz para proteger adecuadamente los derechos de los relacionados directa o indirectamente con las empresas cotizadas, especialmente considerando los recientes escándalos financieros (...). Las fundaciones no pueden ser ajenas a este proceso por su creciente protagonismo (...), su favorable tratamiento fiscal y la ampliación de las actividades mercantiles que permiten las leyes 49 y 5012002. Además, indica que "la Fundación de Estudios Financieros, que viene ejerciendo su liderazgo en el campo de los estudios referidos al Buen Gobierno Corporativo y la Transparencia Informativa en el ámbito empresarial, tiene la responsabilidad de encabezar también la aplicación de dichas normas a las entidades sin ánimo de lucro al amparo de su firme convicción de que redundará necesariamente en un mejor funcionamiento del sistema económico y financiero".

Parecen argumentos literalmente válidos para las empresas cotizadas por simple coherencia con los principios de Sostenibilidad y Responsabilidad Social que abanderan, entre los que se empieza a abrir hueco la extensión a las fundaciones que llevan su nombre.

Hay argumentos de otro tipo, como que la empresa y su fundación consideren si es de interés profundizar en ciertos aspectos sensibles:

. Fidelidad a la idea y a la escritura fundacional.
. Relaciónconlaempresafundadora.
. Cumplimiento normativo y fiscalidad.
. Identificación y mitigación de riesgos de actividad, financiación y potenciales conflictos.
. Identificación y aprovechamiento de oportunidades, sobre todo de orientación estratégica.
. Composición, responsabilidad, funciones, tareas y operativa del Patronato.

También puede ser un argumento definitivo el ejercicio de plantear preguntas como las siguientes en la Comisión correspondiente del Consejo de Administración de la empresa y en el Patronato de su fundación:

. ¿Cuáles son los objetivos fundacionales? ¿qué relación existe con los de la empresa que da nombre a la fundación corespondiente? y ¿cuál debería ser?
. ¿Están formalmente delimitadas las áreas de actividad de la empresa y su fundación? ¿y sus relaciones operativas? y ¿con qué criterios?
. ¿Se han previsto mecanismos para resolver eventuales conflictos de intereses?
. ¿Con qué criterios se eligen y renuevan los patronos? ¿es adecuado su número? ¿y la proporción de patronos independientes? ¿Y la política de diversidad?
. ¿Existe un documento que explique a los Patronos sus competencias, funciones, tareas, responsabilidades e información clave para su desempeño? y ¿están diferenciadas de las de la Dirección y su equipo profesiónal?
. ¿Tendría más sentido que una parte del patronato pasara a un consejo asesor con funciones de orientación para cumplir fines y proponer nuevas actividades pero sin las responsabilidades legales que las que implica ser Patrono?
. ¿Tiene el patronato la competencia explícita de aprobar el Plan estratégico y sus políticas clave?
. ¿Está el patronato estructurado en comisiones considerando la complejidad de la fundación y sus aspectos más relevantes?
. ¿Se someten los Patronos a una evaluación periódica?
. ¿Consigue la fundación multiplicar y diversificar sus recursos con otros procedentes de terceros?
. ¿Es adecuada su política de transparencia en relación con las prácticas habituales en las empresas? ¿y en las principales fundaciones internacionales? ¿y en otras entidades no lucrativas?

Las preguntas están inspiradas en las pautas de la AEF pero, en este caso, también en el Código Unificado de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas.

Por último, también tiene sentido que las sociedades cotizadas piensen que en algún momento los inversores les reclamarán una gestión de sus fundaciones corporativas con el mismo rigor, eficacia y eficiencia que el resto de sus áreas, de la misma forma que ahora reclaman, por ejemplo, el respeto a los derechos humanos o a las comunidades indígenas a las empresas que operan en ciertas zonas. En deflnitiva, pedirán a la empresa que use sus recursos creando valor desde el doble ángulo empresarial y social de todo lo que hace porque son complementarios.

El diagnóstico inicial y las consecuencias del debate intemo que generen las cuestiones anteriores pueden conducir nada menos que a reinventar una parte de la forma de actuar de las fundaciones, sobre todo cuando predomina un loable "buenismo" de los que colaboran emocionalmente con ellas.

Se trata de un tema sensible que hay que afrontar a pesar de la posible sensación inmediata de inestabilidad que puede generar en el patronato actual en aras de una mayor estabilidad futura, y que está llamado a originar cambios relevantes. Porque no estamos hablando sólo de escribir un Código de Buen Gobierno y Transparencia ni siquiera de adaptar los estatutos, por importantes que sean ambos documentos.

Las grandes fundaciones, especialmente las de las empresas que cofizan en Bolsa, pueden ayudar a visualizar la oportunidad del buen gobierno y la transparencia para que el sector fundacional consiga un mayor efecto transformador de la sociedad, genere confianza y fortalezca su legitimidad. Un detonante del proceso sería que alguien preguntara por ello en las próximas juntas generales de accionistas de las empresas que les dan nombre. Pero supongo que no se dará el caso. Espero que sea porque las empresas se hayan anticipado durante los meses que faltan para que se celebren las Juntas a mediados del año que viene.