OPINIÓN

La ética como parte fundamental de la Responsabilidad Social Corporativa

María Teresa Millán Rusillo,

directora de Asuntos Corporativos de Lilly

María Teresa Millán Rusillo

La ética, el buen gobierno y la transparencia son elementos fundamentales para las compañías que apuestan por mejorar la Responsabilidad Empresarial, pese a que quizá las acciones desarrolladas en este campo no suelan tener la difusión ni la repercusión de otro tipo de actuaciones como, por ejemplo, las desarrolladas en el campo de la Acción Social.

La falta de presencia de estos aspectos en el campo de la RSC se explica, por un lado, porque la enumeración de normas, códigos y compromisos de “buen comportamiento” resultan monótonos, monocordes y sólo pueden visualizarse con ejemplos claros y concretos. Por otra parte, se debe reconocer que resulta arriesgado asumir compromisos a nivel colectivo, -pues una compañía es la suma de sus empleados- y que pueden ser enturbiados por comportamientos individuales y actitudes particulares que trastocan todo el compendio de normas que siguen el resto de empleados de una compañía. En este sentido es imprescindible que la empresa se dote, no sólo de normativa, sino de procesos en la cadena de valor y mecanismos de control y garantía de buena práctica que eviten este tipo de situaciones.

El sector farmacéutico ha trabajado en los últimos años para desarrollar prácticas cada vez más transparentes y hay que reconocer que en este sentido se ha avanzado mucho. En la fase preclínica se ha regulado y se ha mejorado el diseño de los ensayos clínicos. En la experimentación con animales nos hemos dotado de unas normas muy estrictas. Trabajamos muy estrechamente con la fármaco-vigilancia para ser cada vez más rápidos y efectivos en la detección de posibles efectos adversos. Muchas compañías farmacéuticas ya publicamos los resultados de todos nuestros ensayos clínicos, positivos y negativos, –práctica en la que Lilly fue pionera-.

En la fase de comercialización, el sector se ha dotado de un código de autorregulación – el código de Farmaindustria- para nuestras prácticas en las relaciones con los pacientes, los profesionales sanitarios y con la administración. Lilly cuenta con unos procedimientos incluso más restrictivos que la normativa de este código.

La industria farmacéutica en general y Lilly en particular está comprometida con la formación de los profesionales sanitarios y desde nuestra compañía colaboramos con ellos con el fin de compartir los conocimientos en las áreas terapéuticas en las que somos más expertos gracias a un trabajo desarrollado durante décadas. Todo ello, en un entorno regulado por este código con el fin de evitar cualquier mala práctica en la relación con los profesionales sanitarios.
En Lilly también hemos entendido que la transparencia es la única forma de que la sociedad comprenda los valores de un sector que les está proporcionando avances en su salud y que además está generando riqueza y conocimiento y, por ejemplo, desde nuestra compañía ya hacemos públicas nuestras donaciones y colaboraciones con asociaciones de pacientes y queremos seguir avanzando en este camino.

El Programa anticorrupción, es otra de las herramientas con las que nos hemos dotado para lograr que nuestros comportamientos se enmarquen en la ética y la transparencia. Se trata de un programa implementado en 2008 para alcanzar los más altos estándares de integridad entre los empleados y en las actividades comerciales en todos los países en los que está presente la compañía. Su objetivo principal es prevenir, controlar y resolver cualquier situación que implique un conflicto de intereses en la relación de la empresa con sus grupos de interés.

Para avanzar en este sentido, continuaremos apoyándonos en nuestro código de buenas prácticas “El Libro Rojo”, creado por el nieto del fundador de nuestra compañía en los años 40, y que pese a las constantes actualizaciones sigue manteniendo la mayoría de sus normas. Basado en los principios de Integridad, Excelencia y Respeto a las personas es de obligado cumplimiento para todos los empleados y nos sitúa entre los pioneros en tener un código de este tipo.

Este proceso no es fácil y requiere de un esfuerzo no sólo para evitar cualquier fisura en toda lo normativa de la que nos hemos dotado, sino además para que los empleados transmitan a sus interlocutores la motivación que nos lleva a tener esta forma de actuar. Pero a cambio, en un futuro esperemos que no muy lejano, los ciudadanos entenderán mejor nuestro trabajo, el trabajo que desarrollan miles de personas en todo el mundo con el objetivo de proporcionar cada día soluciones que mejoren su salud y su calidad de vida. Un trabajo que seguirá enorgulleciéndonos cada día.