OPINIÓN

La evolución de la responsabilidad social corporativa: de donantes desinteresados a solucionador comprometido

Teresa Millán,

directora de Asuntos Corporativos de Lilly España

Teresa Millán

La filantropía tradicional de las empresas que destina recursos a causas o acciones humanitarias, en ocasiones a través de terceros, consigue buenos resultados., Pero solo en raras ocasiones esta estrategia resulta sostenible a largo plazo y difícilmente crea un vínculo sólido entre la empresa y la sociedad.

El periodo de crisis económica que hemos atravesado y el profundo cambio social que vivimos está transformando de manera global el “buen hacer” de las empresas, provocando con ello una evolución en temas tan arraigados como es su propia misión. Es decir, se empieza a integrar la responsabilidad social de las compañías en sus cimientos, en su misión como empresa. Con este cambio, las compañías pasan de ser donantes desinteresados a estar comprometidos con la solución de los problemas, en busca de una estrategia más cuidada y sostenible en el tiempo.
Esto es debido a que no es posible pensar soluciones globales a futuro a no ser que las empresas empiecen a actuar ellas mismas como agentes positivos en la sociedad. La responsabilidad social de las empresas está avanzando de ser simples donantes de fondos a exigirse que en su día a día también cumplan un papel social; que cuando se hable de RSC sean actores activos de las acciones o proyectos que lleven a cabo.
En este sentido, en Lilly estamos enfocando nuestra evolución hacia la innovación, pero no sólo sobre productos como nuevos medicamentos, sino también en la forma, en el camino por el que avanzamos. La compañía está implicada en una filantropía más extensa que parte de la aportación más importante que hace a la sociedad y que nace de su propia naturaleza como farmacéutica: mejorar la vida de las personas.
Esta misión está presente en el día a día de la compañía y también da forma a los proyectos internacionales de RSC en los que está involucrada. Un buen ejemplo es la lucha contra la tuberculosis multirresistente de la compañía en la Alianza MDR-TB, pandemia mundial con presencia en los estratos más desfavorecidos de la sociedad, en la que sólo el año pasado invirtió 30 millones de dólares. Esta acción es el esfuerzo filantrópico más importante que ha hecho la compañía hasta la fecha y se centra no sólo en apoyo económico, sino en compartir la tecnología y conocimientos necesarios para llevar a cabo la fabricación de dos antibióticos por parte de farmacéuticas instaladas en China, Rusia y Sudáfrica. Con esta acción se establece un suministro sostenible y de alta calidad, aumentando el volumen y la capacidad de fabricación global.
La misma cantidad fue invertida en la Alianza Lilly-NCD, con el objetivo de buscar soluciones innovadoras para erradicar enfermedades no transmisibles o crónicas en países en desarrollo.
El hambre, como problemática global por antonomasia, no podía pasar por alto para nosotros. En ello trabaja Elanco, la división de Salud Animal de Lilly, que está llevando a cabo importantes esfuerzos centrados en romper el círculo del hambre en el mundo. En los últimos años ha donado miles de animales a familias de Indonesia y Zambia y se ha proporcionado formación para su cría. En nuestro país, desde 2012, ha establecido una estrecha colaboración con los bancos de alimentos.
Tendemos a pensar tan solo en el aspecto lucrativo de una compañía separado de su servicio a la sociedad o actividad filantrópica. Estos proyectos demuestran lo contrario. Partiendo de la actividad principal de Lilly se establece la estrategia de RSC, siendo un ejemplo de cómo se puede alinear la misión de la compañía con las demandas de la sociedad, generando valor compartido y reafirmando su carácter sostenible y socialmente responsable.