OPINIÓN

Analfabetismo emocional

Julia Salsas,

consultora de 1000Friends. ConSentidoComún

Julia Salsas

Confieso que siento mucha envidia (sana) cuando oigo a personas que nombran a aquellos profesores que durante su época de aprendizaje les trasladaron algún valor, pensamiento, creencia, incluso una simple frase que les hizo replantearse todo lo aprendido hasta entonces. Que les ayudó a definir el rumbo que querían marcar en sus vidas, a pesar del que supuestamente tenían marcado. Envidia porqué a mi no me ha sucedido con ninguno de los que en su día me instruyeron (ni en la universidad publica ni en la privada). Lástima.

Y aun así, nuestras escuelas de negocios y algunas universidades siguen apareciendo en los primeros puestos de muchos rankings internacionales. Otro indicador de desarrollo que me resulta, cuanto menos, incoherente con muchos aspectos de la sociedad que- entre todos- hemos creado. Desarrollados sí: en infraestructuras, en consumo, en... ¿sueños? Pero hemos olvidado desarrollarnos en un aspecto que, desde mi humilde punto de vista, serviría de vaso conductor para potenciar todos los demás. El emocional.

Existe, en este sentido, un analfabetismo generalizado que se plasma especialmente en el ámbito laboral. Pero quiero creer que tras los trabajadores hay personas y que éstas tienen más desarrollado ese aspecto. Sino, ¿por qué Facebook funciona tan bien, porqué Whatsapp tiene más de 300 millones de usuarios, porqué la mayoría de spots de la tele apelan ahora a aspectos emotivos y no a los propios del producto que se vende? Porque el ser humano no se creó sin emociones. Ni hablar. Y así, me rectifico a mi misma: no es que hayamos olvidado desarrollar nuestras emociones, sino que las hemos abandonado (quizás de manera forzada e inconscientemente hasta llegar donde estamos) y ha llegado el momento de recuperarlas, de volver a colocarlas en el top. En el ámbito personal y en el laboral. Porqué somos los mismos – o deberíamos serlo – dentro y fuera de la empresa.

Me deprime escuchar historias -no pueden tacharse de noticias- como "Messi se enfada porque Neymar cobrará más que él" (quizás le sacaron demasiado pronto de su Argentina natal); o escuchar por la calle a un niño de 4 años diciéndole a su madre "ya te he abrazado, ¿me das ahora el iPad?". Siento vergüenza, y cierta pena, cuando me alegra (me satisface enormemente) que alguien a quien no conozco de nada, me dé los buenos días cuando nuestras miradas se cruzan en alguna callejuela de algún pueblo alejado de las grandes ciudades. Vergüenza de alegrarme porqué eso debería ser lo normal. Vergüenza debe darnos habernos convertido en “humanos alejados de los humanos”.

Hace tiempo tomé la (¿sabia?) decisión de dejar de ver los telediarios y de leer la prensa mientras los medios de comunicación siguieran insistiendo en trasladar un ánimo pesimista a la sociedad: ¿Acaso no suceden cosas buenas y dignas de ser explicadas en el mundo? ¿De verdad los ciudadanos queremos seguir pagando por leer y ver tan sólo cosas que ayudan a aumentar este desánimo que ya hace demasiado tiempo nos acompaña? ¿En serio no son capaces de encontrar historias en las que se refleje un poco “la otra versión del hombre”?

Es evidente que el sistema aplicado hasta la fecha en los denominados “países desarrollados” no ha funcionado tal y como se esperaba (si exceptuamos el efímero paréntesis de vacas gordas que nos hizo creer que sería un momento eterno). ¿Cómo será (o sería) si empezáramos a aplicar un poquito el “desarrollo emocional”? ¿Qué tal si empezamos a acercarnos unos a otros – dentro y fuera del trabajo – eliminando de la ecuación el “por algún tipo de interés mercantilista- materialista – consumista”?

Parece que a nivel empresarial algunas compañías ya están por la labor. Algunas que incluso están poniendo su “alma” al servicio de sus consumidores/ clientes. Pero 21 gramos son pocos para el peso que debe tener la RSC en el día a día de las empresas y por eso, sugerimos empezar a poner el corazón: porqué es el órgano que reparte juego a todo el cuerpo, el que a través de su bombeo hace sentir la importancia de su presencia a todos los demás. Es el elemento tangible que da vida a todo. Porqué si lo probamos y resulta que funciona, ¿qué?