ENTREVISTA

El crecimiento económico no es capaz de luchar contra la pobreza


Sebastián Mora,

secretario general de Cáritas Española

Sebastián Mora 20/02/2017

En la actualidad, España está asistiendo a lo que los expertos denominan proceso contracíclico de la pobreza. Es decir, mientras que en períodos de recesión económica la pobreza aumenta rápidamente, en fases de crecimiento no desciende en la misma medida e, incluso, permanece estancada. Pero, además, la pobreza se está volviendo más severa, crónica e invisible. Combatir este fenómeno centra buena parte de la actuación de Cáritas Española.

 

Los economistas apuntan que España ya está saliendo de la crisis. ¿Cómo se traduce el actual crecimiento económico en los datos de pobreza?

Para responder a esta pregunta antes tendríamos que analizar qué significa crisis. Hemos utilizado la palabra crisis únicamente desde un parámetro economicista, es decir, estar durante un determinado tiempo en recesión. Pero, sin embargo, nosotros nos referimos a los efectos de una situación económica, social y cultural. En los años de bonanza, había 900 millones de personas en el mundo pasando hambre y, sin embargo, no decíamos que estábamos en crisis porque esta situación era periférica a nuestros intereses. Antes de la crisis partíamos de una situación que considerábamos idílica, pero que no lo era porque en España había 8 millones de personas que vivían por debajo del umbral de la pobreza. Y ahora, cuando se inicia el crecimiento económico, constatamos que la pobreza no disminuye en la misma proporción en la que aumentó durante la época de crisis. Es decir, el crecimiento económico no es capaz de luchar contra la pobreza.

 

Y ahora, ¿qué está pasando?

Se está dando un efecto muy importante que es un empobrecimiento de la pobreza. Es decir, aunque los pobres han disminuido levemente en extensión –cerca de un 1%–, ahora la intensidad de la pobreza es mucho mayor y existe una brecha más profunda entre las personas con acceso a bienes y servicios y aquellas que no lo tienen. De este modo, nos encontramos con un aumento muy importante de la pobreza severa en el Estado Español. Pero, además de empobrecerse, la pobreza se está volviendo crónica e invisible. Es decir, en los últimos años ha aumentado tanto la pobreza que los pobres a los que periodísticamente se les ha llamado “pobres de corbata” o “pobres de clase media” han hecho invisible la pobreza más extrema y más severa, como pueden ser las personas migrantes no documentadas, las mujeres víctimas de trata o las personas sin hogar.

 

Y en estos momentos se producen situaciones en las que tener trabajo no significa salir de la pobreza…

El término working poor hace referencia a un fenómeno muy conocido en Estados Unidos hace 10 años. Es decir, personas que aun teniendo un trabajo no son capaces de vivir por encima del umbral de la pobreza. Con la crisis, este fenómeno se ha extendido a Europa y a España de una manera muy patente, donde tenemos casi un 15% de trabajadores pobres.

 

¿Qué significa esto?

Significa que el trabajo ya no es el mecanismo fundamental de integración y de superación de la pobreza y, por ello, si hoy hacemos descansar la lucha contra la pobreza únicamente en la creación de empleo tampoco vamos a lograr combatirla. Evidentemente es necesario que la sociedad crezca y genere empleo, es una condición necesaria, pero no suficiente. Eso es lo que nos convierte, a nivel mundial, europeo y español, en una sociedad paradójica.

 

¿En qué ámbitos está trabajando Cáritas para reducir la pobreza?

En cuatro ámbitos fundamentales. Una primera línea de trabajo es la emergencia, la atención primaria de las necesidades básicas. Nos hemos encontrado con unos años donde la atención para pagar la luz, alimentos, ropa, medicinas, libros para el colegio de los niños… ha representado un programa básico. En este programa de atención a las necesidades básicas hemos casi cuadriplicado el número de beneficiaros pasando de 300.000 personas, en los inicios de la crisis, a más de un millón de personas atendidas en la actualidad.

La segunda línea de actuación se refiere a lo que llamamos Economía Solidaria, es decir, una economía que ponga a la persona, y no el beneficio, en el centro. Este programa tiene una parte de generación y búsqueda de empleo para las personas más excluidas y, gracias a su puesta en marcha, este año hemos atendido entorno a 70.000 personas y conseguido unos 13.000 empleos. Y un segundo elemento de la Economía Solidaria tiene que ver con la creación de empleo a través de las más de 30 empresas de inserción que tiene Cáritas, con más de 500 personas contratadas del ámbito de la exclusión social.

La tercera línea de actuación es la atención a los colectivos más vulnerables y más excluidos. Esto tiene que ver con la inmigración, con las personas sin hogar o con la mujer prostituida víctima de trata, fundamentalmente.

Y finalmente, aunque pueda parecer paradójico, la cuarta línea de trabajo es la potenciación de la cooperación internacional. En estos años de crisis se ha producido un fenómeno que podríamos resumir con la frase: “si estamos tan mal aquí, cómo vamos a ayudar a otros”. Nosotros entendemos que la caridad es universal o no lo es y que hay países que están mucho peor que nosotros.

 

Y las empresas, ¿qué papel juegan ante esta problemática?

Es una pregunta compleja. Antes de la crisis hubo un impulso cualitativo y cuantitativo muy fuerte. Cuantitativo porque había más recursos humanos y monetarios disponibles, y cualitativo porque se crearon metodologías, indicadores y departamentos de RSC como elementos transversales a la empresa. Durante el periodo de crisis ha habido una estabilización a la baja, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Esta problemática está mucho menos encima de la mesa y, de alguna manera, la RSC y la función social de la empresa se han reducido a la generación de empleo. Es decir, en una situación económica muy compleja, la empresa ha visto que con mantener el empleo ya cumple su nicho de responsabilidad. Ahora mismo creo que estamos en un momento no de falta de interés, sino de falta de horizonte. La RSC, tal y como la habíamos pensado hasta el momento, muestra síntomas de agotamiento, está en un discurso formal, muy burocratizado y estandarizado, pero necesita aire nuevo y horizontes nuevos.

 

¿Hacia donde deben ir estos nuevos horizontes?

Creo que, con la RSC, la empresa tiene que ir más allá en el ámbito de lo social y tenemos que hacer un camino que, por el momento, no tiene camino. Podemos mantener lo que tenemos y mejorarlo, que ya es mucho, pero tenemos que descubrir el más allá.

Siendo muy esquemático, hace unos años la RSC era únicamente acción social corporativa que se traducía en ayudar a gente, donar dinero, realizar probono, voluntariado corporativo… Con el paso del tiempo se ha estandarizado y la RSC se ha convertido en un elemento estratégico de la compañía y se ha planteado como una herramienta de colaboración entre todos los actores de la sociedad civil y los gobiernos. Pero, ahora, la tendencia de las grandes empresas se enfoca a tener su propia RSC en el sentido de diseñarla, implementarla, financiarla y ejecutarla. Y al final, ¿dónde está la sociedad? Creo que ese movimiento de autarquía está empobreciendo a la RSC.

 

¿Es mejor la colaboración?

La empresa debería jugar un papel mucho más sinérgico y colaborativo que ejecutivo en este ámbito, porque si no nunca cubrirá la realidad, sino que potenciará su realidad. Lo mismo ocurriría si las organizaciones sociales no colaboráramos con el Gobierno, empresas y otras instituciones de la sociedad civil, y colaborar no es donar dinero, sino que es trabajar juntos, es arriesgarse a saber qué piensan de mí, es trabajar juntos para aprender de otros. Una señora me decía que “hay algo raro cuando las ONG quieren parecerse a las empresas y las empresas, a las ONG”. Creo que hay un corrimiento de la RSC al marketing. Es legítimo que la empresa muestre lo que hace, también en el ámbito de la solidaridad, pero hay cuestiones como la ternura, el cariño o la solidaridad que son gratuitas o no existen.

 

Las cifras más valiosas de Cáritas en 2015

  • En 2015 la institución ha invertido más de 328 millones de euros en programas y acciones de acompañamiento a las personas más empobrecidas.
  • Ha construido oportunidades para 4.053.743 personas en situación de mayor exclusión social: 1.974.358 en España y 2.079.385 en cooperación internacional.
  • Más de 83.000 personas voluntarias han hecho posible la labor de Cáritas a través de 6.051 Cáritas Parroquiales.

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