ENTREVISTA

Hay que hacer mucha pedagogía para no frustrar las expectativas de los consumidores


Germán Granda,

director general de Forética

Germán Granda 23/12/2010

Forética nació en 1999 como una asociación de empresas y profesionales de la responsabilidad social empresarial con el objetivo de fomentar la cultura de la gestión ética y la responsabilidad social en las organizaciones. Entre sus socios se encuentran compañías como IKEA, EADS, Ferrovial, Renfe, Sanitas y Gas Natural Fenosa, entre otras.

¿Cuál es, a grandes rasgos, la historia de Forética?

Forética ha sido testigo de la evolución de la responsabilidad social en los últimos diez años. De hecho, cuando se creó en 1999 no existían interlocutores en la Administración Pública ni en las propias empresas, no había proyecto europeo con Libro Verde y de lo que se hablaba era de gestión ética y de códigos de conducta. A partir de ahí, gracias sobre todo a la incorporación continua de socios, sus visiones y sus retos, Forética ha ido creciendo en número de socios y en contenido, y ha ido adecuándose a las necesidades de gestión de las empresas para afrontar este gran reto de la sostenibilidad e introducir en su gestión procesos en las prácticas de responsabilidad social. Un cambio abismal en sólo diez años.

¿Cómo ayuda Forética a sus socios?

Por un lado, les confirma que incorporar la responsabilidad a sus negocios es la visión adecuada, que en este momento responde a los retos globales, permite la generación de nuevos productos y nuevos servicios, la búsqueda de nuevos mercados, ser más competitivos, obtener la confianza de los inversores y una mayor cohesión de los propios empleados. Por otro lado, les enseña las tendencias de lo que está pasando en el resto del mundo, especialmente en Europa y Latinoamérica, pero también en otros lugares, como Asia, por ejemplo. También les ayuda a ver cuál es el conjunto de herramientas que puede ayudarles mejor a hacer frente a estos retos, qué puede hacer cada uno, si es mejor el reporte, un sistema de gestión o la combinación de ambos, por dónde avanzar, qué formación deben tener las personas que van a gestionar estos retos dentro de la organización... Desde luego, la parte de investigación, la formación, la comunicación, el apoyo en la gestión y el intercambio de mejores prácticas son las principales líneas de Forética en apoyo de sus socios.

Una de las aportaciones más importantes ha sido la norma SGE 21. ¿En qué consiste exactamente y a quién va dirigida?

Yo creo que los redactores de la norma fueron unos visionarios a la hora de comprender que para tener un programa de responsabilidad social tenían que hacer que se convirtiera en el sistema de gestión de la organización. SGE 21 pretende establecer unos requisitos para que las empresas incorporen en sus procedimientos, en su estrategia, las directrices que permitan considerar que su organización tiene una gestión responsable. De manera que esa gestión actúe como motor para ayudar a otras muchas cosas, sea fuente de información para captar indicadores que luego podemos poner en la foto anual del GRI o trasladar al Dow Jones o al FTSE, cuando se trata de una empresa grande. En el caso de una pyme, actúa como elemento de demostración de cara a proveedores, clientes… de que la gestión responde a los valores que la empresa está trasladando. No es un sello que marque que la empresa es más o menos responsable, es un sello que muestra que el compromiso de una empresa en su gestión se está llevando a cabo. Podemos compararla con herramientas como la ISO 14001 en gestión ambiental, que no marca a una empresa verde, sino a una empresa que ha detectado los retos que tiene y cómo responder a ellos en caso de un vertido o cualquier otro problema o incluso anticiparse y mejorar sus procedimientos y buscar nuevos productos o servicios.

La SGE 21 es exactamente lo mismo, trata de demostrar a los diferentes grupos de interés que hay un compromiso comprobado, auditado por una tercera parte independiente, y que esa empresa tiene sus procedimientos incorporados. Es una buena iniciativa de Forética que ha sido reconocida por la ISO 26000 al incorporarla en su anexo como una herramienta internacional de gestión.

Hay una cierta confusión con las certificaciones...

Estamos asistiendo a la primera generación de herramientas en materia de responsabilidad y, todas ellas, incluida la SGE 21, tienen su ciclo de vida y seguramente se verán mejoradas por herramientas más globales, más internacionales. Pero en el proceso de aprendizaje, el potencial está en el uso de estas herramientas, que son las que existen en este momento. Sí que hay áreas de mejora en la comunicación, porque a veces, de forma ventajista, se hace una memoria de responsabilidad y se dice “ya soy responsable”. Por eso hay que comunicar qué es cada herramienta y para qué sirve. Por ejemplo, GRI ofrece una foto anual con información transparente de lo que ha pasado en una serie de indicadores; la SGE 21 es el desarrollo de la mejora continua en los procedimientos de la empresa para avanzar en el camino de la responsabilidad, que no es un puerto al que se llega sino un viaje en el siempre van a surgir nuevos retos.

Hay que saber qué es cada herramienta y poder decidir desde la organización cuál se necesita, para qué sirve cada una, cómo funciona. Es una tarea en la que vamos a tener que hacer mucha pedagogía en estos primeros momentos para no frustrar las expectativas de muchos consumidores que vean que empresas que hacen anuncios en su memoria luego tienen actuaciones que contravienen esa idea.

¿Cómo se posiciona Forética frente a la Ley de Economía Sostenible, en la que la Administración propone una serie de indicadores de autoevaluación de las empresas que les facilitaría la certificación como empresa responsable por parte de la propia Administración?

Hay que ser cautelosos, es un borrador todavía. Hasta que no haya un redactado final, sólo podemos hablar de hipótesis. Pero no creo que sea la voluntad de la Administración Pública establecer un sello de certificación de empresa responsable. El primer borrador habla de una serie de indicadores, pero también de un posterior reconocimiento del Consejo Estatal. Es una propuesta y necesitará, más allá de si se culmina o no con este texto, ya que hay múltiples enmiendas, de un reglamento posterior para comprender exactamente a qué se refiere. No creemos que sea potestad de la Administración decidir quién es responsable o no. Habría que hablar de empresas que tienen una gestión socialmente responsable, que han establecido métodos de transparencia en materia de responsabilidad social. Pero superado el nivel de la legislación, es potestad de cada ciudadano decidirlo en función de su propia libertad de decisión. Sabemos perfectamente que la responsabilidad social, igual que la excelencia o la calidad, no es un fin, es un camino lleno de retos y queremos, como ciudadanos, empresas que estén trabajando de forma rigurosa en ese camino, que estén comprometidas con la sociedad y el medio ambiente. Y queremos elementos que promocionen la demostración. Ésa es la línea.

¿Cómo valoran la reciente celebración de la tercera edición del CSR MarketPlace y cómo se proyecta la cuarta?

Estamos muy contentos con el resultado. El CSR MarketPlace ha pasado a celebrarse ahora cada dos años, creo que es el período adecuado que las empresas necesitan para incubar sus innovaciones. Hemos tenido un récord absoluto de participación, con más de 400 personas, a pesar de que a principios de año había académicos y empresarios que cuestionaban la viabilidad del movimiento de responsabilidad social. Creo que la calidad de las soluciones, el interés que ha generado la participación de diferentes organizaciones, no sólo empresas, demuestran que el discurso va calando y estamos muy satisfechos.

Como integrante de uno de los grupos de trabajo del Consejo Estatal de Responsabilidad Social Empresarial, ¿cómo ve su trabajo en este poco más de un año de vida?

Desde Forética, estamos razonablemente satisfechos con la evolución del Consejo, es una iniciativa muy amplia en la que por primera vez han entrado a dialogar Administración Pública, empresas de diferentes sectores, federaciones, sindicatos, ONG… Hay mucha gente dialogando buscando el mismo fin: una empresa responsable, competitiva, sostenible. Ponerlo en marcha ya era un logro, porque no hay muchas iniciativas parecidas en otros países, y ha abierto un diálogo mayor, con lo cual el principio ha sido lento. Ahora toca acelerar, porque están a punto de finalizar los trabajos y tenemos que hacer ya recomendaciones concretas. Cuando hay consenso de mucha gente, suele ser de mínimos, pero es un punto de partida y luego habrá que ir subiendo el
istón. Además, hay que hacer una señal fuerte al mercado de que necesitamos consenso sobre qué es la RS, qué herramientas utilizar, si no a nivel global, por lo menos en Europa y España. Y no fragmentar con iniciativas locales con exigencias distintas en cada ciudad, en cada Comunidad Autónoma. Antes de empezar a ver iniciativas ineficientes, es un buen momento para lanzar las primeras recomendaciones.

Respecto al reporting de la RSE, ¿cómo debería de ser para que, por lo menos, sea comparable
en cada sector?

La RSE tiene dos palancas fundamentales: que es un elemento voluntario y que es un compromiso. Con lo cual, el reporting es una herramienta a utilizar por aquellos que consideren que añade valor a su gestión. Más allá de las empresas, cuando los inversores o el gobierno consideran que añade valor, entramos en un diálogo y la agenda avanza. Aquel que dice que está trabajando de una forma responsable, tiene el compromiso de hacerlo de forma clara, transparente. Y ahí hay un hueco para consensuar qué es lo que hay que reportar y cómo se verifica esa información. No podemos cerrar los ojos y que cada uno informe de lo que quiera y de la manera que quiera. De nuevo, estamos asistiendo a la primera generación de herramientas, de políticas en esta materia y está llegando ya el momento de unificar una serie de criterios. Las empresas del Ibex 35 y las empresas públicas ya han detectado esa necesidad. Quien es responsable tiene que hacerlo siguiendo unas dinámicas en las que tenemos que ponernos de acuerdo y ya hay herramientas e indicadores válidos.

¿Cuáles son los próximos retos en materia de responsabilidad social en nuestro país y con qué dificultades se encuentran las empresas?

Por lo que respecta a las instituciones públicas, el próximo año tienen un reto con la memoria sostenible, hacer un informe, un plan y, los siguientes años, con la incorporación en sus criterios de compra de este tipo de aspectos y la traslación a su cadena de proveedores. Ellas tienen su tarea encomendada. En cuanto a las grandes empresas, tienen que asumir el reto de dejar de utilizar las herramientas para seguir haciendo lo mismo, para pasar a buscar cómo la RSE puede ayudarles a desarrollar nuevos productos, nuevos servicios, y averiguar en qué tiempo lo pueden hacer. En lo referente a las pymes han pasado la crisis y muchas de ellas han priorizado otros aspectos a la RSE, lo que es lógico, porque piensan que en este momento nadie se la demanda, los clientes piden precio y calidad. Pero, en algunos sectores simplemente por responder a estos retos se van a ir incorporando de una forma natural a la RSE, igual que se incorporaron en su día otros elementos de la evolución del management como la calidad o la prevención de riesgos laborales. Algunas de ellas, simplemente se tienen que sumar a la demostración de las muchas cosas que ya hacen. Por último, ONG, sindicatos y Administración tienen un papel que jugar incorporando sus propias prácticas de RSE para legitimarse demandando políticas de responsabilidad social a otras organizaciones. Y como país, tenemos un reto en todos los niveles de la educación. Si como consumidores no demandamos estos aspectos, raro será que se avance en responsabilidad social.

CSR MarketPlace 2010

• El 30 de septiembre, Forética celebró la tercera edición del CSR MarketPlace, que reúne las iniciativas en materia de RSE que las empresas españolas están llevando a cabo.

• El evento, que ha pasado a ser bienal en lugar de anual, presentó 66 soluciones de 52 organizaciones de diferentes sectores.

• La ganadora de esta edición ha sido el proyecto de inserción laboral de personas víctimas de violencia de género en Grupo Norte. Caja Navarra, con su Banca Cívica 2.0, y Fundación Once, con Foro Inserta Responsable, ocuparon el segundo y tercer puesto en votos.

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