ENTREVISTA

La incoherencia que tenemos como individuos se muestra también en las empresas


Marta de la Cuesta,

coordinadora del master oficial en Responsabilidad Social Corporativa y Sostenibilidad de UNED

Marta de la Cuesta 08/03/2018

Coordinadora del master oficial en Responsabilidad Social Corporativa y Sostenibilidad de la UNED, Marta de la Cuesta González es Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. Además de su labor como docente de diversos grados y posgrados de la UNED, de la Cuesta es consejera experta del Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE). Su área de investigación se centra en el análisis del sistema bancario y financiero, la contribución de las finanzas y las microfinanzas al desarrollo, las inversiones socialmente responsables y la Responsabilidad Social Corporativa.

 

Estamos pasando de términos como Responsabilidad Social y sostenibilidad a hablar de negocio responsable y valor compartido. ¿Estamos volviendo a un debate terminológico?

La semántica siempre ha estado ahí. Efectivamente hay muchos términos, pero al final la sostenibilidad es la que engloba el objetivo de que las organizaciones gestionen sus recursos y realicen sus actividades con el menor impacto ambiental y social, de la forma más transparente posible, y gobernadas de forma no solo ética, sino también responsable. Esto es lo que nos une a los que utilizamos distintas aproximaciones o semánticas. Lo más preocupante no es el debate terminológico, que suele ser recurrente, sino el impacto que pueda tener en la opinión pública, porque, si además de que el término es complicado de entender por sí mismo lo vamos cambiando, es fácil simplificar y pensar que la RSE es un tipo de publicidad de las empresas.

 

¿Cómo cree que ha evolucionado la RSE en los últimos años?

Recientemente se ha aprobado la transposición de la Directiva europea sobre divulgación de información no financiera, algo que parecía impensable a finales de los 90, cuando empezábamos a impulsar la RSE en España. Por aquel entonces, decíamos que la transparencia era el primer aspecto que las organizaciones debían abordar y, de hecho, las empresas empezaron a reportar antes de que llegara la ley. Pero cuando decíamos que desde los poderes públicos debían existir políticas y mecanismos para premiar las buenas conductas y penalizar las malas, nos contestaban que era una aberración porque la RSE era ir más allá de la ley, dejar que la empresa hiciera eso de motu proprio para ser más competitiva y que la ley era una contradicción con la RSE. Ahora ya se ve que no.

Desde 2004 hasta ahora han pasado 14 años, pero ya tenemos una nueva Ley de Contratos con el Sector Público que incorpora estos aspectos, el reporting con todas sus debilidades, políticas bastante duras en materia de gobernanza de las empresas…

 

¿Cómo valora el papel del Gobierno español en esta evolución?

En el caso de España el estímulo no viene de nuestros gobernantes, sino que las nuevas normas vienen impuestas por directivas europeas, tanto la de contratación pública como la de reporting. Por otra parte, la reforma de la Ley de Sociedades de Capital, que estimula la transparencia, el Buen Gobierno y la entrada de la RSE en los Consejos de Administración, es algo más español.

Esta reforma no viene impuesta por Europa, sino por las circunstancias de la crisis y todo lo que ello supuso.

 

¿Considera que las empresas van por buen camino?

En una empresa existen actuaciones puntuales que pueden ser muy buenas y otras, muy malas. Con lo cual la incoherencia que todos tenemos como individuos se muestra también en las empresas. El hecho de que unas empresas se preocupen más por unos temas que por otros, por ejemplo, más por el ambiental y menos por el aspecto fiscal, dependerá de la presión que exista en cada momento, ya sea legislativa o de la opinión pública.

Por ejemplo, en el ámbito fiscal, ahora ya no se cuestiona el impuesto de sociedades, sino la tasa, y ya no se cuestiona cuánto pagan en total, sino cuánto pagan en relación a dónde producen y dónde tienen sus empleados, clientes, etc. Por lo tanto, la presión social, los medios de comunicación, la legislación, la realidad, la evidencia… obliga a las empresas a avanzar. A unas les afectará más el ámbito fiscal, a otras el ambiental o los derechos humanos en el caso de las textiles. Esas fuerzas de lucha que tienen las empresas les obligan a orientar su discurso en cada momento hacia aquello que guste más oír. Lo cierto es que se comunica más de lo que se hace.

 

¿Esto es lo que provoca que la RSE sea percibida como una acción de marketing o es que el ciudadano no conozca qué es la RSE?

La gente no sabe valorarlo, pero es un proceso de cambio con sus contradicciones. Pongamos el ejemplo de un ciudadano que entra en una tienda donde el primer impulso es comprar ropa a precios baratos y, a la vez, la empresa dice que es muy ambiental y le da descuentos por reciclar. Al final el ciudadano no entiende qué es la RSE, pero está viendo que la empresa le hace partícipe de una pequeña acción. Hay una comunicación directa con el ciudadano en cosas pequeñas que generan esa contradicción existente en la opinión pública: me estás diciendo que reciclas, pero a la vez me estás vendiendo a precio muy barato ropa que se renueva periódicamente.

 

¿Qué consecuencias tiene esta contradicción?

Si eres un ciudadano un poco reflexivo, cuando entras en la tienda y ves las dos realidades piensas que están jugando contigo, pero si eres un ciudadano plano, en el sentido crítico, entras en ese juego. Al final eso es peligroso porque por mucha sensibilización, promoción o divulgación que se haga de la RSE no es más sordo que quien no quiere oír. Sabemos que Apple ha sido sancionada por la Unión Europea por estrategias fiscales abusivas que distorsionan la competencia, pero a la vez se ven colas para comprar el último IPhone. La empresa juega con eso.

 

Entonces, la empresa solo actuará en aquello que le reporte beneficios económicos o de reputación…

En temas de eficiencia energética, packaging, logística... que se traducen fácilmente en menos costes, además de menor impacto ambiental, es más fácil que la empresa lo entienda, pero en otras cuestiones en las que no se vea esta relación directa o la empresa continúe vendiendo a pesar de los abusos que comete es muy complicado cambiar. O hay unos valores y unos principios muy marcados en la alta dirección o es complicado que esto se dé.

En industrias como la energía, agua, telecomunicaciones, banca..., donde hay mucha regulación y una mayor intervención pública, se podrían exigir comportamientos más responsables a las empresas que gestionan estos servicios básicos, primero porque para eso está el regulador y segundo porque la presión de la competencia es menor.

 

¿Cuáles cree que son los retos de futuro de la RSE?

La transparencia es importante siempre y cuando haya alguien que vigile esa transparencia y exija responsabilidades de actuaciones incorrectas. Volviendo al tema fiscal, por ejemplo, estaría muy bien que todas las empresas fueran más transparentes, no solo a las respectivas agencias tributarias, y que estas compartieran más información entre si, sino que tal y como se debate ahora en Europa, que la sociedad en general pueda tener acceso a determinada información, como ocurre ya en los países nórdicos. Para que esto sea posible debe haber voluntad política. No sirve solo con aprobar una ley, sino que además debe haber una dotación de recursos para que esa ley sea eficaz y que la sociedad civil cuente también con recursos humanos y financieros suficientes para hacer un adecuado control social.

 

Formación en RSE

El objetivo general del Máster en Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa es analizar y profundizar en el concepto y múltiples dimensiones de la Sostenibilidad y de la RSC, poniendo el énfasis en conocer en detalle las herramientas de gestión y evaluación existentes, las políticas y estrategias, integrales y transversales, existentes para las organizaciones que implementen la RSC, así como los mecanismos de diálogo e interactuación con los principales stakeholders o grupos de interés. Se imparte de forma conjunta por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Universidad Jaume I de Castellón (UJI).

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