11/01/2013 09:35:48

Susan Solomon, Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento

La Fundación BBVA reconoce la aportación de Susan Salomon para salvaguardar nuestro planeta

Susan Solomon, catedrática del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), ha sido distinguida con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático. Este premio reconoce reconoce los méritos de la científica estadounidense en su ayuda para comprender cómo la actividad humana afecta a la composición de la atmósfera y cómo estos cambios repercuten a su vez en el clima. El acta del jurado destaca que Solomon “ha contribuido, a través de sus investigaciones y su liderazgo, a salvaguardar nuestro planeta”.

El trabajo de Solomon durante más de 30 años ha permitido integrar y establecer las conexiones entre tres variables clave en el cambio climático: la acción humana; una comprensión integral y profunda del comportamiento de los gases atmosféricos y la alteración de los patrones del clima a escala global.

El jurado destaca que “sus primeras investigaciones fueron fundamentales para entender la composición química de la atmósfera y contribuyeron a reforzar el Protocolo de Montreal, cuyo objetivo era frenar el uso de gases que destruían la capa de ozono”. En los últimos años, añade el acta, “sus contribuciones y su liderazgo en el IPCC y otros foros son un ejemplo del uso de la ciencia para el bien común”.

El presidente del jurado, Bjorn Stevens, ha afirmado que el trabajo de Susan Solomon “ha demostrado cómo la ciencia básica puede influenciar positivamente las decisiones políticas y contribuir a la concienciación social. Ella no es una activista, hace sobre todo ciencia básica, pero tiene talento para escoger temas, generar nuevo conocimiento e influir en el debate público. Probablemente ningún otro científico en su campo ha conseguido que su trabajo tenga semejante impacto en una de las grandes cuestiones sociales de nuestro tiempo”.

Como ha explicado Carlos Duarte, director de la UWA Oceans Institute de la Universidad de Western Australia (Australia) y secretario del jurado, durante el acto de comunicación del fallo, Solomon “ha formulado una teoría general de la respuesta del sistema climático a las perturbaciones en la composición de la atmósfera”.

Al recibir la noticia , Solomon declaró estar muy “emocionada” y dijo que “es un premio fantástico y un gran honor unirme a quienes ya lo han recibido en ediciones anteriores. Admiro mucho a todos esos premiados. Nunca imaginé que yo podría formar parte de esa lista”.

Una científica precoz y un descubrimiento clave
Susan Solomon (Chicago, 1956) fue una científica precoz. Su interés por la ciencia comenzó viendo en la televisión programas de naturaleza, como el de Jacques Cousteau. Su pasión por la química atmosférica se puso de manifiesto ya en el instituto, donde un proyecto suyo para medir concentración de oxígeno fue premiado en un concurso estudiantil.

Tras doctorarse en la Universidad de California en Berkeley, con una investigación sobre química atmosférica con el futuro premio Nobel Paul Crutzen, Solomon empezó a trabajar en el NOAA (Agencia Estadounidense de la Atmósfera y el Océano). Por entonces se acababa de detectar, en 1983, una drástica reducción en los niveles de ozono sobre la Antártida. Y pese a que ya se conocía la capacidad destructora de los clorofluorocarbonos -CFCs, gases usados como refrigerantes y en aerosoles- sobre el ozono, comprender qué generaba el agujero en la capa de ozono antártica se convirtió en uno de los principales retos científicos del momento.

¿Por qué en la Antártida, tan lejos de donde se usan los CFCs? Y ¿por qué tan rápido? Solomon resolvió el enigma explicando las reacciones químicas que tienen lugar en la superficie de los cristales de hielo presentes en la estratosfera, sobre ambos polos. Pero, además de formular un modelo explicativo, Susan Solomon quiso comprobar personalmente su validez empírica. En 1986 y 1987 Solomon dirigió dos expediciones durante el invierno antártico –cuando la temperatura llega a caer por debajo de los 50ºC bajo cero y la noche es casi permanente- para tomar datos de la composición atmosférica mientras el agujero se formaba. La evidencia conseguida confirmó su hipótesis.

Entonces ya se sabía que la falta de ozono provocaba el aumento de la radiación ultravioleta que llega a la Tierra, pero investigaciones posteriores de Solomon demostraron que esta alteración en la composición de la estratosfera tenía también consecuencias en el clima. En concreto, el agujero de ozono tiene un claro efecto sobre el patrón de vientos y lluvias del hemisferio Sur.

Fue la primera vez que se probó la relación entre el agujero en la capa de ozono y el clima. Como explica ella misma, “el agujero en la capa de ozono es una perturbación increíble en toda la atmósfera, simplemente afecta a todo el planeta”.

La investigación de Solomon se ha traducido en consecuencias tan palpables como la prohibición del uso de los gases CFC en el Protocolo de Montreal, firmado en 1987. “Lo alentador sobre la historia del agujero en la capa de ozono es que demuestra que la gente entiende que nuestras acciones pueden alterar el medio ambiente a escala global, pero que se pueden tomar decisiones para evitarlo. ¿No es increíble que prácticamente todos los países hayan firmado el Protocolo de Montreal?”, se pregunta la premiada.

Otro de los hallazgos de Solomon tiene que ver con la lentitud de la atmósfera para recuperarse. A pesar de ello, insiste en que “es importante entender que no es demasiado tarde para frenar la subida de la temperatura en el planeta. En realidad mis descubrimientos resaltan la importancia de tomar buenas decisiones respecto a cuánto CO2 queremos emitir a la atmósfera, porque los efectos que causemos no podrán ser revertidos fácilmente”. Solomon asegura que una de las principales claves para actuar contra el cambio climático es la innovación: “Hay ya muchos avances técnicos en la búsqueda de formas alternativas de energía y de estrategias para conseguir eliminar el carbono de la atmósfera. Soy una firme defensora de la tecnología, creo que está habiendo grandes y esperanzadores cambios en este sentido”.

En el año 2002 pasó a formar parte del Grupo Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático (IPCC), donde codirigió el trabajo del llamado Grupo Uno, encargado de redactar el informe sobre el clima que fue publicado en 2007. “Lo maravilloso de los científicos es que puedes tener a una decena de ellos en una misma habitación e, incluso si no hablan la misma lengua, analizan los datos y son capaces de dialogar y entenderse de una forma muy constructiva. Eso es increíble y es la razón por la que amo ser científica”.

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