La arquitecta del edificio, Alicia Oliver, explica para el diario La Razón que se han seguido criterios de orientación, diseño y aislamiento muy concretos. Además, se han utilizado materiales de alta densidad y de procedencia local, reduciendo así la huella medioambiental y el coste económico de la construcción.
Para evitar el sobrecalentamiento durante el día, se ha colocado el aislamiento en la parte exterior, “para mejorar la inercia térmica efectiva”, según Oliver. La casa cuenta además con un “depósito de inercia” de 600 litros que acumula la energía producida y permite almacenar hasta 1.800 kcal, casi 20,9 kilovatios por hora, una cifra capaz de mantener en funcionamiento la climatización durante varios días.
Otras características de la casa son el suelo refrigerante, con una bomba de calor reversible que convierte la energía solar en agua fría, o un “circuito de retorno” que devuelve al depósito el agua que se queda en las tuberías al cerrar el grifo, para permitir ahorrar agua y energía.